Pañales, orinales y pantalones rotos: las diferentes formas de aprender a ir al baño en el mundo pueden ayudar a los padres a que se relajen
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Pañales, orinales y pantalones rotos: las diferentes formas de aprender a ir al baño en el mundo pueden ayudar a los padres a que se relajen

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¿Dos años es muy pronto para que empiecen a ir al baño solos? Para la mayoría de los niños, sí. Sobre todo para los chicos. O por lo menos es la conclusión a la que han llegado los pediatras de Estados unidos y, a día de hoy, aproximadamente solo la mitad de los niños en EE.UU. van solos al baño con tres años.

Las abuelas chinas estarían horrorizadas ante esta idea porque en china los niños que usan pantalones kaidangku ya saben hacerlo por sí mismos con dos años. Esta pieza de armario tradicional está abierta por la entrepierna, lo que permite que los niños puedan orinar y defecar libremente sin necesidad de quitarse la ropa. Este atuendo sigue siendo la primera opción en cuanto a pantalones para niños pequeños en las zonas rurales de China.

Muchos padres son reticentes a probar nuevos métodos para enseñarle a su hijo a ir al baño (por no hablar de todas las otras cosas que el niño tiene que aprender) porque creen que solo hay una forma lógica y es la que siempre ha funcionado.

A día de hoy, los padres están bombardeados con recomendaciones que dicen estar respaldadas científicamente y que se son aptas para todos los niños, incluso con estrategias que pueden ser contradictorias. Solo en inglés, hay más de 2.000 libros de consejos para padres y madres, sin contar la gran cantidad de blogs. Incluso existe una parodia de este género. Todo esto hace que los padres modernos se sientan confundidos a la hora de decidir cómo criar a sus hijos.

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Como antropóloga, he estudiado diferentes formas de criar a los niños por todo el mundo durante 25 años. He vivido con mi marido (el escritor Philip Graham) en pequeñas aldeas de la selva tropical del oeste de África durante largos periodos de tiempo y estoy convencida de que los humanos somos una especie muy resistente que es capaz de prosperar en entornos muy diferentes.

Descubrir la increíble diversidad de formas de criar a un hijo ha hecho que nos replanteemos y cambiemos algunas de las formas en las que criamos a los nuestros (cosas como compartir la cama, la independencia y las tareas del hogar, por ejemplo).

No existe un modelo que valga para todo el mundo a la hora de dar recomendaciones sobre cómo criar a un niño. Para difundir esta idea, algunos de mis compañeros y yo hemos trabajado juntos en el libro “A World of Babies: Imagined Childcare Guides for Eight Societies” (Un Mundo de Bebés: Manuales de Crianza Imaginarios para Ocho Sociedades”) basado tanto en nuestra investigación de campo como en la de otros autores en lugares que van desde Israel y los territorios de Palestina hasta China, Portugal, Perú, Dinamarca, Costa de Marfil e incluso la comunidad somalo-americana de Minneapolis (Estados Unidos).

¿Enseñar a ir al baño desde que nacen?

¿Por qué los padres escogen un método de crianza en concreto? Muchas veces se debe a motivos económicos o a lo que tengan acceso. Vamos a centrarnos en el caso de aprender a ir al baño.

En Costa de Marfil, las madres comienzan a enseñar a sus hijos a ir al baño poco días después de que nacen administrándoles enemas dos veces al día desde el día en el que se desprenden los restos del cordón umbilical. Cuando el pequeño ya tiene unos meses, sus cuidadores ya no tienen que preocuparse de que se lo haga encima varias veces al día.

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¿Qué hay detrás de una práctica que parece tan extrema? Por un lado, en las zonas rurales de la Costa de Marfil no hay acceso a pañales de usar y tirar (al igual que en muchas partes del hemisferio sur). Además, incluso aunque se puedan comprar en algunos mercados locales, es un producto que pocas familias se pueden permitir. De hecho, es algo que el medio ambiente tampoco se puede permitir si tenemos en cuenta las estimaciones de algunos ecologistas de que los pañales de “usar y tirar” constituyen el tercer producto de usar y tirar más común en los vertederos y que para su fabricación se necesitan 26.000 millones de litros de crudo al año.

Pero los motivos económicos y o la accesibilidad a los pañales son solo una parte de la historia. La estructura laboral y los valores culturales también influyen en la elección de los padres.

En Costa de Marfil (y en toda África subsahariana), los bebés pasan la mayor parte del tiempo a cuestas de alguien y muchas veces no se trata de la madre porque tiene que trabajar en las cosechas de los campos para alimentar a su numerosa familia. La sociedad de las zonas rurales de Costa de Marfil (a diferencia de la sociedad china) piensa que las heces (incluyendo las de los bebés) son algo repulsivo y solamente el hecho de pensar que un bebé puede hacérselo encima mientras está a sus espaldas les da mucho asco.

Teniendo en cuenta la opinión local sobre las heces, ninguna niñera cuidaría de un niño que pudiera hacérselo encima mientras lo lleva a su espalda y por eso es importante que aprendan a ir al baño desde pequeños para que la madre pueda trabajar en el campo sin preocupaciones. En este sentido, el hecho de que aprendan desde muy pequeños a ir al baño ayuda a que la familia de la madre pueda proporcionar a su familia una cantidad de alimentos adecuada.

Esta práctica puede horrorizar a una persona occidental, imaginándose que el bebé puede sufrir secuelas emocionales a largo plazo por traumas a una edad tan temprana. Sin embargo, dejando de lado los estragos de la pobreza que suponen un riesgo para la salud y que niegan a las familias posibilidades de educación y económicas, estos bebés que aprenden a regular sus necesidades desde una edad tan temprana acaban siendo adultos tan felices y equilibrados como los niños que han crecido usando pañales.

El contexto cuenta en lo que funciona

Puede que esta práctica no motive mucho a los lectores que no sean de Costa de Marfil. En Estados Unidos (y en todos los países desarrollados), las necesidades laborales de la mujer también pueden determinar la forma en la que se les enseña a los niños a ir al baño, aunque sea a una edad más tardía.

Muchas guarderías solamente aceptan a niños que ya saben ir solos al baño, por lo que si una madre no tiene quién cuide de su niño en casa se volverá loca con tal de conseguir conseguir que su pequeño vaya al baño solos lo antes posibles para poder volver a trabajar a jornada completa.

Para las madres que se quedan en casa, o las madres que cuentan con familiares que puedan cuidar de su hijo, las diferentes situaciones de la vida son las que dictan las decisiones sobre el momento en el que los niños aprenden a ir al baño. En los territorios de Palestina, por ejemplo, muchas madres empiezan a enseñarles a ir al baño cuando tienen 14 o 15 meses. Pueden empezar a una edad temprana porque no suelen trabajar fuera de casa y tienen tiempo para ello. Por el contrario, si una mujer palestina trabaja puede que empiece a enseñar al niño a ir al baño a una edad más tardía, como a los dos años aproximadamente. En dicho caso, las mujeres del clan familiar (“hamula”) cuidarán del niño mientras la madre trabaja y no hay presión para que el niño aprenda a ir al baño solo cuanto antes.

En cuanto vemos cómo viven las personas en su día a día, algunas prácticas dejan de parecernos tan exóticas o incluso abusivas como al principio (pantalones abiertos o enemas infantiles). Si abrimos la mente de los padres primerizos a “otras” maneras de criar a sus hijos podemos hacer que se tranquilicen ante la presión de que si no “hacen lo correcto” sus hijos van a crecer mal. En cuanto exploramos costumbres equivalentes y otras formas de criar a los niños, está claro que hay muchas “formas correctas” de hacer que un niño aprenda a hacer las cosas.

Autora: Alma Gottlieb, Profesora emérita de antropología, Estudios Africanos, y Estudios de Género y de la Mujer, Universidad de Illinois en Urbana-Champaign.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

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