La repercusión que tiene la publicidad de alimentos y bebidas para niños en la salud de nuestros hijos es un tema muy importante y que nos preocupa, teniendo en cuenta las tasas de obesidad demasiado altas y crecientes en una generación muy apegada a las pantallas.
Las horas delante de la pantalla y la publicidad que les llega son factores determinantes asociados al sobrepeso: cuanto más tiempo, más kilos de más. Además, el consumo de televisión viene asociado al de la publicidad que se inserta en los programas infantiles: alimentos y bebidas que se venden como saludables y, que según los expertos, no lo son en absoluto y provocan un consumo abusivo por parte de los pequeños.
Los niños, vulnerables ante la publicidad
“Existe una fuerte evidencia de la relación entre consumir televisión y una mayor ingesta de alimentos de alta densidad energética y obesidad”, explica Mireia Montaña, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universidad Oberta de cataluña UOC,
"Está comprobado que las marcas empiezan a intentar captar consumidores a una edad muy temprana, con la idea de que si los ganan de pequeños, les tendrán de por vida".
Los menores, añade, "representan un mercado muy atractivo, puesto que son parcialmente responsables de las decisiones de compra de sus padres en alimentación".
Sin embargo, José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, cree que:
“los niños, especialmente a partir de los siete años, son menos manipulables de lo que pensamos. Distinguen precozmente la fantasía de la realidad, ya que ellos mismos son los primeros en crear sus propias fantasías”.
Y explica que "los niños menores de ocho años no entienden la intención persuasiva de los mensajes publicitarios". Aún así, no niega que
"son vulnerables porque o bien les llega como un mensaje de compra muy temprano o al no detectar la orientación eminentemente mercantilista de los anuncios que ven, pueden confundirlos con contenidos atractivos e inocuos".
Pero, ¿Qué dicen los estudios y la ley sobre el tema?
La televisión y los más pequeños
Aunque el consumo de Internet está ganando terreno entre los jóvenes, los estudios demuestran que el televisor sigue siendo el rey entre los niños, a la hora de consumir contenidos audiovisuales.
Según según un estudio de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia) los adolescentes de 12 a 15 años consumen un (87,1%) de televisión, aunque el tiempo es superior en los más pequeños. La mayor dificultad al acceso a internet con respecto a la televisión puede ser clave a la hora de determinar los consumos prioritarios en la etapa infantil. Así, entre los siete y los 11 años, el 86,6% ve la televisión mientras que el porcentaje de los que usan internet es del 74,7%.
Según estos datos, facilitados por los padres de los niños, el 35% de los menores de edad españoles (entre 3 y 17 años) ven entre una y cinco horas semanales de televisión. Casi el 22% consumiría entre seis y 10 horas a la semana.
Y los minutos de publicidad en el sector, según también el informe anual de CNMC, son aún más impresionantes: de 778.000 en 2003 se ha pasado a 1.681.887 en 2017, lo que demuestra que el poder de la televisión sigue siendo muy importante.
El sobrepeso, muy preocupante
Los países mediterráneos son los que tienen una mayor proporción de niños y niñas obesos en Europa, según un estudio que la Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil (COSI) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que ha pesado y medido a niños de seis a nueve años durante la última década.
Las cifras revelan que entre un 18% y un 21% de los niños padece obesidad, y entre un 9% y un 19% de las niñas. En España, en particular, y según el último estudio Aladino, de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición:
Publicidad de alimentos poco saludables
El mayor estudio realizado en España sobre la publicidad televisiva de alimentos dirigidos a los niños, concluyó que la mayoría de los productos que se anuncian como saludables en realidad tienen altos contenidos en azúcar, grasas u otros ingredientes que los hacen malos para la salud.
“En nuestro país, un menor ve de media unos 25 anuncios de bebidas y alimentos al día y, de todos ellos, dos tercios son productos no recomendables”, afirma Miguel Ángel Royo-Bordonada, investigador de la Escuela Nacional de Salud Pública y coautor del estudio
La investigación concluye que de los 169 productos anunciados, más de la mitad utilizaba reclamos nutricionales y de salud como: rico en vitaminas y minerales, bajo en grasas, bajo en sal… Y, en realidad, la mitad de esos productos son poco saludables.
“Los productos más preocupantes por la frecuencia con la que se anuncian y por ser además muy atractivos para los niños son los cereales de desayuno y los lácteos, incluidos los bajos en grasa”, explica Royo-Bordonada. “Ambos pecan de los mismo, un alto contenido en azúcar”.
Regulación de la publicidad infantil en España
El estudio recuerda que hay un Reglamento del Parlamento y del Consejo Europeo de diciembre de 2006 sobre publicidad engañosa, con la intención de que solo los alimentos saludables puedan ser anunciados con reclamos nutricionales o de salud, pero está sin desarrollar.
En España, la publicidad de los alimentos y bebidas dirigidas a menores se autorregula con el código PAOS, para la prevención de la obesidad infantil. Son los agentes de la cadena alimentaria los que se comprometen a seguir las reglas de dicho código para conseguir hábitos de vida saludable, pero no parece que se esté aplicando.
Educación para fomentar su espíritu crítico
Para la profesora Mireia Montaña, la clave para anular los efectos de la publicidad en nuestros hijos empieza por nosotros mismos, los padres.
Según la experta, debemos hacer que:
"Los niños se cuestionen si la información que reciben es verdadera, ya que normalmente nos quedamos con los grandes titulares llamativos y profundizamos poco en ellos. Para que se conviertan en adultos responsables debemos serlo nosotros primero y educarlos en el ejemplo".
¿Por qué no llevarles con nosotros a la compra y mostrarles el contenido de los artículos que les gustan? Pedirles que nos ayuden a llenar la cesta con alimentos sanos puede ser un buen comienzo.
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