Cada año nacen el mundo 15 millones de bebés prematuros, lo que significa que uno de cada diez bebés nacen antes de la semana 37 de gestación. Estos pequeños demuestran una fuerza increíble desde el primer momento, luchando por salir adelante aún en las circunstancias más extremas.
Los avances médicos hacen posible que cada vez más prematuros sobrevivan, pero hay algo fundamental para su supervivencia que debe completar los cuidados médicos: los abrazos y el calor humano. La historia del pequeño Axel así nos lo demuestra; una historia de vida, entrega y amor incondicional.
"El club de los abrazos", y la bondad del ser humano
Melissa estaba embarazada de 29 semanas cuando el 1 de agosto dio a luz de forma prematura a su bebé, Axel. El pequeño, que nació con varios problemas de salud, tuvo que ser sometido a numerosas cirugías para salvarle la vida, y en más de una ocasión su corazón se paró y los médicos tuvieron que reanimarle.
La vida de Axel pendía de un hilo cuando Melissa y su marido Adam tuvieron que incorporarse de nuevo a sus trabajos. Estados Unidos es el único país de la OCDE que no obliga a las empresas a ofrecer una baja por maternidad remunerada.
La legislación sólo garantiza que las empresas con más de 50 trabajadores guardarán el puesto de trabajo a los empleados que quieran coger una baja de 12 semanas después de haber tenido un hijo, pero en ningún caso percibirán salario alguno.
Melissa es policía en una comisaría de Colorado (Estados Unidos) y su marido Adam dirige su propia empresa. Ambos se habían cogido el máximo de días libres para poder atender a su bebé, pero cuando no pudieron hacer más y les tocó volver a trabajar su corazón se partió en mil pedazos.
"Tener que irme y dejar allí a mi bebé resultó desgarrador. Lloré durante todo el camino de vuelta al casa. Fue terrible.", explicaba Melissa en declaraciones al diario Khou.
El sargento Mike Pitrusu, director de la unidad de Apoyo y Bienestar de los Empleados del Departamento de Policía donde trabaja Mellisa, decidió que Axel no estaría solo y reestructuró los turnos de 20 policías para que, entre todos, pudieran acompañar al bebé en el hospital mientras sus padres trabajaban.
Así fue como Axel recibía cada día la visita de varios policías amigos de su madre que le tomaban en brazos, le acunaban, le daban calor humano y le hablaban. Un policía tras otro, establecidos en turnos, que velaban por él y le abrazaban hasta que sus padres salían de trabajar.
Melissa y Adam cuentan que algunos de los policías les agradecieron la oportunidad de abrazar y cuidar de Axel.
"Recuerdo haber hablado con un oficial que trabajaba para la protección de la infancia. Me dijo que su alma estaba llena de cosas terribles que debía ver diariamente en su trabajo. Dijo que el "club de abrazos" había sido bueno para Axel, pero que también le había sanado a él"
Y el pequeño Axel fue creciendo y haciéndose fuerte gracias al cariño y los abrazos de todo el cuerpo de policía, hasta que cuatro meses y medio después de haber venido al mundo, recibió el alta y pudo marcharse a casa con su familia.
Sin duda una vez más queda patente la importancia vital de los abrazos y el contacto piel con piel del prematuro; hablarle, acunarle y acompañarle reduce el estrés y la ansiedad del bebé y le ayuda en su desarrollo psicomotor.
"El club de los abrazos" de la policía de Colorado no sólo ha salvado la vida de Axel y sus padres, sino que nos ha dado a todos una gran lección de compañerismo, amor y entrega incondicional que sin duda quedarán grabados por siempre en el corazón de este bebé tan especial.
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