Los miedos infantiles son normales y necesarios, y forman parte del proceso evolutivo del niño. A medida que va creciendo, sus primeros miedos irán desapareciendo y dando origen a otros habituales en cada etapa en la vida.
Pero es importante que los padres conozcamos cómo evoluciona el miedo en los niños, así como las señales de alerta que podrían indicarnos que algo está ocurriendo, o que nos encontramos ante una fobia y no un miedo evolutivo.
Hemos hablado con Ana Asensio, doctora en Neurociencia, Psicóloga especialista en la infancia y autora de Vidas en Positivo. Desde su formación y experiencia, estos son los consejos y explicaciones que nos ha dado para identificar y tratar los miedos y las fobias en niños.
Miedo y fobia: ¿son lo mismo?
Ana Asensio nos explica que el miedo y la fobia son diferentes, y como tal, tienen manifestaciones fisiológicas distintas. Aunque mucha gente tiende a utilizar ambos conceptos de manera indistinta, es importante conocer las diferencias para saber cómo tratarlo.
Características del miedo en los niños
El miedo es una emoción primaria con la que todos nacemos. Es bueno, sano y necesario sentir miedo, pues es una respuesta normal a la percepción de peligro, que nos hace estar alertas ante determinadas situaciones.
Fisiológicamente, el miedo nos acelera el corazón, nos corta la respiración y nos mantiene en alerta. Coloquialmente solemos decir que se nos hace "un nudo en el estómago o la garganta", y se puede acompañar de otras sensaciones como hormigueo, sudoración, relajación de esfínteres...
El miedo es una sensación con la que se puede vivir, pues es fácil manejarla y autorregularla.
El miedo es evolutivo y va cambiando con los años.
Por ejemplo: si nuestro hijo tiene miedo a los perros, al cruzarse con uno por la calle se mostrará alerta, nos dará la mano y quizá nos pida que nos alejemos un poco. Pero cuando el perro haya pasado, su estado de alerta volverá a bajar.
Características de la fobia en los niños
La fobia es un trastorno psicológico en el que se presenta un miedo o ansiedad intensa ante cosas o situaciones concretas.
La respuesta fisiológica de la fobia es similar a la del miedo pero mucho más intensa, y no corresponde a la situación real que se vive.
Ante una fobia, el niño sentirá que la situación le supera o le incapacita, llegando a alterar su vida (cambios, evitaciones...) y, por tanto, aumentando la sintomatología. Es por ello, que las fobias deben ser tratadas por un profesional.
Decimos que hay fobia cuando este miedo irracional se presenta durante al menos seis meses.
Por ejemplo: si nuestro hijo tiene fobia a los perros, evitará cruzarse con uno e ir a casa de amigos que tengan perros. En caso de que nos encontremos con un perro por la calle, su respuesta será de huida o descontrol emocional con una intensidad desproporcionada.
Cómo detectar si nuestro hijo tiene miedo o fobia
Como acabamos de ver, el miedo es una emoción que presenta el bebé desde que nace. Se manifiesta con llanto, rabietas, pesadillas, dificultad para irse a dormir, cambios de conducta al entrar en algunos lugares sin que veamos razón aparente... A medida que el niño va creciendo y puede poner palabras a sus emociones, nos resultará más sencillo conocer sus miedos y poder ayudarle.
Por el contrario, las fobias son psicológicas y suelen aparecer en torno a los dos o tres años, tras una experiencia que les ha asustado mucho previamente. Por ejemplo, si han visto a algún miembro de su familia alterado por algo, o si una vivencia determinada les ha asustado especialmente (una persona disfrazada, una película, una pesadilla, una noticia de actualidad...).
Los principales miedos en la infancia y adolescencia
De 0-6 meses: el principal miedo de los bebés a esta edad es sentirse solos o abandonados. También suele haber miedo a los ruidos fuertes o sensaciones físicas desagradables.
De 6-12 meses: el bebé comienza a extrañar a otras personas y manifiesta claramente su miedo a través del llanto cuando ve a gente que no conoce. Comienza también la angustia por separación.
De 12-36 meses: a los miedos arriba descritos, pueden aparecer otros como el miedo a la oscuridad, los terrores nocturnos y pesadillas, miedo a separarse de sus padres, miedo a monstruos o villanos, miedo a los perros...
A esta edad también es frecuente "ficcionar" y que eso produzca miedo. Por ejemplo, niños que donde hay sombras ven monstruos, o donde hay oscuridad imaginan un pozo que les va a tragar.
De los 3-6 años: miedo a ir al médico, a las inyecciones, a los lugares desconocidos, a los primeros días de colegio, miedo a los disfraces, a ciertas decoraciones o festividades, miedo a la muerte de los seres queridos...
De los 6-12 años: miedo a quedarse solos, a no tener amigos, a las heridas, a sentir dolor, miedo a los insectos, a los desconocidos, miedo a ir al dentista, a los ladrones...
Adolescencia: miedo a los exámenes, al fracaso, a las críticas y a no gustar, a hacer el ridículo, al rechazo del grupo, a quedarse sin amigos, a la muerte...
Los miedos van disminuyendo, desapareciendo o evolucionando a medida que el niño presenta más madurez y capacidad cognitiva. En cualquier caso, y tal y como hemos comentado, el miedo es algo que nos acompañará toda la vida.
Las fobias no solo no desaparecen sino que se van intensificando, alterando la vida de la persona que las sufre, por lo que es necesario buscar ayuda especializada.
Consejos para tratar el miedo en los niños
Si nuestro hijo tiene miedo a alguna situación concreta, los padres podemos ayudarle desde el respeto, la empatía y la comunicación. Estos son los consejos que nos da Ana Asensio para tratar los miedos en la infancia:
Ayúdale a reconocer las sensaciones de miedo, verbalizando lo que siente y pidiendo ayuda cuando lo necesite. Además, es importante que le expliquemos que el miedo es algo normal que todos sentimos.
Cuando aparezca el miedo, podemos ayudarle a través de la activación de las sensaciones, como por ejemplo haciéndole consciente de su respiración, o animándole a poner su mano en el pecho y notando como el corazón va calmándose.
El contacto físico mediante besos y abrazos es fundamental para aportar seguridad al niño que está sintiendo miedo.
Cuando baje la activación fisiológica podemos hablar de lo que ha pasado, pero a continuación es importante a retomar la actividad que se estaba haciendo en ese momento (dormir, montar en bici, entrar en la consulta del médico...). Volver a la normalidad les hará sentir que pueden superar sus miedos y que estos no se convierten en algo irracional.
Hay recursos en los que podemos apoyarnos para hablar del miedo en la infancia, como por ejemplo los cuentos que muestren situaciones que viven otros niños de su misma edad. También podemos ponerles ejemplos que conozcamos sobre historias de superación, o vivencias que nosotros mismos hayamos tenido y cómo las hemos superado. Porque para enfrentarse al miedo es importante la confianza y la valentía.
¿Cuándo es necesario consultar con un profesional?
Pero si a pesar de poner en práctica los consejos arriba mencionados, comenzamos a detectar que el miedo de nuestros hijos se vuelve exagerado y empieza a convertirse en fobia, es importante consultarlo con un profesional que nos de asesoramiento sobre cómo actuar en estas situaciones:
"Si nuestro hijo empieza a venirse todas las noches a dormir a nuestra cama, si empieza a evitar situaciones sociales sin motivo aparente, si comienza a dormir o comer mal, o si estalla en rabietas sin que sepamos que ocurre, debemos consultar con un profesional"
"También es recomendable consultar con el experto si ante los primeros miedos de nuestros hijos, tenemos dudas sobre cómo tratarlos. E incluso también es recomendable buscar asesoramiento para educar en cómo vivir con miedo, con el fin de ayudarles desde pequeños o en la adolescencia a entender nuestro mundo interior".
"Y ya por último, aconsejo que si nosotros como adultos tenemos miedos o fobias, también lo consultemos con el profesional. No solo por nuestro beneficio (aprender a reconocerlo, ser consciente de ello y buscar la forma de superarlo), sino también por el beneficio de nuestros hijos".
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Agradecimientos | Ana Asensio, Vidas en Positivo