Quizás te encuentres en esa etapa de la maternidad en la que día sí y día también te toca cumpleaños infantil. Y te da pereza pensar en celebrar el de hijo, porque toca invitar, ocuparse de todo y añadir una cosa más a esa carga mental que soportamos las madres.
Si admites un consejo de madre con hijos ya mayores, no te desesperes y mira la futura fiesta y celebración como una oportunidad de agasajar a tu hijo y regalar a los niños (y a tí misma también) unos momentos felices juntos y un ramito de recuerdos inolvidables. No en vano, conmemoras el día más importante de tu vida: el día en que nació tu pequeño y te cambió para siempre.
Quizás ahora te resulte difícil creerlo, pero te aseguro que celebrar el cumple de nuestros hijos merece la pena aunque sea pequeño y no lo recuerde, sin que eso implique que tengas que tirar la casa por la ventana o creas que “para qué esforzarse si no se va a acordar del momento”. Estas son mis nueve razones de madre por las que deberías hacerlo todos los años.
Para los niños, su cumpleaños es un día mágico. Cuando ya han celebrado el primero o han acudido como invitados a alguno, comienzan a contar las horas que quedan hasta que llegue el ansiado momento. Y si aún no son capaces de entender el paso del tiempo, vuelven locos a sus padres preguntando cuánto queda para que llegue su fiesta, casi inmediatamente después de celebrar la última.
Es lógico: son niños y quieren divertirse y ¿a quién no le gusta convertirse por un rato en el centro de miradas y atenciones? Eso sí, no te engañes. No necesitas ser original para que todo sea perfecto: solo tienes que echarle ganas y mucho, mucho amor.
Claro está que perseguimos verle feliz, aunque esa es solo una de las razones por las que los padres preparamos sus fiestas. Te aseguro que hay muchas más.
1) Disfrutas de la complicidad con tu hijo o hija
Cuando son pequeños, creemos que van a seguir siéndolo toda la vida y que tendremos tiempo de sobra para hacer cosas juntos. Pero cuando llegan a la adolescencia y comienzan a hacer planes con sus amigos y tú te quedas en un segundo plano, recuerdas con nostalgia cuando hacíais planes juntos.
Por eso, hay que aprovechar y mucho, los momentos para compartir que nos brinda el día a día. De hecho, yo en concreto, recuerdo con mucho cariño la organización de las fiestas de cumpleaños a medias con mi hija, ya que ella siempre ha sido muy detallista.
Para empezar, la elaboración de la lista de invitados entre las dos. Porque, claro, había un tope de niños y teníamos que decidir a quién invitaba y quien se quedaba fuera (aunque luego acordábamos que vendrían a dormir a casa otro día, para compensar).
Después, decidir cómo la íbamos a celebrar. Cuando comenzamos a barajar las posibilidades, yo ya he visto previamente en internet dónde podríamos ir o cuánto cuesta cada cosa y le planteaba solo aquellas que entraban en presupuesto.
Hacer las invitaciones, a mano y personalizadas. Cuando era muy pequeña, su padre y yo hacíamos algún montaje en Photoshop, con su cara y alguno de sus personajes favoritos, y después ella escribía el nombre de sus amigos con un gran esfuerzo. Al ir ganando habilidades, ella se encargaba del diseño: dibujos, recortes...
Elegir el regalo que dar a los amiguitos. Reconozco que no he sido una madre perfecta en ese sentido (ni nunca he pretendido serlo) y que he caído en la tentación de los chuches. Soy consciente de que hay otras alternativas mejores (al cole hemos llevado brochetas de fruta, por ejemplo) pero, ¡soy culpable! Por suerte ningún padre ni niño se quejó en ese sentido y a los peques les encantaba.
Preparar las bolsitas. Así que comprábamos diferentes variedades y la tarde anterior al cumple mis hijos y yo nos dedicábamos a ir metiendo en bolsitas una de cada, las mismas en cada bolsa. Quizás parezca una tontería, pero ese tiempo de llenar las bolsitas cumpleañeras de chuches, se convirtió en una tradición familiar.
2) Te encanta verle tan feliz
Sinceramente, creo que ese es el motivo principal. ¿Qué no haríamos como padres para arrancar unas risas a nuestros hijos? Y pocos momentos son tan especiales como cuando están rodeados de sus amigos, haciendo juegos divertidos que papá y mamá han pensado para ellos.
Aunque sea un día al año, ellos son los protagonistasy sus amigos soplan con él las velas y nuestro peque no puede dejar de sonreír. Y cuando tras la fiesta, agotados de ir mil veces al baño con cada enano (parece que todos quieren hacer pis a la vez), de consolar al que llora, al que asegura que le han empujado, al que no quiere tarta... llegas a casa y al acostarle tu hijo te suelta "ha sido el mejor día de mi vida. Gracias mami", se olvida todo. Sin duda alguna, volverás a repetir el año próximo.
3) Celebráis juntos lo increíble que es que haya llegado a tu vida
Vale, de acuerdo. Quizás no recuerde su primer cumpleaños, ni el segundo y quizás tampoco el tercero. Pero mejor calla la boca a quien no tenga hijos y te intente convencer de que para qué esforzarse si el niño no se va a acordar.
Pues para eso estás tú, para recordarle lo especial que es tenerle en tu vida. Por eso, creo que sí hay que demostrárselo. Aunque no lo recuerde, se lo pasará genial en su fiesta de aniversario, aunque sí quizás no sepa lo que se festeja, pero a todos los bebés les encanta soplar las velas mientras aplauden con nosotros e intenta cantar.
Y cumpleaños tras cumpleaños iremos llenando un álbum de fotos y grabando vídeos que os aseguro que les encantará ojear una y otra vez cuando sean mayores. En mi humilde opinión, creo que les ayuda a reforzar la idea de lo importante que son para sus padres y eso por supuesto que les gusta.
4) Conocerás mejor a sus amigos y cómo son (candidatos a fiestas de pijama)
Quizás creas que tu hijo aún es muy pequeño y que aún queda lejos el momento en que se vaya a dormir a casa de un amigo o quiera invitar a alguno a casa. ¡Error! Llega antes de lo que te imaginas. Y cuanto antes conozcas a esos amigos para saber cómo son y cómo hay que tratar a cada uno de ellos, mucho mejor.
Te aseguro que es mejor hacerlo en un momento divertido como un cumpleaños y en pequeñas dosis, que no encontrarte con que se queda a dormir en casa y tiene miedo a la oscuridad, hay que contarle cuentos antes de irse a la cama, solo come pasta...
Por suerte, mi hijo mantiene sus cuatro mejores desde infantil y ya son miembros con derecho propio en esta familia. Me encanta que se lleven tan bien y en eso los cumples y las fiestas de pijama, creo que han tenido también algo que ver.
5) Te da la posibilidad de exhibir tus dotes decorativas y organizativas
¿Por qué no? Si siempre te ha gustado organizar fiestas o decorar espacios, con tus hijos tienes una oportunidad de oro para disfrutar. Además, no podrás tener 'clientes' tan agradecidos. Porque mientras cuentes con globos para jugar (con precaución y siempre bajo vigilancia adulta) y cintas que ponerse, todo les parecerá estupendo.
¡Parece mentira con todos lo juguetes que se regalan y al final terminan jugando siempre con las mismas cosas!
Y por cierto. Piensa que quizás alguno de los padres les encante tu buen gusto decorativo y termine ofreciéndote un trabajo como decoradora que puede ser el sueño de tu vida.
6) Es una oportunidad para ‘relacionarte’ con otros padres y crear una red de apoyos
Si no tienes a los abuelos cerca ni una red de apoyo familiar cerca, contar con otros padres que pasan por la misma situación que tú, será una alianza perfecta.
Os podéis ayudar esos días en los que no hay cole, pero sí hay que trabajar: si uno pide el día, puede quedarse con algún amiguito. O tirar de teléfono para que 'te retengan' a tu hijo en la puerta "porque vas de camino", o incluso para preguntar por ese examen que se ha olvidado de apuntar en la agenda...
Y la mejor forma de establecer esas alianzas, es en los cumpleaños. Por mucha pereza que te dé tener que conocer a los padres de los compañeros de clase de tu hijo. Te aseguro que, con el paso del tiempo, algunos de ellos pueden llegar a convertirse en grandes amigos.
7) Le regalas recuerdos inolvidables para tu hijo (y también para ti, no te engañes)
Parece mentira. ¡Cuántas veces habré vuelto a ojear los álbumes de fotos de mis hijos y habré sonreído viendo el paso del tiempo! Las fotos del cumple son quizás los momentos que más me hacen sonreír, porque a medida que va aumentando el número de velas en la tarta, van sumándose recuerdos. Y eso no tienen precio.
Una amiga mía tenía la costumbre de ir reuniendo las fotos de sus hijos de todo un año y, cuando llegaba su cumple, las miraban juntos en familia, para comprobar cómo habían cambiado y rememorar esos momentos especiales de nuevo. Comenzó haciéndolo en papel y terminó dejándose seducir por el reportaje digital. Me parece una idea fantástica para copiar. ¡Seguro que te la presta!
8) Refuerzas su autoestima
No hay mejor regalo para un niño que sentirse querido. Y aunque se lo demuestres cada minuto de su vida, no está de más reforzárselo preparando una fiesta donde es el gran protagonista.
Además, estará rodeado de sus amigos, que han querido divertirse con él, que le demuestran que para ellos es importante. Y el recuerdo de ese día, aunque incluso no sea capaz de memorizarlo de forma consciente, le ayudará cuando se sienta solo o indefenso.
Porque está claro que los niños nos adoran, pero necesitan relacionarse con sus semejantes (igual que hacemos los adultos). Incluso llegará un momento en que sus amigos sean lo más importante. Eso es crecer.
9) Piensa que es el primer día de una nueva etapa
Si después de todas estas razones aún no estás convencida de celebrar su próximo cumpleaños, párate a pensar que a partir de este día comienza una nueva etapa en la vida de tu hijo, un año nuevo lleno de nuevas experiencias y oportunidades y que este día ya no se va a repetir.
Qué mejor manera que cerrar un ciclo con una fiesta. Disfruta de cada momento con tu hijo, conmemora cada avance, porque la maternidad (y por supuesto también la paternidad) es una etapa fantástica que debemos aprovechar al máximo. Y te lo dice una madre que ya no tiene que organizar los cumpleaños de sus hijos con sus amigos. Y, por mucho que haya podido protestar en el pasado, ahora los añoro.
No hace falta montar una gran fiesta
Sin duda para mí es lo más importante: convencerse de que a cualquier niño no le importa tanto que la fiesta sea espectacular, como el divertiste con sus amigos y contar con la complicidad de papá y mamá.
Mi hijo cumple los años en mayo, cuando en Madrid suele hacer ya buen tiempo. Ha tenido cumpleaños muy especiales en el estadio del Atlético de Madrid (experiencia inolvidable para él y sus amigos) o en un parque de aventuras, por ejemplo, pero los cumpleaños que recuerda con más cariño son los dos que celebramos en un merendero de la Casa de Campo.
Montábamos una mesa con la comida y bebida que previamente habíamos preparado en casa. Tampoco nada especial: sandwich de jamón, queso y chorizo, refrescos, zumos, patatas fritas y gusanitos, y una tarta. Estaban tan entretenidos jugando al fútbol con nosotros, tirándose globos de agua o saltando en las colchonetas, que apenas unos pocos la probaron.
Pero era su momento de soplar las velas juntos y de crear su recuerdo homenajeando a su amigo que cumplía los años. El primer año lo hicimos allí porque el presupuesto no llegaba para más y mi casa es muy pequeña para acoger a 10 niños que lo que necesitan es correr, saltar y jugar. Pero les gustó tanto la iniciativa, que al año siguiente mi hijo me pidió repetir en el mismo sitio y sus amiguitos apoyaron la idea.
Sí, quizás implique más esfuerzo por tu parte organizarlo todo para llevar a los niños desde el colegio y además hacer la tarta (que preparamos los dos la tarde anterior), llevar todas las bolsas con las cosas, comprar los manteles de papel, decorar la zona, vigilarlos para que no se caigan o no se pierdan... Pero escuchar sus risas hace que todo merezca la pena una vez más.
Fotos | iStock , Rosy smith en Pixabay
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