Una de las cosas que deberían solucionarse con relativa urgencia es la del permiso de maternidad de las mujeres, que en España es de solo 16 semanas. Un tiempo muy corto si tenemos en cuenta que las recomendaciones actuales dicen que lo mejor es que los bebés sean amamantados en exclusiva durante los primeros 6 meses de vida.
De hecho, aun cuando el permiso fuera de 6 meses sería corto, porque es entonces cuando los bebés empiezan a probar nuevos alimentos, y durante las primeras semanas tienden a seguir tomando mucha leche y comiendo pocos alimentos.
Quizás por esta razón, porque el permiso maternal se acaba antes de tiempo, son muchos los bebés que se quedan al cuidado de la pareja, de los abuelos o de otras personas, y acaban incluso negándose a comer: cuando mamá se va a trabajar y el bebé no come hasta que vuelve.
Probando con todas las alternativas posibles
Suele pasar que a los cuatro meses del bebé, mamá empieza a trabajar y, como digo, queda en manos de alguien que no puede seguir amamantándole. Al ser aún muy chiquitín, sigue necesitando leche materna y sigue esperando recibirla del mismo modo que siempre.
Sin embargo, después de una toma en que la madre intenta dejarlo "bien llenito" para que aguante cuanto más mejor, justo antes de despedirse, al volver el hambre resulta que mamá ya no está, y entonces la persona que está con él tiene que hacer lo posible por que coma algo: la leche que se ha extraído su madre, leche artificial o algunos alimentos en puré que, a pesar de recomendarse a partir de los 6 meses, se adelantan, precisamente, para que coma algo en esas horas.
Y aquí es donde a menudo aparece el conflicto. Hay bebés que se amoldan a la nueva situación y más o menos van comiendo algo (o bastante) y hay otros que no se adaptan tan bien y se niegan a comer nada que no venga dentro de uno de los pechos de mamá.
Entonces llega esa situación en que se prueban todas las alternativas posibles: con la jeringa, con un vasito, con el biberón, con el biberón cuchara, con una cuchara, etc., con el fin de tener un mínimo éxito para quedarse todos más tranquilos y, sobre todo, para que la madre se quede más tranquila cuando llame preguntando si ha comido algo.
Cuando de verdad no come nada
Pero nada. Nada es nada. Que ya ni abre la boca. Que te acercas con lo que sea y la cierra, y aparta la cara. Y hambre tiene, porque es imposible que no tenga hambre, pero es como si se negara: esa bebé testaruda que no quiere saber nada de quien trate de introducirle en la boca cualquier cosa, y venga a tirar leche.
Y pueden pasar muchas horas, que ella erre que erre, que no come, y que se espera, que cuando venga mamá la espera en la puerta si hace falta para llorar hasta que la coja y recuperar el tiempo perdido, tiempo de alimento y de cariño.
¿Y no pasa nada?, os preguntaréis. Y la respuesta es no. No pasa nada si no come durante esas horas porque para el bebé es más importante estar con su madre que comer, y es como si se declarara en huelga para conseguir estar con ella: "Si ahora como, es como si demostrara que no la necesito, pero sí."
O quizás no sea tan complejo y simplemente es una cuestión de costumbre: no sabe que ese biberón, esa cuchara o ese vasito pueden ayudarle a calmar su hambre y su sed, y como además no sabe cómo utilizarlos, se niega a que le pongan eso en la boca, porque lo que necesita es el pecho de mamá, que es el único alimento que conoce.
Al fin y al cabo, hay bebés (no muchos, pero los hay), que son capaces de dormirse a las once de la noche y despertarse a las 7 u 8 de la mañana, que eso son ocho o nueve horas de sueño, sin comer, y nadie se lleva las manos a la cabeza. Pues estos bebés están haciendo eso, precisamente, no comer durante ocho o nueve horas, y el resto de las horas del día "recuperan", haciendo todas las tomas de pecho que necesitan.
¿Hasta cuándo?
Unos días, unas semanas, unos meses. A medida que mamá se vaya yendo cada día y se vaya dando cuenta de que la situación no va a cambiar, que tiene alternativas y que puede hacer uso de ellas, y a medida que vaya aprendiendo cómo comer sin la teta de mamá, irá aceptando hacerlo.
Así, pasado un tiempo, la llamada de teléfono con la pregunta de "¿Cómo va? ¿Ha comido algo?", empezará a recibir como respuesta un "Sí, por fin ha comido un poquito", que pronto se convertirá en un "Sí, ha estado probando algunas cosillas", cuando tenga seis meses y ya pueda entrar en el apasionante mundo de la alimentación complementaria, con todos sus colores y sabores.
Y es que como suele decirse habitualmente, cuando de hijos se habla: todo pasa. Incluso la época en la que pensabas que enfermaría de inanición por no comer, y resultó que solo estuvo unos días sin comer nada, no enfermó, y luego un buen día empezó a abrir la boca como si nada.
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