Como padres siempre buscamos las mejores alternativas para la dieta de nuestros niños, sin embargo, el marketing y la industria alimenticia suele ser engañosa, por lo que a continuación te mostramos algunos alimentos infantiles que parecen saludables pero que no deberías darle a tus hijos si buscas proteger su alimentación.
Yogures para bebés e infantiles
Los primeros yogures que damos a nuestros niños así como otros que se promocionan con dibujos infantiles y mensajes como "ricos en calcio y proteínas" o "para un óptimo crecimiento" pueden tener azúcares añadidos a su composición así como almidón que no es más que un espesante sin validez nutricional.
Por cada vaso los primeros yogures para bebés pueden tener hasta 8 gramos de azúcar, muchos de ellos añadidos industrialmente y variedad de aditivos que en nada contribuyen a la salud. Y ejemplares para niños mayores como cualquier yogur de fresa pueden tener hasta 15 gramos de azúcar en su composición.
Como señala la OCU, mejor evitar los yogures a tan corta edad (antes del año de vida) o acudir a leche, yogur natural que no posee azúcares añadidos o ejemplares sin saborizar que son los que menos azúcar concentran en su interior.
En realidad, el yogur no es necesario, sino que con la leche es suficiente para satisfacer las necesidades de calcio y proteínas de los más pequeños de la casa.
Zumos de frutas comerciales
Son para muchos la forma más adecuada de sumar fruta a los niños, sin embargo, los zumos de frutas comerciales pueden contener mucho azúcar añadido y ser una escasa fuente de buenos nutrientes para el organismo, razón por la cual su consumo es desaconsejado en la dieta diaria de los más pequeños de la casa.
Por cada 200 ml pueden contener hasta 15 gramos de azúcar y son una de las principales fuentes de este nutriente que la OMS recomienda reducir en la dieta infantil como señala el estudio ANIBES.
La Academia Americana de Pediatría recomienda limitar el consumo de zumos de frutas en los niños pues su consumo excesivo puede conllevar un consumo elevado de azúcares y ello asociarse a caries dentales, problemas gastrointestinales y otros.
Lo mejor siempre será una fruta fresca y agua como bebida habitual, pues los zumos de frutas no son esenciales ni conllevan beneficios para la salud infantil.
Bebidas vegetales
Las llamadas hasta hace poco "leches" vegetales o bebidas a base de jugo de soja, almendras, coco, avena u otras son frecuentemente consideradas buenas alternativas para ofrecer a nuestros niños, pues se consideran "de fácil digestión" por no tener lactosa y su solo nombre que menciona "de origen vegetal" es muchas veces suficiente para su consumo.
Sin embargo, las bebidas vegetales no poseen suficiente calcio y muchas veces ni siquiera ofrecen un adecuado aporte proteico, por lo que su consumo en reemplazo de leche materna o de vaca en niños más mayores puede condicionar el crecimiento.
Como si fuera poco, la mayoría de ellas posee un alto contenido de azúcar en su composición, cercano a los 15 gramos por cada 200 ml. Si buscamos una buena opción para ofrecer a nuestros niños, lo mejor será optar por bebidas vegetales sin azúcares añadidos que frecuentemente son también bebidas sin sabor o por supuesto, leche materna o vacuna.
Cereales de desayuno
Los cereales de desayuno infantiles se ofrecen como fuente de energía de calidad, de fibra y otros buenos nutrientes. Sin embargo, aunque son una de las opciones más elegidas para la primer comida del día, la mayor parte de ellos posee una inmensa cantidad de azúcar en su interior, superando el 15%.
Los cereales infantiles no sólo presentan atractivos envases sino que poseen formas, colores y sabores diferentes para captar aun más la atención de los peques de la casa. Sin embargo, no ofrecen fibra ni buenas proporciones de vitaminas o minerales sino que a más color y sabor peor calidad nutricional protagonizada por demasiada azúcar y en algunos casos, grasas trans y sodio en cantidades apreciables.
En su reemplazo, mejor acudir a cereales naturales e integrales, tales como la avena, el arroz, la quinoa u otros sin azúcares añadidos y mejor aun si son sin envase atractivo, sin colores llamativos ni sabores frutales u otros diversos.
Barritas de cereales
La palabra cereales parece ser siempre buena opción para sumar a la dieta de los niños y las barritas de granola, cereales y otros añadidos son de las opciones que más consumen los niños a modo de snack fácilmente trasladable.
Sin embargo, la gran mayoría de ellas son ricas en azúcar y concentradas en calorías, con poca fibra y proteínas que sacian, pudiendo además tener grasas trans y sodio en cantidades apreciables.
Si queremos evitar el exceso de azúcar en la dieta infantil lo mejor es evitar las barritas de cereales comerciales y elaborar alternativas con nuestras propias manos, en lo posible, sin azúcares libres añadidos a su preparación.
Galletas fortificadas
Las galletas son otra de las opciones más escogidas al momento de resolver los desayunos con facilidad, promocionándose muchas veces como enriquecidas o fortificadas y por ello, captando la atención de muchos consumidores que buscan lo mejor en términos nutricionales para sus niños.
Sin embargo, los alimentos enriquecidos no siempre son más sanos que los que no llevan vitaminas o minerales añadidos, y las galletas que se comercializan como buenas fuentes de energía no son más que otra presentación de la bollería industrial siendo por eso, ricas en azúcares, además de sal y grasas de mala calidad en muchas presentaciones.
Lo mejor es elaborar galletas caseras que no poseerán aditivos y podemos escoger ingredientes calidad para sumar a las mismas, siendo lo más recomendable preparar alternativas sin azúcares añadidos.
Estos son buenos ejemplos de alimentos que parecen saludables pero que no deberíamos darle a nuestros hijos si buscamos proteger su salud actual y futura.
Es importante no dejarnos guiar por los mensajes, dibujos y otras estrategias de marketing sino mirar en detalle el listado de ingredientes así como la información nutricional de los productos infantiles en búsqueda de datos valiosos tales como contenido de azúcar, de grasas trans, de harinas refinadas, sal o sodio y otros.
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