Publicamos hoy la tercera entrega de las entrevistas que estamos realizando al psicoterapeuta Enrique Blay, profundizando en esta ocasión en la importancia de la atención a las necesidades afectivas de los niños para darles seguridad en su mismos y salud emocional.
¿Qué es la etapa primal?
La etapa primal se refiere a la época primera o primaria en el ser humano, incluyendo la gestación y nacimiento. En cuanto a su término hay diferentes opiniones. Bajo mi punto de vista la época primal debería considerarse, como mínimo, hasta los 2 años de edad. Hasta esa edad la percepción es puramente emocional y es entonces, en la época preverbal, cuando se inicia la conquista de la Percepción Racional, que durará hasta la pubertad.
¿Es tan importante esta etapa para el desarrollo emocional futuro?
La etapa primal es el período donde se construye nuestra forma de ser más profunda, nuestros mecanismos psicológicos más íntimos, nuestro carácter, que nos acompañará el resto de nuestra vida
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¿Se puede afirmar que hay trastornos afectivos y psicológicos que provienen de la etapa primal?
Todos aceptamos que cualquier alteración en el increíble proceso de multiplicación celular, que convierte la unión de un óvulo y un espermatozoide en el cuerpo de un bebé al nacer, o cualquier problema de salud en el nacimiento o en la primera infancia, puede tener consecuencias, más o menos graves, en el resto de su vida. Pues igual sucede con el desarrollo psicológico, que se inicia en el momento de la concepción.
¿Le afectará entonces durante toda su vida lo que le pase en la etapa primal?
En la etapa primal el bebé y el niño pueden tener experiencias emocionales negativas, traumáticas, que, grabadas en su inconsciente, marquen su carácter el resto de su vida.
Hoy podemos afirmar que, en la historia de cada persona, los hechos acontecidos en su gestación, nacimiento e infancia, serán más importantes para ella, que lo que le pueda acontecer el resto de su vida.
¿Qué es el alimento afectivo y en que puede perjudicar su limitación?
El concepto “alimento afectivo” lo utilizo en contraposición al alimento nutriente. A nadie se le ocurriría dejar que un bebé o un niño pasen hambre. Necesitan proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales, vitaminas, etc., para que su cuerpo crezca y se desarrolle adecuadamente. De la misma manera, para el desarrollo psicológico armónico, equilibrado, el bebé y el niño necesitan de alimento afectivo: protección, afecto, cariño, amor. A nadie se le debería ocurrir dejar que un bebé o un niño no se sientan intensamente amados. Insisto, igual de importante el alimento nutriente como el alimento afectivo para su salud integral.
¿Como se le da a un bebé o a un niño ese alimento emocional que tanto necesita?
Para otorgar alimento afectivo a bebés y niños tenemos efectivas herramientas: la lactancia, la atención al llanto, el colecho y el contacto físico.
Háblanos un poco de cada uno de ellos.
Sobre la lactancia hay que decir que es indiscutible que la leche materna es el mejor alimento para el bebé, tanto a nivel nutriente, como inmunológico y como afectivo. La lactancia ofrecida a demanda y prolongada en el tiempo, aporta al bebé y niño seguridad y afecto.
También es importante tener en cuenta la atención del llanto. Un bebé (igual que un niño o un adulto) utiliza el llanto como forma de expresión de sufrimiento, ya sea éste físico o emocional, ya sea por hechos actuales o pasados (por ejemplo, el estrés emocional del nacimiento puede necesitar tiempo para disolverse), o como expresión de una necesidad.
Negar atención al bebé que llora es negarle su identidad, destruir su confianza, bloquear su expresión emocional, iniciarle en la sumisión y, en suma, provocarle un sufrimiento innecesario con consecuencias presentes y futuras.
Otro recurso que aporta alimento emocional al niño es la práctica del colecho. Hay que destacar que el ritmo de sueño en los bebés no es un aprendizaje, igual que no lo es respirar o hacer la digestión, sino una progresiva adaptación natural en su proceso de desarrollo. Lo más común es que el bebé se despierte cada dos o tres horas a lo largo de la noche, ya sea por hambre, por molestias o por necesidad de sentirse acompañado.
El colecho, junto a la lactancia, facilita satisfacer estas demandas. Le otorga al bebé una gran seguridad y confianza, le hace sentirse atendido y protegido.
Y por último no olvidemos el gran valor del contacto físico. El cuerpo del bebé recién nacido está diseñado para tener en el regazo materno todo cuanto necesita para sobrevivir y para sentirse bien: alimento, calor, apego. Mucho antes de que un niño pueda comprender las palabras comprende el tacto.
¿Entonces afirmas que a un bebé le daña dormir solo o que no lo tomemos en brazos cuando lo pide o cuando llora?
Cada bebé y cada niño son diferentes y necesitarán y expresarán necesidades diferentes. Ahora bien, el llanto del bebé es siempre una expresión de que necesita algo. Si tiene frío o calor tomaremos las medidas necesarias para resolverlo; si tiene hambre, le daremos de comer; si está enfermo, le daremos medicinas; entonces, ¿porqué si lo que necesita es nuestro afecto, nuestros brazos, nuestras caricias, no lo hacemos?
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