Estivill no se desmontó: sigue recomendando dejar llorar a los niños a los tres meses

Estivill no se desmontó: sigue recomendando dejar llorar a los niños a los tres meses
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Hace casi un mes os explicamos que Estivill, por fin, se había retractado, que había concedido una entrevista a varios padres y que en una de sus respuestas declaró que su método era para niños mayores de tres años.

Cientos de padres de toda España hablamos de ello por internet, acusándole de haber hecho mucho daño a muchos niños sin necesidad, aunque mirando al frente sonreíamos al ver que su método no iba a ser utilizado nunca más con los bebés. De hecho, hablamos de utilizarlo con niños de tres años y llegamos a la misma conclusión: es igual de cruel con los mayores que con los pequeños.

Sin embargo, echando un nuevo vistazo a la entrevista que se le hizo en El País nos damos cuenta de que ya no dice “tres años”, sino que la palabra “años” ha sido sustituida por “meses”, sin ver en la página ninguna anotación que de fe de la errata. Hablando en plata: Eduard Estivill no se retractó, sigue recomendando su método para niños de al menos tres meses de edad.

El abuelito bonachón es realmente un cascarrabias

Suele suceder que los años liman las asperezas del carácter de las personas y adultos que eran insufribles se transforman en abuelos bonachones. Otros en cambio sufren una agudización del cuadro y, de ser insufribles pasan a ser unos cascarrabias.

Yo creí que Estivill había hecho ese cambio hacía el abuelito bonachón y que había decidido dejar de amargar las infancias de los niños con teorías absurdas como que con tres meses de edad los niños tienen que aprender hábitos. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, el hombre sólo se equivocó al teclear la palabra meses y puso años. Su subconsciente le traicionó. Seguro que él estaba pensando en años, quizás hasta pensaba que en vez de tres tendría que poner treinta (el método Estivill para niños de treinta años). El caso es que acabó poniendo “tres años” cuando lo que tenía que poner era “tres meses”.

Debió de ver Estivill que la red echaba humo por su error y debió ponerse en contacto enseguida con El País para solicitarles que, por favor, cambiaran la palabra años por meses, que su imagen se estaba viendo muy afectada.

Para muchos su imagen se veía afectada para bien, como digo, porque ahora todos le veíamos como el vil doctor que hizo llorar a miles de niños que por fin había decidido adherirse a la ciencia, que dice que a los bebés y niños no hay que dejarles llorar, aunque para muchos si imagen se veía afectada para mal, porque todos los que le veían como el salvador, aquel que había escrito un método que permitía que los padres pudieran “enseñar” a sus hijos a dormir, tenían en el método la excusa perfecta: “le dejo llorar porque es lo recomendable, mira, lo dice aquí en este libro” y ahora esa excusa desaparecía.

Todo sigue igual

El caso es que, al final de todo, nada ha cambiado. Tenemos Estivill para rato, porque lo peor, reconocer que su método es deplorable ya lo había hecho, sin querer, pero ya lo había hecho. Una vez dado ese paso, podría haber seguido adelante con todas las consecuencias, sabiendo que miles de niños por fin podrían dormir más cerquita de sus padres y sin embargo ha decidido subsanar el error, cambiar “años” por “meses” y declarar de ese modo, también sin querer, que sigue siendo el mismo, que nada ha cambiado y que sí, los niños de tres meses que no duermen bien, y los de seis meses que no duermen toda la noche, lo hacen porque han aprendido a dormir mal. En fin.

Foto | La Vanguardia
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