Aunque cada año que cumple un niño es importante, los 3 años no son uno más, sino que es todo un hito en su vida, un acontecimiento muy especial.
Los 3 años marcan todo un suceso, el paso definitivo a la niñez.
Es cierto que no es una transformación que ocurre de la noche a la mañana, es un cambio que ya se viene dando, pero el día de su tercer cumpleaños habrá dejado de ser para siempre un bebé, si todavía le queda algo de bebé, para dejar paso a una personita independiente.
Deja de ser una niña pequeña para convertirse una toda una niña, que pronto comenzará el colegio (con uniforme), a la que cada día se le abre ante sus ojos un nuevo mundo por descubrir al que observa asombrada, que busca respuestas a todo (está en plena etapa de los por qué) y que está empezando a dejar de depender tanto de su papá y su mamá (a lo mejor es eso lo que más nostalgia me da).
No hay nada más lindo en la vida que ver crecer a los hijos, sin embrago cuando van cumpliendo años nos produce, al menos a mí me sucede, una especie de tristeza de que lo vivido hasta ahora, que ha sido tan maravilloso, no se volverá a repetir.
Mi niña comienza a vivir su primera infancia, una de las etapas más bonitas de la vida. A partir de ahora comenzará a retener recuerdos de lo vivido (justamente mis primeros recuerdos de vida son de los tres años), a comprender el valor de la amistad, del amor y a ver el mundo desde la perspectiva fantástica de un niño.
Haré todo lo que esté en mis manos y en las del resto de la familia para que la que viene sea para ella una etapa mágica, feliz y llena de buenos momentos entrañables que en el futuro recuerde con alegría.
Y aunque en el fondo nunca dejará de ser “mi bebé" por más que tenga 30 años, comprenderán que estoy algo sensible con este cumpleaños de 3 tan significativo.
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