Tanto para los mayores como para los pequeños, pero especialmente en ellos que están formando sus hábitos de vida saludables, existe una sencilla prevención de la obesidad: beber agua.
Por el momento, las intervenciones realizadas con la intención de prevenir la obesidad en la infancia y la adolescencia están teniendo poco éxito, debido a diversos factores.
Con respecto de las bebidas, se han realizado algunas intervenciones dedicadas a reducir el consumo de bebidas dulces y refrescos, aunque se sabe que son más eficaces las intervenciones que estimulan a hacer algo (por ejemplo, en este caso sería beber agua) que cuando se pone el acento en las prohibiciones.
En un estudio dirigido por Rebecca Muckelbauer y publicado en la revista "Pediatrics" se lleva a cabo un ensayo clínico controlado en el que se hacen dos intervenciones principales: de un lado hay un componente educativo y de otro se realiza un cambio en el entorno escolar.
- El profesorado imparte cuatro clases básicas sobre los beneficios de beber agua, las necesidades corporales y el ciclo del agua en la naturaleza. Aquí tenemos un componente educativo fundamental que puede surtir efecto en la escuela, que sin embargo debería extenderse al ámbito familiar: que los padres conozcan estas nociones básicas ayudará a que en casa se favorezca el consumo de agua y bebidas saludables.
- Y se realiza la instalación de fuentes de agua para beber. Además se facilita el acceso al agua durante las clases mediante una botellita rellenable. Estas cuestiones infraestructurales y prácticas ayudan al hecho de beber un agua buena.
Aunque los autores del estudio refieren que no hubo mucha variación en los valores medios del índice de masa corporal, el porcentaje de prevalencia de sobrepeso al final de la intervención se había mantenido, mientras que en el grupo control había aumentado.
Según los autores, esto significa que quienes más se beneficiaron fueron aquellos escolares cuyo IMC estaba cerca de los limites del riesgo de obesidad.
Servir de estímulo para hacer intervenciones a nivel comunitario que pueden ser sencillas, si bien exigen de la colaboración, no sólo de la escuela, sino de más de un estamento. De mano de las familias quedan cuestiones como evitar que beban demasiados refrescos y acercarlos a bebidas más saludables, como los zumos naturales y el agua.
Mediante estas conclusiones se refuerza la idea de que son más sencillos los cambios “en positivo" (lo que sí puede hacerse) mejor que “en negativo" (lo que se debe evitar) y se nos recuerda la importancia de potenciar el agua como bebida habitual en los niños (y en todas las edades).
Vía | Perlinfad Más información | Pediatrics Foto | Flickr (Pink Sherbet Photography) En Bebés y más | El 10% de los niños de 3 a 12 años son obesos, Las frutas en la alimentación infantil