El verano está a las puertas y con él llegará la temporada de playa y piscina. Una de las cosas que más nos aterra a los padres en esta época del año es que nuestros hijos puedan sufrir un accidente si caen al agua en un depsiste.
No en vano, los ahogamientos constituyen una de las principales causas de mortalidad infantil durante los primeros cinco años y , además, ocurre en apenas segundos. De ahí que sea tan importante que nuestros niños se familiaricen con el entorno acuático lo antes posible.
Pero es que saber nadar no sólo constituye un importante seguro de vida para nuestros hijos, sino que es uno de los deportes más completos que existen, además de un divertidísimo hobby si se practica con seguridad.
Beneficios de la natación
Cuando nadamos, intervienen un gran número de músculos de las extremidades superiores, inferiores, abdómen y espalda, ayudándonos a fortalecerlos, a hacerlos más flexibles y a ganar resistencia.
Al tratarse de un deporte aeróbico, estaremos ayudando a nuestro sistema circulatorio y respiratorio, fortaleciendo el corazón y los pulmones. Además, favoreceremos la alineación postural, mitigando, en muchas ocasiones, los dolores de espalda.
Y por si estos beneficios fueran pocos, con la natación, nuestros peques también ganarán en agilidad y coordinación, les ayudaremos a prevenir la obesidad infantil y a mejorar la concentración y el descanso.
¿Cuándo empezar a nadar?
Los expertos lo tienen claro: cuanto antes. Cuanto más tiempo pase y mayor sea el niño, más probabilidades habrá de que se despierten en él sensaciones de miedo al agua, desconfianza e inseguridad.
Si un peque se siente tranquilo, confiado y seguro en un entorno acuático, más rápido y eficiente será su aprendizaje. De ahí que se recomiende a los padres que comiencen a familiarizar a sus bebés con el agua antes del primer año de vida.
Además, no debemos olvidar que durante el embarazo los bebés se han desarrollado en un medio acuático al estar rodeados de líquido amniótio. Por eso, en sus primeros meses de vida se sentirán seguros y cómodos en el agua, además de que aún conservarán el instinto de bloqueo de sus vías respiratorias que impedirá la entrada de líquido.
¿Podemos los padres enseñarles a nadar?
La Asociación Española de Pediatría (AEP) aconseja que los niños aprendan a nadar a partir de los cuatro años, momento en el cual los padres solemos confiar esta tarea a los profesionales.
Sin embargo, nosotros también podemos comenzar antes a ayudarles a familiarizarse de forma sana y divertida con el agua con estos sencillos consejos:
Comienza con juegos de agua, sobre todo si tu hijo muestra cierto miedo e inseguridad. Podeis "regaros" con la manguera, echaros agua por encima de la cabeza o utilizar pistolas acuáticas.
¡Hazle ver lo divertido que resulta!: muéstrale niños que juegan y se divierten en el agua, sentaros juntos en el bordillo y patalead riendo o lanza juguetes de goma para que vea que no se hunden ni les ocurre nada por mojarse.
Cuando se sienta seguro, anímale a que se bañe en la parte de la piscina que no le cubra, o cerca de la orilla en caso de estar en la playa. Ofrécele tus manos para ganar en seguridad y anímale a que chapotee, patalee, salte contigo y poco a poco vaya introduciendo su cabecita.
A medida que vaya ganando confianza, podrás animarle a que se suelte de tu mano y juegue con una pelota, baile en el agua o busque un juguete que haya tirado previamente.
Cuando consiga desplazarse unos metros, bien buceando o bien nadando a "estilo perrito", anímale a que vaya de tus brazos al bordillo o de los brazos de papá a los de mamá. ¡Felicitadle por cada pequeño avance!
Dominados estos pasos habremos conseguido que nuestros hijos se familiaricen con el medio acuático, hayan aprendido a respirar, flotar y ganado confianza y soltura de cara a aprender la técnica de la natación como disciplina deportiva.
Materiales de piscina recomendados para empezar a nadar
Existen muchos materiales auxiliares que pueden ayudar a nuestros peques en estas primeras fases de aprendizaje en el agua, pero quizá los más conocidos y utilizados sean los "churros" y cinturones.
El "churro de agua" es un cilindro de poliestireno, flexible y largo que permite ser utilizado de múltiples y divertidas formas. Pueden ser grandes aliados a la hora de enseñar a nadar a los niños ya que les ayuda a controlar la posición y a sentirse seguros mientras se divierten.
Cinturones de corchos o bañadores con corchos incorporados: Resultan muy seguros y prácticos cuando los peques se están iniciando. Les permite moverse con total libertad, mantener la postura y en el caso de los cinturones se pueden ir retirando corchos a medida que el niño avanza.
Manguitos de poliestireno: al igual que los cinturones, llevan varios discos que podremos ir quitando en función del nivel del nadador.
Materiales de piscina que debemos evitar
Pero no todos los materiales auxiliares de piscina son válidos y seguros para que nuestros hijos comiencen a nadar. Los expertos coinciden en señalar que hay que evitar los siguientes utensilios por los peligros que entrañan:
Manguitos de plástico: no son apropiados para aprender a nadar porque limitan los movimientos y además, podrían escurrirse y salirse del brazo. Sin embargo, pueden ser útiles en la fase inicial de adaptación al agua y flotabilidad. Siempre deben ser utilizados bajo la supervisión de un adulto y elegir la talla adecuada al brazo del niño.
Flotadores: los expertos desaconsejan totalmente su uso por los riesgos que conlleva. Al ser de plástico podría pincharse o deshincharse, si es muy grande el niño podría colarse por abajo, y si es demasaido ajustado podría volcarse e impedir que el pequeño saliera de nuevo a la superficie.
Burbujas de corcho: la clásica burbuja de corcho atada en la espalda tampoco resulta apropiada y segura porque fuerzan al niño a ir doblados, dificultando su movimiento y coordinación. Además, la cinta se les puede clavar, mover y la burbuja acabar subiéndose al cuello.
Chalecos: a no ser que estos lleven arnés, resultan muy poco adecuados para los niños porque suelen acabar subiéndose a la cara y resultando realmente peligrosos.
Otras recomendaciones básicas
Aunque nuestros hijos hayan aprendido a nadar o les veamos seguros en el agua, ¡jamás debemos perderles de vista!
Es importante, además, que les inculquemos ciertas reglas básicas a la hora de bañarse, que nos aportarán unas medidas de seguridad extras para disfrutar del baño sin sobresaltos:
No meterse en el agua sin haber avisado previamente a un adulto
No tirarse de cabeza sin permiso ni supervisión de un adulto
Ducharse antes y después de bañarse en la piscina
No meterse en el mar cuando haya bandera roja y bañarse siempre en las zonas delimitadas
Usar otros métodos de protección como crema solar, chanclas para evitar hongos en las piscinas o gafas para proteger los ojos del cloro o la sal
No correr ni jugar en el bordillo de la piscina ya que podrían caerse dentro del agua en un descuido o rasparse y hacerse daño
Fotos iStock
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