Recuperemos las fiestas de cumpleaños caseras: aquellas que nos hicieron tan felices en nuestra infancia
Las fiestas infantiles actualmente parecen ser cada vez más fastuosas: están más cerca de parecer una boda que una celebración de un cumpleaños infantil, y a veces pareciera que son más para los otros padres que para los niños.
¿Dónde quedaron las fiestas de cumpleaños caseras, aquellas que nos hicieran tan felices en nuestra infancia? Hoy reflexiono sobre este tema, desde mi experiencia como niña hasta mi experiencia como madre.
Una celebración para recordar
Uno de los recuerdos más memorables que tengo de mi infancia, son mis fiestas de cumpleaños. No las recuerdo todas (han pasado ya demasiados años), pero sí que recuerdo varias en particular: las que tuvimos en casa.
A diferencia de las fiestas que tuvimos en alguna sala o jardín especial para estos eventos, recordar las fiestas de cumpleaños que tuvimos en casa me trae momentos muy bonitos de mi infancia. Invitar a mis amigos de la escuela y jugar con ellos en casa mientras celebrábamos mi cumpleaños era lo más.
Recuerdo en particular, una en la que mi madre cocinó una tarta de dos sabores: chocolate y vainilla. Además de estar deliciosa, me parecía genial que mi madre la hubiera hecho ella sola. Los días previos a la fiesta, los recuerdo como días llenos de emoción e ilusión, viendo cómo mi madre preparaba las cositas que íbamos a necesitar.
Y digo "cositas", porque en general eran solo unas cuantas y muy sencillas: la tarta, los desechables que usaríamos, un par de sillas y mesas, las bebidas y quizás alguna decoración. En aquellas épocas, se necesitaba de muy poco para ser feliz.
Una celebración... ¿para impresionar?
Las cosas han cambiado mucho desde aquellos cumpleaños que tuve en mi infancia. Con la llegada de las redes sociales y las constantes novedades en entretenimiento para niños, las fiestas caseras han quedado en el olvido para muchos.
Hoy en día, es entrar a redes sociales y encontrarte con fiestas cada vez más espectaculares: decoraciones con arcos de globos gigantes, mesas de postres con 10 opciones para elegir, animadores para entretener a los niños, regalitos para cada invitado, y un millón de cosas más.
En la vida real, mi hija ha sido invitada a fiestas espectaculares. La más impresionante de ellas, fue una a la que asistió justo antes de la pandemia: ¡tenían ponys! Y los niños podían pasear en ellos. Hay que admitirlo, fue el sueño hecho realidad de muchos niños y mi hija no paró de hablar de esa fiesta por semanas.
Pero aunque en principio no tienen nada de malo y cada familia tiene la libertad de celebrar a sus hijos como mejor les parezca, esta tendencia de hacer las fiestas de cumpleaños cada vez más exageradas termina por ejercer mucha presión en los padres y sinceramente, pareciera que se ha vuelto una competencia donde el objetivo de cada fiesta es impresionar y superar a la anterior.
En una ocasión, mientras planeaba la fiesta de cumpleaños de mi hija, mi hermana se acercó y me hizo una serie de preguntas: ¿ya tienes la mesa de postres? ¿vas a contratar algún show o animador? ¿qué le vas a dar a los invitados? ¿ya sabes qué diseño vas a pedir para la tarta? ¿cómo vas a decorar la mesa de los regalos? Me abrumé.
Aunque jamás terminaré de entender esa obsesión de que los cumpleaños de los niños tengan que ser mega súper guay y gastarse una cantidad exagerada de dinero en ellos, entiendo perfectamente que mi hermana no lo hizo por presionarme, sino porque se ha vuelvo la norma que las fiestas de los niños tengan mil y un elementos que las fiestas caseras no tenían.
Admito que en mis ocho años de madre sí he caído ante esa presión actual, y llegué a organizar una o dos fiestas de cumpleaños en las que me preocupaba cumplir con la larga lista de requisitos de las celebraciones actuales. Pero con el tiempo he aprendido que las celebraciones sencillas, que son las que regularmente ha tenido mi hija, son igual de especiales.
Las fiestas de cumpleaños en casa también molan
Todo esto que he escrito no es una crítica a quienes hacen fiestas espectaculares. Como lo he dicho, cada quien está en completa libertad de celebrar el cumpleaños de sus hijos como mejor les parezca. Pero quizás sería buena idea rescatar aquellas fiestas caseras como las de nuestra infancia (sin duda nos relajaríamos y disfrutaríamos el momento mucho más).
Personalmente, encontrar un punto medio es algo que nos ha funcionado. A veces sí busco un espacio para alquilar (mi hija cumple años en pleno verano infernal y estar al aire libre no siempre es la mejor opción), pero la mayoría de sus fiestas han sido en casa y ella ha sido tan feliz como lo ha sido con las fiestas que cumplen con la mitad del checklist actual.
Al final de cuentas, la fiesta es para los niños, no para los padres y lo que realmente importa es que ellos pasen un momento divertido en compañía de las personas que aman, sin importar el tamaño de la fiesta.
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