La llegada del primer hijo suele ser un momento lleno de mucha ilusión, y soñamos con que todo sea perfecto. Sin embargo, nos solemos enfocar tanto en la llegada del bebé (algo totalmente normal y comprensible) que muchas veces dejamos a un lado el resto de facetas de nuestra vida, y esto puede llegar a afectarlas.
Y ese es el caso de la crisis de pareja que enfrentan muchas personas después de la llegada de ese primer bebé. Es algo que puede pasar, ya que la vida cambia radicalmente, el bebé lo es todo, ocupa todo nuestro tiempo, y hay muchos nuevos acuerdos que hacer. Es normal que esto ocurra, pero tal vez podamos anticiparnos a la situación.
La llegada del primer hijo: una gran revolución
Las crisis son momentos complejos en las relaciones que nos hacen cuestionarnos si vale la pena seguir o no en la relación, y que pueden llegar a ser muy dolorosas si no las sabemos abordar. Queremos que tengas presente que todas las parejas en algún momento atraviesan por alguna crisis, y esto no significa un fracaso.
La llegada de un primer hijo, aunque es un momento lleno de ilusión, también es un evento altamente estresante, debido a todos los cambios que conlleva, a la revolución y a la necesidad de reorganizar prácticamente todas las facetas de nuestra vida, incluida la faceta amorosa o de pareja.
Así, también puede ser un momento muy complicado, pues está lleno de cambios y transformaciones que trastocan la cotidianidad que como pareja conocíamos previamente. Y justo estos cambios pueden llegar a ser tan abrumadores que pueden acabar desencadenando una crisis de pareja.
Un cambio importante para el papá y la mamá
Por una parte, todo es muy nuevo, lo que genera mucho miedo. Además la madre está inmersa en el postparto, un momento especialmente vulnerable y delicado. Toda su atención está enfocada solamente al bebé (y es perfectamente normal, no te culpes por ello). Esta criatura que acaba de nacer necesita a su madre para sobrevivir; depende de ella absolutamente para todo, las 24 horas del día.
Y es solo con el paso del tiempo que la mujer comienza a ajustarse a la nueva rutina, cuando puede enfocar su atención en los demás, incluyendo a la pareja.
Por otra parte, para el papá puede llegar a ser una etapa en la cual se siente muy solo y aislado, pues la dinámica de la relación cambia por completo. También sucede que en muchos casos, la relación tan estrecha de mamá con el bebé, en plena formación del apego, desplaza a papá (o así lo siente él) y no lo integra tanto como a él le gustaría en el cuidado del bebé.
Y aunque el apego también se forma con el padre y la criatura, lo cierto es que la relación entre el bebé y la mamá es tremendamente potente.
¿Cómo evitamos o abordamos la crisis de pareja?
No hay una fórmula mágica que nos permita saltar las crisis, pero sí podemos cambiar la perspectiva que tenemos respecto a ellas; y es que podemos asumirlas como un tiempo de transformación y autodescubrimiento que nos puede llevar a explorar nuevos aspectos interesantes de nosotros.
1. Cuidar la comunicación
Y en cierta manera, sí podemos intentar prevenirlas antes de que sucedan, y eso lo hacemos hablando con nuestra pareja franca y abiertamente sobre lo que sentimos. La comunicación es fundamental en estos casos.
Es importante tener conversaciones donde podamos hablar de cómo nos sentimos ante la llegada de la criatura, emocionalmente, con el otro, si nos sentimos solos o removidos durante la crianza, sobrepasados, etc. Se trata de crear este espacio común donde podamos seguir siendo una pareja, aunque la dinámica haya cambiado radicalmente.
Debemos actuar siempre desde el respeto e intentar comprender el enorme cambio que conlleva la llegada de un hijo a la familia, algo que necesita de un proceso de adaptación por parte de todos.
2. Anticiparse a las señales de una posible crisis
También debemos estar atentos a las posibles señales que indiquen que la relación se está deteriorando; por ejemplo, el cómo nos tratamos con nuestra pareja, cómo nos hablamos, si tenemos momentos también para nosotros, si el no ponernos de acuerdo en la crianza del bebé genera tensión, qué muestras de afecto nos damos (o no), etc.
Estar atentos a esos pequeños detalles también nos puede ayudar a anticipar esta crisis y a tratarla antes de que sea demasiado tarde, cambiando estas pequeñas cosas del día a día.
3. Trabajo en equipo, amor y tolerancia
Otra clave para atravesar esta crisis y no morir en el intento es simplemente el trabajo en equipo, un trabajo que se fundamente en el amor y la tolerancia, lo que va a implicar en algunos momentos que debamos tener conversaciones un tanto incómodas pero necesarias para seguir adelante juntos. De ahí la importancia de la comunicación ya comentada.
4. No descuidar la relación: el tiempo en pareja
También es importante, dentro de lo que la dinámica y la nueva logística familiar permita (lógicamente, con la llegada de un bebé es difícil), pasar un tiempo a solas con nuestra pareja y tratar de que sea lo más ameno posible, aunque sean solo 10 minutos al día. Es importante seguir cuidando la relación de pareja y mantener vivo ese amor en el día a día.
¿Y si decidimos romper?
Y si no acaba pasando esta crisis, también es importante reconocer cuándo hemos llegado a ese punto de decidir separarnos, aunque duela y dé mucho miedo. Eso sí, recuerda que los primeros meses (y años) tras la llegada de la criatura son muy intensos, y quizás no sea el mejor momento para tomar decisiones importantes en nuestra vida.
Tal vez debamos darnos la oportunidad de adaptarnos a estos cambios para luego, poder decidir con mayor libertad. Si finalmente decidís seguir vuestros caminos por separado, es importante que al menos podáis transitar una ruptura lo más sana posible para ambas partes, y sobre todo, para la criatura que acaba de llegar.
Recuerda siempre que un terapeuta de pareja puede ayudarnos en ambos casos, tanto si decidimos continuar como si decidimos terminar la relación de pareja.
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