Tu bebé ya está listo para comenzar con la alimentación complementaria, pero este momento suele generar muchas dudas en los padres, que se plantean cómo hacerlo, qué alimentos introducir primero y qué cantidades son las más adecuadas.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) a través de sus Comités de Nutrición y Lactancia, ha publicado una completa guía con las últimas recomendaciones, basadas en la evidencia científica, que debemos considerar a la hora de comenzar con la alimentación complementaria.
¿Qué es la alimentación complementaria?
La alimentación complementaria (AC) es un proceso por el cual el niño comienza a ingerir otro tipo de alimentos distintos a la leche materna o de fórmula, que hasta entonces había tomado. Este proceso debe hacerse de manera paulatina, y nunca como sustitución de la leche sino como un complemento de esta.
Cuándo comenzar con la alimentación complementaria
- Si el bebé está siendo alimentado con lactancia materna, la alimentación complementaria comenzará a partir de los seis meses, pues tal y como recomienda la OMS, la leche materna debe darse en exclusiva y a demanda durante el primer medio año de vida del bebé.
Si el bebé está tomando leche de fórmula, la incorporación de otros alimentos se puede llevar a cabo entre el cuarto y sexto mes si el pediatra lo recomienda, siendo adecuado esperar a que el niño de muestras de estar preparado para comenzar.
Si el bebé es prematuro, el inicio de la alimentación complementaria debe individualizarse atendiendo a su desarrollo motor y a otras peculiaridades o circunstancias que el pediatra considere. Pero en líneas generales, se estima que una edad corregida de seis meses podría ser apropiada para comenzar la introducción de sólidos en la dieta de la mayoría de los prematuros.
¿Puedo comenzar a ofrecer alimentos a mi bebé antes o después de lo recomendado?
Una introducción precoz de la alimentación complementaria conlleva:
Mayor riesgo de gastroenteritis aguda
Mayor riesgo de infecciones del tracto respiratorio
Sustitución de tomas de leche por otros alimentos menos nutritivos
En caso de estar alimentado con lactancia materna, se puede producir una interferencia en la biodisponibilidad de hierro y zinc que ofrece la leche
A largo plazo, la introducción precoz de alimentos conlleva mayor riesgo de eccema atópico, obesidad y enfermedades como la diabetes tipo 1
Por su parte, una introducción tardía de la alimentación complementaria (más allá del séptimo mes) conlleva:
Carencias nutricionales importantes (hierro y zinc, especialmente)
Peor tolerancia a nuevos sabores y texturas
Mayor riesgo de alteración de las habilidades motoras orales
Señales que indican que el bebé está listo para comenzar
En torno a los seis meses, el bebé ya ha alcanzado la madurez necesaria tanto a nivel neurológico, como renal, gastrointestinal e inmune, para comenzar a introducir otros alimentos en su dieta.
Pero además, los pediatras recomiendan prestar atención a otras señales que nos indicarán que nuestro pequeño está realmente preparado para afrontar esta nueva etapa:
Se mantiene sentado con apoyo
Muestra interés por la comida, y es capaz de coger alimentos con las manos y llevárselos a la boca
Ha desaparecido el reflejo de extrusión, un reflejo innato en los bebés que les hace expulsar con la lengua cualquier alimento no líquido que se introduce en su boca
¿Con qué alimentos comenzar?
Según las recomendaciones de la AEP, "no hay alimentos mejores que otros para empezar", pues las pautas varían mucho entre regiones y culturas. Sin embargo, hay unas recomendaciones básicas que se aconseja tener en cuenta:
Comenzar con alimentos ricos en hierro y zinc
No añadir sal ni edulcorantes, para que el bebé se acostumbre a los sabores naturales de los alimentos. Recordemos, además, que la sal puede dañar sus riñones aún inmaduros, y que el azúcar podría ocasionar problemas de salud tanto a corto como a largo plazo.
Además, se recomienda introducir los alimentos en la dieta de uno en uno, y esperar entre tres y cinco días para incorporar uno nuevo, con el fin de observar su tolerancia y detectar posibles problemas de alergia.
Y es que hay que tener en cuenta que en ocasiones, las reacciones alérgicas no se suceden de forma inmediata tras la ingesta, sino que pueden darse varias horas o incluso días después de haber tomado un alimento. Por eso, si se ofrecen varios alimentos nuevos a la vez o no se deja tiempo suficiente entre uno y otro, en caso de producirse una reacción no sabríamos identificar la causa.
Frutas y verduras: qué debes tener en cuenta
Cualquier fruta es buena para comenzar, siempre que se ofrezca de forma natural o entera, y no en zumos. Los pediatras recomiendan ir alternando sabores para que el bebé se acotumbre a todos, y ofrecérselo de diferentes formas (chafadas, en trozos, trituradas...), teniendo especial precaución con la forma de ofrecer aquellas que implican un mayor riesgo de atragantamiento, como las uvas enteras o las frutas duras como la manzana.
En cuanto a las verduras, recordemos que aquellas de hoja verde como las acelgas, espinacas o borrajas no deben ofrecerse antes del primer año de vida, por su contenido en nitritos.
Cereales: cuándo introducir el gluten
Hay diversas formas de introducir los cereales en la dieta del bebé: en polvo disueltos en leche, arroz hervido y chafado, pan, pasta, tortas de maíz, quinoa, avena... Los pediatras desaconsejan los cereales en polvo específicos para lactantes que contengan azúcares añadidos o miel en su composición.
En cuanto al gluten, la recomendación actual es que se introduzca entre los cuatro y los 11 meses, y al inicio en pequeñas cantidades.
Carnes y pescado: alimentos ricos en proteínas
La carne roja es una de las principales fuentes de hierro que no deben faltar en la dieta del bebé, pues los depósitos de hierro van disminuyendo y a partir del sexto mes aumenta el riesgo de desarrollar anemia.
También la carne blanca, el marisco y el pescado (incluido el pescado azul) son excelentes alimentos, aunque hasta los 10 años no se recomienda ofrecer peces grandes como emperador, pez espada, cazón o atún, por su alto contenido en mercurio, y aquellas especies de marisco con alto contenido en cadmio.
Estos alimentos se pueden ofrecer en puré, cocinados, desmigados o en pequeños trozos cuando el niño es más mayor.
Huevos, legumbres y lácteos
Las legumbres y el huevo son una gran fuente proteínas y de hierro, por lo que también deben ofrecerse de manera periódica a partir de los seis meses.
En cuanto al huevo, durante un tiempo se recomendó retrasar su introducción en niños con riesgo de atopía o antecedentes alérgicos. Sin embargo, los nuevos estudios han evidenciado que a partir de los seis meses se puede iniciar su introducción, y en caso de alergia, hay que saber que la exposición temprana al alimento podría ayudar a superarla.
En lo que respecta a los lácteos, podemos comenzar a ofrecer yogur natural y queso a partir de los nueve meses, y leche entera de vaca a partir de los 12 meses. Pero si el bebé toma pecho, es importante destacar que la leche materna debe seguir siendo el lácteo de primera elección, y ofrecerlo por encima de cualquier otro.
BLW: qué dice la AEP al respecto
El método Baby-led Weaning (BLW) o alimentación complementaria guiada por el bebé, consiste en permitir al bebé dirigir su proceso de alimentación,poniendo a su alcance alimentos adecuados para que él decida qué comer y cuánta cantidad.
Para ello, es importante que el niño se siente a la mesa con la familia desde el inicio, y le dejemos experimentar con las manos las diferentes texturas de los alimentos. Con el tiempo, iremos introduciendo los cubiertos.
Antes de comenzar con el BLW es importante conocer cuál es la mejor forma de presentar los alimentos al bebé, qué alimentos ricos en hierro no deben faltar en su dieta y cómo prevenir atragantamientos (aunque esta información es esencial para cualquier familia, con independencia del método de alimentación elegido).
Otras pautas básicas para comenzar la alimentación complementaria
Pero además de todas las recomendaciones que acabamos de mencionar, la AEP aconseja cuidar especialmente el marco afectivo en el que va a desarrollarse esta nueva etapa:
Tener siempre presentes las necesidades del bebé en cuanto a hambre y saciedad, y respetar su ritmo de desarrollo
No obligar al niño a comer, bajo ninguna de sus formas (chantaje, premios, castigos, forzarle, engañarle...)
Si el bebé rechaza un alimento, seguir ofreciéndoselo los días posteriores sin presionar
No consolar al niño con comida (obviamente, no se considera "consolar con comida" la succión que el niño hace del pecho en momentos de estrés, dolor o llanto)
Ser paciente con el niño, no enfadarse, no meterle prisa, evitar distracciones con juguetes o pantallas, y disfrutar de la comida en familia
Vía | Comité de Nutrición de la AEP
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