La arena suele ser un imán para los niños. A la mayoría de peques les encanta jugar con ella, manipularla, enterrar objetos, mezclarla con agua, embadurnarse hasta las orejas... Jugar con arena estimula sus sentidos, su motricidad y su imaginación, entre otros muchos beneficios.
Pero no todos los niños disfrutan con esta actividad; especialmente cuando son muy pequeños. De hecho, muchos bebés rechazan pisar la arena y el contacto con ella les desagrada profundamente.
Si a tu hijo no le gusta tocar la arena te explicamos cuáles son los motivos y cómo puedes ayudarle a superar su miedo.
¿Por qué a mi bebé le da repelús pisar la arena?
Aunque la mayoría de los niños disfrutan jugando con la arena de la playa o del parque, hay otros a los que les da verdadero repelús.
Son niños que cuando van a la playa no quieren salir de la toalla, encogen los pies cuando tocan la arena o caminan de puntillas para evitar el contacto íntegro sobre su planta del pie, les desagrada mancharse de arena...
Por lo general, esto suele suceder en bebés o niños muy pequeñitos y puede deberse a varias causas:
La especial sensibilidad al tacto de los bebés
Los bebés tienen mucha sensibilidad en la planta de los pies, incluso más que en las manos, y a través de ellos reciben mucha información. La textura de la arena o de otro tipo de superficies a las que no están acostumbrados (césped, terrenos empedrados...) podría suponerles una sobrecarga sensorial.
Durante los primeros meses de vida, el sistema nervioso de un bebé se afina y se desarrolla rápidamente de una manera que hace que los sonidos, las sensaciones y las imágenes sean intensas y discordantes. Por eso es tan importante que los bebés estén descalzos, ya que es una forma de entender, asimilar e integrar el ambiente que los rodea.
Miedo a lo desconocido
Si el bebé no está acostumbrado a caminar sobre arena o a tocarla, es posible que la primera vez que entre en contacto con ella se muestre temeroso e inseguro.
También puede haber niños a los que les suceda justamente lo contrario, y su curiosidad y afán exploratorio les haga experimentar, toquetear espachurrar e incluso llevarse a la boca la arena sin ningún pudor.
Cada peque es único y tiene su propia personalidad; y así como hay niños más lanzados a la hora de probar cosas nuevas, otros se pueden mostrar más reticentes a lo desconocido, siendo completamente normal.
Inestabilidad del terreno
Relacionado con el punto anterior, la inestabilidad del terreno arenoso (especialmente si se trata de la playa) puede hacer que el niño se muestre más inseguro a la hora de caminar o entablar contacto con esta nueva superficie.
Niños de alta sensibilidad
En los niños con alta sensibilidad el rechazo a pisar o tocar la arena suele ser una característica bastante habitual. Estos peques tienen un mayor desarrollo del sistema neuro-sensorial, lo que les lleva a percibir su entorno de una manera amplificada, tanto a nivel sensorial como emocional.
Por lo general, es habitual que los niños con alta sensibilidad a los que no les gusta la arena se muestren también irascibles con otras situaciones como tener la ropa mojada o sucia, notar en la piel las costuras o pliegues de la ropa, tocar la hierba o la nieve...
¿Cómo puedo ayudar a mi bebé a superar su miedo a pisar la arena?
Por lo general, la mayoría de los bebés lo único que necesitan es tiempo para acostumbrarse a una situación que es nueva para ellos. Con paciencia, amor y acompañamiento respetuoso pronto comenzará a disfrutar de la experiencia que supone jugar con arena.
Estas son las cosas que podemos hacer los padres para ayudarles a superar su miedo o repelús a la arena:
No le fuerces. Respétalo
No fuerces al niño a enfrentarse a una situación que le desagrada, ni te rías o restes importancia a lo que le ocurre. Puede que la arena sea muy "divertida" para ti, pero en ese momento no lo es para el peque. Respétalo.
Tranquilízalo
Si el niño se muestra especialmente nervioso o incluso llora, tómalo en brazos y cálmalo. Cuando se haya tranquilizado, poco a poco y siempre procurando darle la máxima confianza, vuelve a intentar dejarle en el suelo (o sobre la toalla) con delicadeza y observa su reacción.
No le fuerces. Cada pequeño pasito o gesto que haga es un logro.
Ponle calcetines o zapatos
Aunque lo ideal es que los niños caminen descalzos por la playa, si el terreno arenoso le desagrada profundamente siempre es posible ponerle calcetines o zapatos. A medida que se vaya acostumbrado a la textura de la arena a través de sus manos, podemos probar a retirarle el calzado.
Cuando pise la arena, empezad poco a poco
Cuando veas que el bebé está preparado para pisar la arena, empieza poco a poco y evita que tenga una primera experiencia desagradable, como puede ser pisar un terreno fangoso, arena que queme, arena mezclada con piedrecitas que puedan dañarle la planta del pie... Déjale que tome la iniciativa a la hora de lanzarse a caminar por la arena.
Los juegos con arena
Jugar con arena es muy beneficioso para el desarrollo de los niños, y también es un excelente ejercicio para ayudar a los peques a superar su repelús. Puedes hacer manualidades con arena, o bien preparar un cajón con arena y jugar a enterrar y desenterrar objetos, hacer figuritas, dibujar siluetas con el dedo...
¿Cuándo debería consultar?
Como decimos, el miedo o desagrado a tocar y pisar la arena es muy común en los bebés, y por lo general se trata de una situación pasajera e inicial que remite en poco tiempo. Si sospechas que tu hijo pueda tener alta sensibilidad, es probable que su rechazo a la arena siempre esté ahí (siendo en él/ella un rasgo más de esta condición), aunque a medida que vaya creciendo se irá minimizando.
Sin embargo, hay otros casos en los que esta circunstancia podría deberse a un problema de integración sensorial. Cuando existe esta condición, el niño tiene hipersensibilidad táctil, lo que le lleva entre otras muchas cosas a evitar el contacto y experiencias de juego con varios estímulos (no únicamente con la arena).
Por eso, ante cualquier duda o sospecha, o si las reacciones de tu hijo son especialmente exageradas, evasivas y temerosas, es recomendable consultarlo con el pediatra para una valoración.