No eduques en el miedo, prepara a tus hijos para hacer de este mundo un lugar más bonito
Como padres, hacemos todo lo posible para que nuestros hijos estén felices, saludables y seguros. Como padres realistas, sabemos que aunque siempre haremos todo por protegerles, no podemos tenerles en una burbuja. En el mundo, desafortunadamente, hay cosas malas y negativas que podrían llegar a generar mucho temor a nuestros hijos, influyendo en su forma de ver y vivir la vida.
Por ello, es importante que además de prepararles para enfrentarse a las complicaciones y retos de la vida a largo plazo, hagamos lo posible por evitar educarles en el miedo, preparándolos en cambio para hacer de este mundo un lugar más bonito.
Tener una visión negativa del mundo no es saludable
La percepción que tenemos sobre el mundo influye grandemente no solo en nuestra forma de pensar, sino también en nuestras relaciones con otros y, desde luego, en nuestro bienestar físico y emocional.
Como padres, quizás pensamos que enseñar a nuestros hijos que el mundo no es un lugar “bonito” les ayuda a prepararse para la vida, pues de este modo pueden aprender a identificar peligros y amenazas con mayor facilidad, sin embargo ésta es una idea errónea, de acuerdo con un estudio realizado el año pasado. En él, los autores hablan de nuestros “primal world beliefs”, es decir, las creencias primitivas o fundamentales que tenemos sobre el mundo, y que influyen enormemente en nosotros.
De acuerdo con esta investigación, percibir el mundo como un lugar peligroso no es lo más conveniente: las personas con una creencia primitiva negativa son menos saludables, con mayor tendencia a la depresión y a sentirse insatisfechos con su vida.
Por ejemplo, creer o ver el mundo con miedo nos hace seres más desconfiados e inseguros, haciendo que dudemos de las intenciones de otros o que incluso nos privemos de vivir ciertas experiencias por temor a que éstas puedan tener alguna clase de consecuencia negativa en nosotros y en quienes amamos.
Otro estudio sobre cómo nos afecta el tener una percepción negativa sobre el mundo -en la que lo vemos como un lugar peligroso e inseguro-, encontró que tener pensamientos sobre las cosas malas que “podrían pasar” nos hace tener más prejuicios y ser más hostiles con ciertos grupos de personas (como los inmigrantes).
Enseñarle a niños y adolescentes a tener miedo del mundo les hace daño mental y emocionalmente, además de que los orilla a tener opiniones más rígidas sobre ciertas cosas, yéndose a extremos como pensar que las cosas son enteramente buenas o enteramente malas (“no debo correr porque me voy a tropezar y hacer daño”, “si me quedo en casa no me pasará nada”).
Sí, el mundo no es color de rosa
Hay que ser realistas. Por mucho que todos los padres quisiéramos, el mundo no es un lugar idílico ni armonioso. Existen tragedias, guerras, desastres naturales, pandemias y muchas otras cosas que indudablemente provocan temores y miedos. Todas estas situaciones, son temas que debemos hablar con nuestros hijos tarde o temprano.
Desde luego, es importante que lo hagamos de forma adecuada, esperando el momento en el que tengan cierta madurez y adaptando las explicaciones de acuerdo a su edad. Hablarles con honestidad, asegurándonos que se sienten protegidos y aclarando todas sus dudas, es el mejor camino para tocar temas sensibles con ellos.
Sin embargo, aunque es importante que no ocultemos las situaciones difíciles a nuestros hijos, no debemos caer en el error de educarles en el miedo, por todas las razones que hemos enlistado en el apartado anterior. Una vez que los niños conocen ese lado "feo" del mundo, es normal que sufran desilusiones o que vean la vida de manera distinta. Pero si no somos cuidadosos con esto, conocer esas partes negativas de la vida pueden llegar a desencadenar reacciones como pesadillas, miedos, rabietas, enfados y por supuesto tristeza y rabia
Por ello, cuando llegue el momento de tocar estos temas con ellos (porque es conveniente que estén consciente de que también existen cosas negativas), hay otra cosa muy importante que como padres debemos hacer: recordarles que no todo es malo y que hay muchas cosas buenas en el mundo.
Enséñales a hacer de este mundo un lugar mejor
Desde luego y como aclaramos desde el inicio, no hablamos de educarles dentro de una burbuja ni como si el mundo fuera "flower power", sino de entender que -a pesar de las cosas negativas que pueden existir- no debemos ver el mundo como un lugar temeroso o aterrador, ni como un lugar apocalíptico.
Además de recordarle y mostrarle a nuestros hijos que el mundo es un lugar lleno de cosas buenas y ayudarles a mantener la esperanza, es importante recalcar que gran parte de esas cosas, son el esfuerzo de millones de personas, y que ellos también pueden (y deben) ser parte de esas cosas buenas.
Educarles en la paz y enseñarles valores como la resiliencia y la esperanza, son cosas básicas y elementales que no deben faltar en la crianza de los hijos. Enséñales a ser generosos, bondadosos y comprensivos con los demás a través de una crianza en la que predominen el respeto y la comunicación.
Está comprobado que los hijos criados con amor, compasión y empatía son más generosos con los demás, y que los adolescentes que tienen un vínculo cercano y fuerte con sus padres tienden a ser más empáticos con sus iguales.
Háblales de las personas que, en medio de tragedias o malas noticias, extienden la mano al otro y se preocupan por apoyar o ayudar de la manera que mejor les es posible. Y sobre todo, enséñale (con el ejemplo) sobre los pequeños actos de bondad que brillan en medio de la oscuridad, y que puede realizar para hacer del mundo un lugar bonito.