La típica frase que dice que el cuerpo humano es una máquina perfecta hace tiempo que pasó a la historia. Estamos asistiendo en la actualidad a un fenómeno de “hipermedicación" en que cualquier variante de la normalidad se considera como un error o enfermedad a subsanar y este problema está afectando también a los niños (ya que son medicados por los padres).
En la intención de dar a los pequeños un tratamiento lo más sano posible muchas madres y padres ofrecen a sus hijos infusiones o preparados que muchas veces se venden con la garantía de ser un producto natural, como si la coletilla “natural" significara “exento de efectos secundarios".
La realidad es que las infusiones de hierbas son más peligrosas de lo que parece y por tanto no deberían darse a los niños enfermos, y mucho menos a los sanos (la mayoría de los que las reciben).
Los bebés son más pequeños
Los bebés son más vulnerables que los adultos ante la toma de cualquier medicación dado su menor tamaño y las dosis deben ser calculadas en base a su peso, para evitar intoxicaciones.
Las infusiones de hierbas no dejan de ser tratamientos que pueden tener efectos secundarios ya que la mayoría contienen principios farmacológicamente activos y por lo tanto pueden provocar intoxicaciones según la cantidad administrada.
Si tenemos en cuenta también que la composición de las infusiones o preparados no está estandarizada, el peligro aumenta, pues un sobre de la infusión A puede provocar mayor efecto que un sobre de la infusión B.
No hay datos sobre su seguridad
Se calcula que alrededor del 80% de los medicamentos que actualmente se administran a los niños no han sido estudiados con ellos(básicamente por una cuestión ética… ¿quién dejaría que se hicieran pruebas médicas con su hijo?).
Si no se han realizado pruebas con la mayoría de medicamentos y por lo tanto se administran en base a suposiciones, con el riesgo que ello conlleva, menos seguridad hay todavía en los posibles efectos que puedan provocar las infusiones, que tampoco han sido estudiadas y cuya dosificación no está descrita.
Pueden ser tóxicas
Algunas plantas contienen productos tóxicos y si se toman en cantidad o tiempo suficiente podrían dañar al bebé.
Estamos hablando de alfalfa, amapola, anís estrellado (retirado del mercado español), anís verde, artemisa, boj, boldo, caulofilo, cornezuelo, efedra, eucalipto, fucus, hinojo, hisopo, kava (retirado del mercado español), nuez moscada o salvia.
Muchas infusiones contienen taninos y otros compuestos que ligan el hierro y otros minerales, disminuyendo su biodisponibilidad (o sea, evitando que el bebé lo absorba correctamente). Es el caso, por ejemplo, de la manzanilla, el té verde y otros tipos de tes.
El anís, el hinojo y el comino actúan según su principio activo anetol, un depresor neurológico que produce, según la dosis, somnolencia, convulsiones y coma. Por desgracia existen muchos casos de niños intoxicados con estas hierbas (sobretodo por el anís estrellado).
Azúcar y agua: mejor no
Otro factor a tener en cuenta es el azúcar con que se suelen preparar. El azúcar aumenta el riesgo de obesidad y caries y predispone a los niños al sabor dulce, dificultando más adelante la aceptación de otros sabores.
Las infusiones, además, no tienen ningún valor alimenticio, por lo que no sustituye nutricionalmente a ningún otro alimento. Si el que la toma es un bebé lactante la sustitución de leche por una infusión (agua+hierbas) es todavía más grave, pues estará llenando el estómago de líquido cuando podría haber recibido una toma de leche, mucho más nutritiva.
Un punto y aparte merecen las infusiones instantáneas para bebés, que vienen en latas para ser preparadas con agua. Para hablar de ellas publicaremos otra entrada dentro de unos días.
Más información | Guía de Lactancia Materna para profesionales de la AEP (pág. 402), IHAN (pág. 21), Lactancia y Pediatría La Plata