La ansiedad es uno de los trastornos de origen mental más comunes en el mundo entero, y es que parece que a medida que avanza la tecnología, también lo hace la ansiedad, llegando a posicionarse en muchos casos como un serio problema de salud pública.
Si bien es perfectamente normal experimentar ciertos niveles de ansiedad en determinadas situaciones que lo justifiquen, muchas personas llegan a sentir mucho malestar de forma constante, y esto incluye a niños y adolescentes.
Hablamos en este caso de un tipo de trastorno de ansiedad: la ansiedad social (más conocida como fobia social), que es el miedo intenso a afrontar situaciones sociales diversas, por el temor a ser evaluado por los demás, por hacer el ridículo, etc., junto a la evitación de estas situaciones.
¿Qué es la fobia social y cómo ayudar a nuestro hijo en caso de que la padezca?
¿Qué es la ansiedad social o fobia social?
Empecemos por comprender de qué se trata la ansiedad: hablamos de una sensación de constante miedo y malestar que se genera por situaciones que pueden ser reales o no; es una sobreactivación del cuerpo, que se "prepara", a todos los niveles (físico, emocional...) para una posible amenaza (independientemente de que ésta exista o no).
Entonces, teniendo esto en cuenta es fácil deducir que la ansiedad social (ahora llamado trastorno de ansiedad social) es ese malestar y temor ante situaciones de carácter social.
Esto genera en la persona mucho miedo de ser juzgada o de recibir negativas o burlas por parte de otras personas, así como miedo de equivocarse o fallar.
La vergüenza constante en situaciones de este estilo causa mucho temor de sentirse humillado públicamente, y esto puede hacer que quien la padece evite tanto como pueda cualquier tipo de contacto social.
A todo ello, se suele añadir una muy baja autoestima, así como sentimientos de ineficacia y pensamientos negativos en relación a uno mismo.
Síntomas de la ansiedad social
Los niños y adolescentes con ansiedad social sienten mucho temor a la hora de tener que realizar algo frente a otras personas (como por ejemplo, realizar una exposición oral, ir a una fiesta, preguntar algo en clase, presentarse...), así como un miedo constante a ser observado o a cualquier tipo de interacción social.
Esto se puede evidenciar mediante síntomas ansiosos que implican pensamientos negativos hacia uno mismo, dificultades de concentración, hiperactivación fisiológica... pero también, a través de síntomas como:
- Dificultades para respirar, sensaciones de no tener suficiente aire.
- Incremento de la frecuencia cardíaca que se siente como si el corazón se fuese a salir del pecho.
- Mejillas ruborizadas.
- Sudoración excesiva, principalmente de las manos.
- Respiraciones mucho más rápidas y cortas.
- Puede experimentar mareos.
- Sensación de náuseas.
- Temblores y tartamudeo.
Ten en cuenta que no todos los jóvenes van a experimentar la lista completa de síntomas; pueden ser solo algunos de ellos. Junto a todo ello suele aparecer también mucha vergüenza y malestar emocional.
Mi hijo tiene ansiedad social: ¿cómo puedo ayudarlo?
Si tu hijo tiene ansiedad social, hay algunas estrategias con las que puedes ayudarle a superar sus síntomas:
Ejercicios de respiración
Los ejercicios de respiración son unas de las técnicas más eficaces para aprender a controlar la ansiedad. Y es que a través de estos métodos ayudamos a que nuestro cuerpo se regule.
Al disminuir el ritmo cardiaco y regular la respiración, el resto de los síntomas disminuyen, y esto se traduce en un alivio de la ansiedad.
Este tipo de ejercicios requiere de constancia para que puedas ver los resultados. Además, en el caso de los niños estos deberán adaptarse; deberemos encontrar la forma de hacerlos más atractivos y fáciles de hacer.
Actividad física
La actividad física es de gran ayuda para disminuir los niveles de ansiedad, pero ten cuidado de no escoger alguna actividad que le sea un factor generador de mucha más ansiedad.
No tiene que ser practicar algún deporte o ir a un gimnasio, es suficiente con realizar caminatas enérgicas o incluso actividades de elongación en casa. En internet puedes conseguir una gran cantidad de ejercicios simples para hacer en casa.
Terapia psicológica
Asistir a terapia le permitirá a tu hijo no solo descubrir el origen de su fobia social, sino también aprender a reconocer los síntomas y pensamientos asociados a su miedo, así como generar estrategias para hacerle frente a las diferentes situaciones sociales.
Concretamente, la terapia de elección en estos casos es la terapia de exposición junto a la reestructuración cognitiva.
Ello implica que el niño o adolescente afronte progresivamente las diversas situaciones sociales (empezando por las que le generan menos ansiedad), así como trabajar en todos los pensamientos asociados a estas situaciones y en relación a uno mismo.
Por otro lado, la terapia le ayudará a conocerse mejor y a fortalecer su autoconcepto y autoestima.
Afrontar progresivamente las situaciones sociales (que las viva como un reto)
Otra estrategia que también puede servirte, ligada a la exposición mencionada y como complemento a la terapia, es ayudar a tu hijo a enfrentarse a situaciones sociales cada vez más complejas.
Por ejemplo, llévalo contigo a comprar el pan varias veces y cuando creas conveniente, dile que haga él el pedido (y así con varias situaciones).
Puede parecer algo simple, pero para alguien con ansiedad social esto puede ser un gran reto. Recuerda la importancia de que vaya haciendo pequeños avances y no trates de forzar situaciones que le generen mucha ansiedad.
“La acción es el mejor antídoto para la ansiedad y que la información es el único remedio para combatir la incertidumbre.”
-John Verdon-
Trabaja el contacto visual
Para quienes tienen ansiedad social resulta muy difícil poder mantener el contacto visual con los demás (mirar directamente a los ojos). Puedes ayudar a tu hijo a trabajar en esto, haciendo que converse contigo y recordarle que te mire siempre a los ojos.
Luego puedes animarlo a hacerlo con otras personas cercanas, como amigos y/o familia, para que vaya aprendiendo poco a poco a sostener el contacto visual durante las conversaciones.
Relajación
Finalmente, la relajación funciona de manera muy similar a los ejercicios de respiración, pues ayudan a que el cuerpo vuelva al equilibrio. De igual manera, para que puedas ver resultados los niños deben ser constantes y practicarlos de manera asidua.
Ejercicios como el Taichí y el Yoga pueden ser de gran ayuda, pues trabajan no solo la parte física, sino también la mental y la emocional, apuntando siempre a un estado máximo de relajación.
Y estos ejercicios los podrá aplicar nuestro hijo (adaptados a cada contexto) cuando deba afrontar una situación social. El objetivo: reducir los niveles de ansiedad.
“La ansiedad no puede evitarse, pero sí reducirse. La cuestión en el manejo de la ansiedad consiste en reducirla a niveles normales y en utilizar luego esa ansiedad normal como estímulo para aumentar la propia percepción, la vigilancia y las ganas de vivir.”
-Rollo May-