Los niños van de azul y las niñas de rosa. Los niños llevan pantalones y las niñas vestidos. Las niñas llevan trenzas y coletas y los niños el pelo corto o bien suelto. Esto podría ser un resumen muy básico de la tendencia en cuanto a imagen de los bebés y niños se refiere.
Todos nos movemos, más o menos, dentro de esos márgenes, ya que no vestimos a nuestros hijos con vestidos, ni a las niñas las vestimos con ropa destinada a los niños (aunque ésta es más unisex y tampoco sería tan extraño).
Todos, menos unos padres canadienses que han decidido no desvelar a nadie el sexo de su bebé ya nacido y darle total libertad para vestir tanto con ropa destinada a los niños como con ropa destinada a las niñas.
La pareja, formada por Kathy Witterick, de 38 años, y David Stocker, de 39 años, tiene ya dos hijos varones, llamados Jazz, de 5 años, y Kio, de 2. Estos dos niños empezaron, desde más o menos los 18 meses de edad, a elegir la ropa que querían ponerse y sus padres no les limitaban a la zona de niños, sino que les dejaban elegir también entre lo que podían encontrar en la sección de niñas.
Además pueden llevar el peinado que les guste más, ya sea llevar el pelo largo o corto. A Jazz, el mayor, por poner un ejemplo, se le ha visto ya con un vestido rosa y en la actualidad lleva el pelo largo, por debajo de los hombros, recogido con una coleta.
Según dice el matrimonio, quieren dar a sus hijos la libertad de elegir lo que quieren ser. Con los dos hijos que ya tienen siempre ha existido esa capacidad de decisión, pero la gente sabía que eran niños, a pesar de todo. Ahora, con el bebé que acaba de nacer, al que han llamado Storm (Tormenta), ni siquiera han querido decir a nadie su sexo.
Las críticas hacia esta familia no han tardado en llegar, por querer salvaguardar la integridad psicológica de esos niños que quizás sean objeto de burla de otros niños. Sin embargo, han aparecido también voces apoyando su manera de proceder, pues es una manera de romper con normas sociales establecidas que no tienen por qué ser inamovibles.
Como me dijo una vez un profesor: “no hay nada de malo en llevar una cáscara de plátano en la cabeza, pero el primero que lo lleve seguro que es la burla de todos". Personalmente creo que nunca haría algo así con mis hijos. No es que me parezca mal, ni mucho menos, sino que recuerdo mi infancia, cuando me decían “niña" aquellos adultos que no sabían distinguir mi sexo, y la verdad es que no me gustaba demasiado. Ahora muchos adultos miran a mis hijos y preguntan si son niños o niñas y muchos directamente dicen “cuidado con la niña". Si esto sucede vistiéndolos con ropa de niño, imaginad qué pasaría si vistieran con vestidos y llevaran trenzas.
Por cierto, yo, viendo la cara del bebé, estoy casi seguro de que es otro niño.
Vía | El Tiempo
Foto | Mirror
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