En estos días venimos hablando de la importancia de vigilar a los niños en todo momento en las piscinas y en la playa. Apenas 6 cm de agua y 32 segundos son suficientes para que un niño se ahogue. Unos datos que nos ponen los pelos de punta y nos hacen ser conscientes de la importancia de que los niños aprendan a nadar, o al menos a flotar boca arriba, desde que son muy pequeños.
El método ISR (Infanti Swim Rescue) o de auto-rescate acuático consiste, básicamente, en enseñar a los niños habilidades que le harán sobrevivir en el agua. A partir de los seis meses, los bebés aprenden a mantenerse a flote.
La técnica consiste en enseñarle a los pequeños a mantener la respiración por unos segundos con los ojos abiertos para que puedan buscar la superficie. Una vez allí se dan la vuelta sobre su espalda y se quedan flotando boca arriba con la carita fuera del agua.
La idea fue del socorrista Dr. Harvey Barnett, fundador del método, quien a los 18 años presenció el ahogamiento de un niño de su comunidad. A partir de allí decidió enseñar a los niños una manera de que pudiesen sobrevivir en caso de accidentes. Hoy es, además, una técnica de iniciación a la natación que ayuda a salvar muchas vidas.
Flotadores y manguitos pueden fallar. Por tanto, la forma más fiable de prevenir ahogamientos es que los niños aprendan desde pequeños a nadar, o al menos a flotar hasta que alguien pueda rescatarlos.
Más información | Infant Swim Rescue
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