Comprar golosinas o caramelos, repetir un postre, tomar un snack a deshoras… a ver, tampoco se trata de prohibirles todo, de vez en cuando el paladar de un niño también necesita disfrutar, pero cuanto menos conozcan y abusen de los dulces preparados, menos riesgos de que se aficionen a ellos.
Es una cuestión de naturaleza, a la mayoría de niños les encantan los dulces, y para muchos padres es igual de natural premiar a sus hijos con ellos para conseguir que se terminen la comida, hagan los deberes o recojan su habitación. Es necesario saber, que esta actuación puede generar malos hábitos en los pequeños, en primer lugar, porque hacer los deberes es una obligación que no debe ser recompensada, y en segundo lugar, porque el premio suele ser un alimento poco saludable.
Mucho mejor es la idea de premiar (en caso necesario) al pequeño con su plato preferido para comer o cenar, la tortilla de patatas, el pollo empanado o los macarrones gratinados, lo que sea, siempre le alimentará y no le llevará a un hábito caprichoso. Otra opción es que los dulces sean saludables y naturales, como puede ser la gelatina o la fruta.
Como padres siempre debemos pensar en lo que más conviene a nuestros hijos, no en lograr nuestro propósito. Ya sabemos que lo que más precisan los niños es la atención de sus padres, la dedicación que les podamos otorgar resultará mucho más beneficiosa para toda la familia.
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