Te vas a convertir en madrastra, unos peques van a entrar en tu vida... y tú en la suya. Articular este nuevo rol no es fácil y puede generar mucho estrés. Para ayudarte con ello y que disfrutes de este camino, que en realidad es muy bonito, con tu pareja y con los peques, te dejamos unos cuantos consejos.
Ajustarse al nuevo rol no es fácil
Según Lisa Doodson, psicóloga y autora del libro “How to be a happy stepmum”, las madrastras tienen un papel complicado que puede generar estrés, ansiedad e incluso depresión.
Las demandas de este nuevo rol son complejas y generan mucha incertidumbre. Señala la autora que a diferencia de la maternidad biológica, sobre la que hay reglas sociales de todos los colores y modelos sobre qué se espera de nosotras (que por otra parte nos hacen la vida un poco imposible, todo hay que decirlo), en el caso de las madrastras no existe tal definición... y cuando la hay, se trata de ese prototipo de cuento, esa madrastra malvada que quiere quitarse de en medio a la prole.
Es, entre otras cosas, precisamente esa falta de marco conceptual, de definición de rol, un factor que puede afectar negativamente al ajuste de estas mujeres a su nueva situación.
¿Qué se espera de una madrastra? ¿Qué espera concretamente la pareja y el niño? ¿Qué he de hacer? ¿Hasta dónde tengo que “entrar” y dónde debo matenerme al margen?
La incertidumbre hace que nos estresemos, puede generar angustia y derivar, como decía, en alteraciones del estado de ánimo que verdaderamente nos afecten.
Si ya eres madre puede que tengas más estrés
Siguiendo de nuevo a Doodson, las mujeres que tienen a su cargo a hijos propios y a los hijos de su pareja serían las que sufren mayores niveles de ansiedad. El ajuste de la nueva relación, el ajuste de los propios hijos, la relación entre los nuevos hermanos... Son muchas las variables que pueden actuar como fuentes de estrés para estas mujeres.
Pero el estrés (y la ansiedad) también afectan especialmente a aquellas mujeres que no tienen hijos. Esto se debe, de acuerdo con la autora, principalmente a dos factores:
- La falta de experiencia -y por tanto de confianza- en lo que a crianza respecta, que las hace sentir especialmente inseguras.
- El cambio tan abrupto de estilo de vida, pasar de estar soltera a un hogar con niños (transición que ya han hecho y experienciado aquellas que tienen hijos).
Cómo afrontar tu nuevo rol
Seguro que lo estáis haciendo genial, pero por si necesitáis una ayudita extra, aquí os dejamos unas cuantas ideas y consejos para que todos vaya rebien.
1. Despacito
Como titula la archiconocida canción de Luis Fonsi (que seguro ahora mismo estás tarareando), vamos a ir despacito, suave, suavecito. Y con mucha calma, añado.
Ten en cuenta que para el peque eres una persona que está entrando en su vida, un nuevo adulto, con un rol que no tienen nada claro en qué va a consistir: necesitan tiempo para adaptarse a los cambios, para conocerte y empezar a establecer una relación contigo.
No te presiones, no le presiones, daos un tiempo para fraguar vuestra relación: el afecto es algo que se va forjando poco a poco, por eso es tan valioso.
2. Define (definid) bien tu rol
Una de las principales fuentes de estrés, como decía antes, viene de no tener claro qué se espera que hagas, en qué terrenos opinar y en cuáles no... de no tener claro cuál es, exactamente, tu rol.
De la misma manera que cuando empiezas una relación y te vas a vivir con alguien estableces “las normas” que articularán esas relación (aunque no se haga de manera explícita), en este caso resulta positivo que tu pareja y tú dejéis claro desde el principio cuál es tu rol, cuáles son tus responsabilidades para con los niños... como si fuera una definición de en qué consiste un puesto de trabajo, para que me entiendas.
Cuanta menos ambigüedad haya, menos posibilidades de malestar para ti, porque tendrás un marco de actuación. Pero es que además, al ser algo pactado con tu pareja (padre de las criaturas y amore tuyo) hay menos riesgo de conflicto derivado con él, y encima refuerza la sensación de equipo, algo absolutamente necesario en cualquier pareja en general, y para vosotros en particular.
3. No estoy al mando
Directamente relacionado con el anterior viene este punto, porque se trata de un aspecto muy delicado en ese rol que estáis estableciendo.
De entrada, al principio, no intentes impartir disciplina, tomar grandes decisiones o participar en conversaciones trascendentales con los niños.
En estos primeros momentos lo más importante es que os conozcáis, que tengáis una buena relación de base en la que se vayan asentando las posturas, los roles.
Ve poco a poco, deja que su padre se encargue de estos aspectos al principio. Esto no significa, obviamente, que si ves al peque en peligro no hagas nada, ni que te dediques a ser “la nueva adulta guay que nos deja hacer lo que nos da la gana”: tengamos un poco de sentido común.
En estos primeros momentos lo que necesita el peque, y lo que necesitas tú, es ir estableciendo, como decía, una relación de confianza, lo más importante es que os vayáis conociendo, que estéis a gustito juntos, que os llevéis bien y os vayáis cogiendo cariño.
4. No te sientas culpable
Es posible, esperable y normal (en el sentido estadístico) que no sientas un gran afecto por los hijos de tu pareja nada más conocerles (o incluso más adelante).
Si creemos que así debe ser, que debemos sentir un flechazo inmediato, lo vamos a pasar mal si no lo sentimos. Entonces, en ese caso, además de todo lo que ya nos estresa de esta situación, además, como si fuera poco, nos sentiremos culpables por no sentir lo que “deberíamos sentir”.
Ajusta tus expectativas, y si te sientes mal busca consejo de profesionales o de personas que estén en tu misma situación.
4. No compres su amor... ni les sobrecompenses
Al principio la cosa seguramente vaya despacio (de hecho es lo deseable, como decía antes), tanto que incluso te parezca que más que avanzar, retrocede. Si además tienes hijos propios es posible que tengas la sensación de estar siendo injusta con unos o con otros, o te sientas mal por no atenderles de la misma manera.
En cualquiera de los dos casos citados, no intentes suplir “lo que falta” o compensar a los niños (por eso que crees que no les estás dando o por lo complicado de la situación) comprándoles juguetes, haciéndoles regalos o llevándoles a tener experiencias “guays” así un poco “por la cara”: no es manera de ganarse su afecto ni les ayuda a pasar por esta etapa “más fácilmente”.
5. Acepta la situación... y a su ex
Nos guste más o nos guste menos, su ex es la madre de sus hijos y va a estar presente en vuestra vida... toda la vida, de manera que cuanto mejor sea vuestra relación (entre vosotras, y entre vosotros tres), mejor.
A veces esto no es fácil, lo sé, pero precisamente la aceptación del hecho de que “ella va a estar ahí” nos proporciona una perspectiva que hace más sencillo el afrontamiento.
No te “enganches” en las cosas que no funcionan, no rumies (ni la pongas verde constantemente en tu cabeza): esto solo hará que cada vez te sientas peor con respecto a ella, y acabará afectándote a ti y a todos.
Buscad soluciones juntos partiendo de la base de que lo más importante es el bienestar de los niños (son menores, ellos no tienen culpa de las historias que nos traemos entre manos los adultos) y que, como decía, dado que vais a tener que interaccionar mucho tiempo, cuanto mejor lo hagamos, mejor estaremos todos.
En el caso de que la situación con la ex pareja sea complicada, habla con tu pareja para trazar un plan, para hacer un frente común y, como equipo, abordar la situación sin que ello os desgaste demasiado ni a nivel individual ni de pareja.
6. Cuídate
Formar una nueva familia, formar una nueva familia, puede ser estresante, tanto a nivel individual, familiar y de pareja, así que vamos a intentar estar lo mejor posible, para lo cual tenemos que cuidarnos y mimarnos.
Si nos dejamos, si no nos cuidamos, es posible que nuestro estado de ánimo se resienta, y mucho. Eres importante, necesitas estar bien.
Busca momentos para ti, establece todos los días un ratito en el que hagas cosas que te hacen sentir bien, autocuidados, mimos.
Mantén relación y contacto con tus amigos, sal, charla, activa esos otros roles que no son los de “pareja o madrastra”. Ve al cine, museos, conciertos o a ese taller de acuarela que tantas ganas tenías de hacer. Haz, haz cosas que te hagan sentir bien, lo necesitas.
7. Cuidad vuestra relación de pareja
Es fundamental para que esto funcione que vosotros estéis bien, que tengáis claro que tenéis que ser un equipo, una unidad, y que os cuidéis y miméis.
Una comunicación eficaz es la clave para el éxito: tenéis que escucharos el uno al otro y ser capaces de expresar vuestros sentimientos al respecto. Pero también es importantísimo que sepáis negociar y lleguéis a pactos (en cualquier relación hay que hacerlo, pero en vuestro caso, en el que hay variables extra, más).
Y es que no siempre vais a estar de acuerdo con todo, pero... ¿quién lo está? En un equipo se pactan cosas y se afrontan juntos, eso es lo importante.
8. Disfruta
Puede que esta nueva etapa no sea fácil, pero ojo, eso no quita que no pueda ser muy bonita: estáis construyendo una familia, ¡es un proyecto maravilloso!
Y si sientes que te supera, que no puedes con la situación, que te sientes mal, acude a un profesional que te ayude a gestionar todo esto, o que os asesore sobre las mejores vías para que vuestro caso funcione estupendamente.
También puedes consultar en el Servicio de Atención a Familias Reconstituidas de la UNAF (Unión de asociaciones familiares).
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