Verano es sinónimo de olor a brisa marina, de piel tostada por el sol, de sandía en la playa, de noches de verbena en el pueblo y de largas tardes de confesiones con los amigos. Sinónimo también de primeras veces: sobre todo, para nuestros hijos adolescentes.
Y es que justamente se encuentran en esa edad en la que empiezan a arreglarse y a volverse más coquetos, a adquirir más autonomía, a salir con los amigos en el pueblo, a ir a conciertos y fiestas de pueblo, a enamorarse...
Por eso, el verano para los adolescentes puede ser maravilloso; una época que se quedará grabada en su memoria para siempre. ¿Qué cosas pueden vivir en estos meses? ¿Cómo entenderlos y acompañarlos mejor en esta etapa, dejándoles la libertad que necesitan?
El verano para los adolescentes: esa época llena de primeras veces
La adolescencia comprende el período de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta, entre los 10 y 19 años aproximadamente, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Durante estos años, ¡pasan mil cosas en la vida de nuestros hijos! Sin embargo, también es cierto que hay épocas más intensas que otras, debido al contexto y por múltiples razones. Una de estas épocas es el verano: sobre todo, los primeros veranos siendo adolescente.
Ya que el rango de 10 a 19 años es bastante amplio, aquí nos centraremos en los años centrales del mismo; entre los 13 y los 16, aproximadamente. Cogemos una cifra orientativa para hablar de las actividades que les suelen gustar a los chicos de estas edades, y de aquellos planes que tienen interés en hacer durante el verano.
Verano adolescente en el pueblo
Hay muchas familias que en verano deciden ir a pasar unos días o semanas al pueblo. Está claro que no todos los adolescentes tienen pueblo, pero los que sí lo tienen, tienen la oportunidad de disfrutar de unos días muy diferentes si están acostumbrados a vivir en la ciudad.
En el pueblo el tiempo se ralentiza, y por ello ofrece un escenario perfecto para desconectar, conectar con la naturaleza, tomarse las cosas de otra forma, disfrutar, olvidarse del colegio o el instituto, ir a la piscina, ver los atardeceres...
Además, en el pueblo los chicos pasan muchas horas en la calle, jugando o charlando con sus amigos, paseando, yendo en bicicleta... Y en este contexto y con estos amigos, amigos que muchas veces son para toda la vida, vivirán también sus primeras veces en muchas cosas.
Las primeras fiestas
Los adolescentes se encuentran en una edad en la que ya no son niños pero tampoco adultos, y por lo tanto, aún están tanteando esa libertad y esas ansias de autonomía.
Y en ese camino ya empiezan las primeras salidas nocturnas, sobre todo en el pueblo (en las grandes ciudades aún son "pequeños"). Pero en el pueblo es más fácil salir y que como padres no nos preocupemos igual, porque se trata de un sitio seguro donde todos se conocen (aunque eso no quita que no debamos marcar ciertos límites, como por ejemplo la hora de llegada).
Así, llegan las primeras fiestas mayores (las fiestas de pueblo), o las primeras fiestas de barrio, con música y buen ambiente, que tanto gustan a los adolescentes.
El primer (des)amor
El primer amor también es una experiencia común durante los primeros veranos de los adolescentes. En este ambiente relajado, ya sea en el pueblo, o en algún viaje, es más fácil que surjan las primeras chispas con alguien, esos enamoramientos que recordaremos toda la vida.
Y ese primer amor -también más inmaduro, más "loco"-, a veces, también conlleva el primer desamor (como dice la novela de José Luis Martín Vigil, primer amor, primer dolor).
Por ello, aunque a veces ese primer enamoramiento puede tornarse una experiencia agridulce, con los años y la perspectiva que da la vida, tus hijos no se arrepentirán de haberla vivido.
Los amigos: un aspecto fundamental en su identidad
Con la llegada de estas primeras veces que comentamos, también llegan las primeras disputas imporantes con los amigos, los primeros conflictos, las primeras experiencias más íntimas con ellos, el hecho de pasar tantas horas juntos... Se van forjando amistades que durarán para siempre, y otras que dejarán una huella imborrable.
Y con todo ello, llega también la experimentación de ciertas emociones que quizás nunca antes se habían vivido con esa intensidad; emociones como la decepción, la alegría, el amor incondicional por los amigos... y con todo, el adolescente a su vez irá definiendo cuáles son sus valores, o qué valora de un amigo: tal vez la honestidad, la compañía, el apoyo incondicional, el tiempo compartido, etc.
Y es que en la adolescencia, los amigos juegan un papel central para el desarrollo de la autoestima, la identidad, la personalidad... Y todo esto puede intensificarse en verano.
¿Cómo acompañar a nuestros hijos en esta etapa y gestionar su afán de libertad?
Lo cierto es que la etapa que les viene a nuestros hijos, con el verano, es una etapa muy bonita que seguramente, vivirán con mucha intensidad. A la hora de acompañarles y entenderles, es importante que nos pongamos en su piel y recordemos qué necesitábamos nosotros cuando éramos adolescentes.
Buscar ese punto medio entre potenciar su autonomía dejándoles libertad y confiando en ellos, y hacerles saber que pueden contar con nosotros para todo lo que necesiten. Siempre seremos su refugio y su apoyo, aunque crezcan y las cosas cambien.
Por otro lado, Diana Al Azem, orientadora educativa y creadora de la web Adolescencia positiva, sugiere que, si queremos cultivar su libertad sin dejar de educarles y de hacerles saber que estamos "ahí", es importante que los adolescentes sientan que:
- Pueden resolver sus problemas.
- Cuentan con un grupo de iguales que les entienda.
- Tengan la percepción de que están preparados para ir alejándose poco a poco de sus progenitores.
Y recuerda que tu hijo adolescente te seguirá necesitando cerca, para poder gestionar sus emociones cuando sienta que éstas le desbordan en sus primeras veces, debido a esa intensidad con las que vive las cosas, y también para compartir sus momentos de felicidad contigo.
Se trata, simplemente, de estar ahí y de poder disfrutar con ellos también de esta etapa que puede ser un espejo para nosotros, un viaje en el tiempo cuando teníamos su edad y creíamos que todo era sumamente importante, porque así lo vivíamos.
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