Aún recuerdo los nervios mientras esperábamos a que el test nos dijera si estábamos embarazados y el silencio tras la confirmación. Eso sí, solo duró unos segundos porque aunque no buscábamos aún ser padres, desde la primera falta de la menstruación teníamos claro que cualquier resultado nos haría muy feliz.
Y, curiosamente, en la primera conversación sobre cómo nos íbamos a adaptar a los cambios, surgió ya la pregunta: ¿cómo vamos a llamar a nuestro bebé? Seguro que a los que sois padres, o vais a serlo en breve, os suena. Porque, aunque no es ni mucho menos lo que más debería inquietarnos al descubrir el embarazo, aparece en nuestro subconsciente y no podemos hacer nada para alejarlo.
De todas formas, ahora que mis hijos son mayores, sé que su nombre es importante y he descubierto que marca su personalidad, así que es lógico que invirtamos tiempo en elegir el más adecuado para nuestros bebés.
Por desgracia, no siempre es del agrado de los abuelos, los tíos, los amigos... Porque por alguna extraña razón todos los que nos rodean se creen con derecho a opinar y, como en mi caso, a criticar tus opciones. Y visto en la distancia, te cuento por qué deberías decirles que “el nombre de mi bebé es decisión nuestra y no hemos pedido tu opinión”.
Sus bromas y críticas no deberían hacernos dudar
No sé si te habrá pasado, pero al menos a mí lograron hacerme dudar acerca de si no estaba cometiendo un error al empeñarnos en llamar a nuestro bebé Kenya, si era una niña. De hecho, lograron que descartáramos nombres asturianos como Xandra o Xana, porque “todo el mundo se iba a reír de ella en el colegio porque nadie sabría pronunciarlo”.
Pero las críticas y bromas respecto al nombre africano, tampoco se quedaron cortas. Fue curioso, pero ese fue el primer nombre en el que pensamos la misma tarde tras conocer el resultado del test, mientras celebrábamos nuestra dicha en la playa. Habíamos ido a Kenya de viaje de novios y el país nos cautivó tanto que incluso barajamos la oportunidad de quedarnos allí a vivir.
Además, todo parecía perfecto: soy una apasionada de los viajes, por lo que me parecía que darle a nuestra hija un nombre tan internacional, se identificaba con nosotros, nuestra forma de entender el mundo. Así que, por supuesto, debería ser en inglés, como se escribe originariamente, porque deseábamos que también hablara idiomas y por qué no empezar por ahí.
Definíamos todo esto sin saber si sería un niño o una niña, y barajábamos nombres asturianos para el caso de que fuera del sexo masculino, aunque sinceramente no llegamos a tener ningún favorito.
Como no conocimos el sexo de nuestro hijo hasta la tercera ecografía, siempre teníamos que añadir la coletilla de “si es niña se llamará Kenya” y a partir de ahí, venían las bromas. “Y si es niño, ¿le llamaréis Congo?” “Mira que eres rara hasta para elegir el nombre”. “¿No será más lógico elegir un clásico nombre en español?” “¿Buscas que sea el hazmerreír en el colegio? Van a pensar que es adoptada”.
Esas fueron solo algunas de las lindezas que tuvimos que soportar, mientras mi suegra se “oponía a que pusiéramos a su nieto un nombre tan horrible” y mi madre me recordaba que sería un detalle precioso llamar a nuestro hijo como sus padres ya fallecidos.
Lo curioso de todo es que aunque nos hicieron dudar por el camino, en cuanto la ecografía reveló que íbamos a tener una niña, comenzamos a referirnos a ella con su nombre: “Kenya será...”, “Vamos a comprar esto para Kenya”, “Qué ganas de ver la carita de Kenya”...
Las hormonas, las inseguridades de ser madre primeriza, el amor por los mayores y su experiencia, llegaron a arrancarme alguna que otra lágrima y a hacerme dudar, pero os aseguro que al ver su rostro por primera vez, supe que era su nombre, que no podía llamarse de otra manera.
Cuando me la pusieron en brazos en el momento de nacer, un “te quiero Kenya” salió de mi boca sin control y ya estaba todo dicho.
Aunque parezca increíble, cuando vinieron a conocer al recién nacido, me preguntaban por su nombre y si no habíamos cambiado de opinión, “porque con lo blanquita y rubia que es no le pegaba nada”. Por suerte no lo hicimos.
Tal y como siempre he deseado, ella es fuerte, segura, aventurera, independiente y quizás, como le recordamos en más de una ocasión, porque desde que era pequeña ha aprendido a responder con orgullo a comentarios y preguntas sobre su nombre: “¿Por qué te llamas así?”, “¿Naciste en África?” “Mi nombre es con K e Y, Kenya, como el país y me encanta”, responde cada vez que lo escriben mal.
Además, os aseguro que no pasa desapercibida y todos lo que la han conocido la recuerdan. Lo que no tengo tan claro es si la razón está en su nombre o en su deslumbrante personalidad o, tal vez, una fusión de ambos.
Así que si como en este caso tu bebé va a tener apellidos españoles muy comunes y quieres demostrarle que es único, lo más importante para sus padres, no está mal elegir un nombre que destaque, que tenga un significado especial para vuestra pequeña familia. A nosotros nos ha funcionado y, lejos de convertirse en un problema que pudiera acomplejarla, llegó a ser una ventaja porque la hizo más fuerte, al defender con orgullo el origen de su nombre.
Y aprendimos la lección, porque en nuestro segundo embarazo no desvelamos a nadie el nombre de nuestro bebé hasta que nació. Meses de comentarios no deseados que nos ahorramos.
Pero cada padre y cada hijo es un mundo y, como te aconsejaba al principio, no debes hacer caso de las opiniones de los demás y, por supuesto, tampoco de la mía. Déjate llevar por tu corazón y seguro que aciertas.
Fotos | iStock
En Bebés y Más | 101 nombres cortos y originales para niños, Los nombres de niño que son tendencia en 2021 , Los nombres de niña que son tendencia en 2021