Está muy quietecito, ¿seguirá respirando? ¿Le habré abrochado correctamente a la sillita del coche? ¿Se habrá tragado algo en este instante en el que yo no estaba mirando? Si eres padre o madre seguro que en algún momento te han asaltado estas preocupaciones.
Lo más habitual es que uno compruebe si lo ha hecho y no le de más vueltas pero, ¿qué pasa cuando no somos capaces de parar de pensar en estas cosas? ¿Qué sucede cuando necesitamos comprobar, una y otra vez si lo hemos hecho? Te contamos qué es el Trastorno obsesivo-compulsivo y cuáles son sus características en el postparto.
Preocupaciones, obsesiones y Trastorno Obsesivo Compulsivo en el postparto
Debemos distinguir entre preocupaciones, síntomas obsesivos-compulsivos y lo que propiamente se conoce como TOC (trastorno obsesivo compulsivo). Las primeras son absolutamente habituales, normales y esperables cuando acabamos de ser madres (y padres), todos queremos que nuestros peques estén bien, ¿verdad?
Por otro lado están los síntomas obsesivos-compulsivos, que son un poco más “potentes”: preocupaciones recurrentes y poco controlables sobre el bienestar de nuestro bebé que nos llevan a experimentar ansiedad y a desarrollar algunas conductas como comprobar más de una vez que hemos hecho algo o que está bien el peque, por ejemplo.
Un estudio realizado en la Northwestern University encontró que aproximadamente el 11% de las mujeres presentaban, entre las dos y las seis semanas desde el parto, síntomas obsesivos-compulsivos. Para que nos hagamos una idea la tasa en el resto de población es entre el 2 y el 3%.
¿Dónde está la diferencia entonces con el trastorno? Preocuparnos por el bienestar de nuestro bebé y por mantenerlo a salvo es algo normal en la crianza. En el caso del TOC (trastorno obsesivo compulsivo) el problema es que es que esa preocupación es invasiva, exagerada y genera una ansiedad tan tremenda que nos puede llevar a tener pensamientos o conductas repetitivas dirigidas, precisamente, a calmarla. “Si no compruebo tres veces o más si el bebé está bien le pasará algo”, por ejemplo.
La incidencia del Trastorno Obsesivo Compulsivo en el postparto parece ser de entre el 2 y el 9% según un estudio realizado en la Universidad de Miami.
Esas obsesiones y conductas compulsivas en el caso de la maternidad o paternidad reciente han de ser tenidas muy en cuenta ya que pueden llevarnos, paradójicamente, a que no cuidemos adecuadamente de nuestro bebé.
Si tienes la más mínima duda acerca de si tus pensamientos están “descontrolados” o si temes hacerle daño a tu bebé no dudes en acudir, cuanto antes, a un especialista. Seguro que puede ayudarte.
¿Por qué se produce?
Se desconoce el origen concreto de este trastorno en el postparto, pero dos son las teorías que cuentan con más peso: factores genéticos y hormonales (el cambio en los niveles de estrógenos, progesterona y oxitocina), y factores relacionados con el procesamiento mental (una exagerada atención sobre determinados pensamientos que hace que se entre en bucle, aumentando cada vez más el malestar emocional: “Me preocupo porque me preocupo”).
Síntomas:
Pensamientos (obsesiones) y conductas (compulsiones) acerca del bebé (y su bienestar) que causan una ansiedad elevada y que no podemos controlar. Algunos de estos pensamientos intrusivos (aparecen sin que queramos y no podemos deshacernos de ellos), advierto que pueden resultar especialmente desagradables, pueden ser del tipo:
- Pensar que el bebé va a sufrir muerte súbita
- Sentir el impulso de sacudirle para comprobar qué sucede
- Pensar en bebés sin vida
- Imaginar que ahogamos al bebé
- La idea de poner al bebé en lugares peligrosos, como lugares altos desde los que podría caerse o incluso el microondas
- Pensar en que a nuestro pequeño le pasa algo y no podemos salvarlo
- Etc.
Entre los antecedentes que pueden influir en su aparición están tener o haber tenido trastornos de ansiedad o del estado de ánimo (depresión), la presencia de episodios previos de obsesiones y compulsiones, entre otros.
Una buena información prenatal podría ayudar a su prevención
Los expertos parecen coincidir en que la información recibida por la madre durante la gestación podría ser un factor de prevención.
¿Por qué? Muchas mujeres (y hombres, aunque los estudios se han centrado más de momento en el caso de las mujeres) llegamos a la maternidad con una idea de la misma que dista mucho de la realidad: todo amor, un poco de cansancio, sí, pero todo será positivo y estupendo.
Pero llegado el momento muchas descubren que no era como se lo habían vendido, que la maternidad es agotadora y que a veces nos supera. En ese contexto de cansancio es muy muy habitual tener pensamientos “absurdos” o ilógicos, muy extremos, pensamientos que pueden hasta llegar a angustiarnos por el mero hecho de haberlos tenido.
No solo a las madres recientes les pasa, todos los adultos tenemos muchos pensamientos automáticos de este tipo (absurdos, como ¿Qué pasará si cruzo delante de este coche? o ¿Y si bebo de este champú?) durante el día. En la mayoría de los casos simplemente los ignoramos porque no les encontramos sentido alguno (no lo tienen, de hecho) y obviamente no nos planteamos "hacerles caso".
En otros casos sí que les prestamos atención, y creemos que nos sucede algo malo por haber pensado en eso. Esa preocupación por si “estamos mal” puede hacer que efectivamente nos encontremos emocionalmente peor: es la pescadilla que se muerde la cola.
De ahí que la información durante la gestación sea tan tan tan importante: si sabemos que podemos llegar a tener pensamientos “muy raros” pero que es absolutamente normal (siempre y cuando no escapen a nuestro control), si sabemos cómo manejar la situación, si nos han explicado a qué podemos atenernos y qué esperar… entonces nuestra preocupación será menor, y por tanto la posibilidad de padecer estos síntomas o el propio trastorno también serían menores.
Así lo indica un estudio realizado en 2011 en el que se ponía a prueba la capacidad de prevención de un programa de corte cognitivo-conductual, con el que se demostró que la cantidad de obsesiones y compulsiones era mucho menor en aquellas mujeres que habían recibido información y formación específica al respecto durante sus clases prenatales.
En cualquier caso, y vuelvo a insistir, si tienes la más mínima duda acerca de tu estado o el de tu pareja no lo dudes, acude a un profesional que te aconseje. Vivir con ansiedad, angustia o pensamientos que no nos dejan “ni respirar” es terrible, no lo dejes.
Fotos: Pixabay.com
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