Algunas razones por las que debemos fomentar que nuestros hijos pasen más tiempo jugando fuera

Vivimos en un mundo que ha pasado de convivir con la natura y casi destruirla a otro que empieza a respetarla pero que vive aislado de ella. Hemos construido grandes urbes de ladrillo y cristal que rodean a pequeñas expresiones de la naturaleza pero que nada tienen que ver con esta.

Hemos pasado de tener a un ejército de leñadores en nuestros montes a arquitectos y artistas de diferente índole debatiendo sobre cuál es la forma más bella de mostrar al mundo aquello que es bello en sí mismo. Hemos pasado de una sociedad que consideraba la naturaleza como un obstáculo más en el camino a otra que la toma como un adorno más en sus vidas, algo que disfrutar de vez en cuando a través de un cristal.

Y el caso es que nuestra generación, o al menos la mayoría, si que pudo disfrutar del campo, de las tardes de verano por los senderos, de las carreras sobre la hojarasca en el otoño, subirse a los árboles en invierno y aquellos con un poco más de suerte, pudieron comerse una fruta recién arrancada del árbol. Pero eso se acabó, este mundo de consolas y televisores planos de varias pulgadas con cientos de canales nos encierra en casa, ganamos calidad, dicen, pero perdemos muchas más cosas y aquí os traigo una lista de por qué creo que debemos recuperar el campo, aunque sea en un parque. Algunas razones por las que debemos fomentar que nuestros hijos pasen más tiempo jugando fuera.

Cuando era niño, recuerdo que uno podía estar en el monte el tiempo que quisiera, y desde luego no era algo que le importara a nadie. Es más, el sentimiento era más bien que si no tenías que trabajar o una comida con la familia, ¿para qué querías estar en el campo? Otra cosa muy distinta éramos nosotros, los niños, nosotros nos pasábamos los veranos en el pueblo, o los fines de semana o en vacaciones con tus padres. Era tan diferente a la ciudad, tantas cosas vivas que coleccionar y con las que hacer gritar a tu madre cuando te veía con ellas. Ahora el bicho vivo más coleccionable que tenemos en casa son los virus, de esos tenemos a montones. ¿Qué nos perdemos entonces?

Los niños que pasan más tiempo jugando en el exterior son físicamente más activos, lo que previene la obesidad, las enfermedades del corazón y la diabetes en la edad adulta. Claro que para ello debemos seguir conservando ciertos hábitos saludables una vez vamos creciendo, algo que a nosotros se nos ha olvidado.

Aquellos niños con entornos escolares ricos en naturaleza, grandes jardines, árboles y amplias zonas verdes de juego, son más calmados, lo que les ayuda a prestar más atención en clase y aprovechar más esas horas.

Los niños con algún trastorno de déficit de atención, mejoran su síntomas después de pasar una temporada en la naturaleza.

Los niños que juegan regularmente en entornos con naturaleza abundante tienen habilidades motrices más avanzadas, como la agilidad, el equilibrio y la coordinación, y enferman con menos frecuencia.

Jugar en el exterior provoca que aumenten los niveles de vitamina D que ayuda a fortalecer los huesos y el sistema inmunitario. Recordemos que la vitamina D se sintetiza en la piel por efecto de los rayos solares.

Los niños que conocen de dónde salen las frutas y verduras, que se les enseña a cultivar estos alimentos son más propensos a consumirlos y a llevar hábitos saludables en el futuro. Está claro que si los han plantado ellos mismo no pueden ser malos.

Los niños que juegan en el exterior desarrollan más su imaginación, son más sociables e interactuan mejor con los demás. Un juguete, un videojuego o la televisión no ayudan al desarrollo de la imaginación del niño, pues están pensados para dirigir el juego de una forma determinada. Una mejor relación entre ellos, lo que nosotros llamábamos pandilla, hará que sea menos probable la práctica de abusos, lo que conocemos por bulling.

Los niños cuyas escuelas les hacen partícipes de programas o clases en la naturaleza consiguen notas más altas que la media en los test.

Los niños expuestos con mayor frecuencia a entornos naturales desarrollan una mejor concentración, razonamiento y observación. También presentan una vista mejor desarrollada y presentan una menor incidencia de miopías y problemas con la vista.

Como pega podríamos decir que un niño corriendo por el monte se va a manchar más que si le sentamos delante de la tele y que es posible que las probabilidades de vestir una escayola en algún momento de su vida sean más elevadas que los que están en casa metidos, pero creo que es algo que compensa a la larga.

Vía | Rain or Shine Mamma Foto | http://www.thinkstockphotos.es/ En Bebés y Más | ¿Qué tengo que hacer para que mi hijo no se aburra?, Fomentar en el niño el respeto por plantas y animales

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