¿Te has parado a pensar cuántos cambios de pañal has realizado ya en la corta vida de tu hijo? Pues teniendo en cuenta que los bebés usan una media de cinco al día (entre seis y ocho cuando son muy pequeñitos), uno pierde la cuenta.
Quizás estés deseando que empiece a ir solito al baño, momento para el que no hay una edad concreta, sino que llegará cuando el niño se encuentre totalmente preparado.
Mientras llega ese gran paso en su desarrollo, puedes seguir aprovechando esos instantes mágicos para dedicar unos 15 minutos diarios a jugar con tu bebé y hacerle mimos. Tu hijo se siente feliz, querido y seguro, y para ti puede ser una excelente terapia antiestrés.
Si ya se sostiene de pie y mantiene el equilibrio, ¿por qué no pruebas a cambiarle el pañal de pie? Una práctica muy recomendada, que aporta grandes beneficios para el niño. Entre ellos: una mayor autonomía. Así nos lo explica Almudena Palacios, especializada en el Método Montessori.
No antes de que mantenga el equilibrio
Como en el resto de las etapas de desarrollo de los niños, no hay una edad concreta para intentar cambiarle el pañal de pie: "depende de su ritmo y será nuestro hijo el que nos indique cuando está listo".
Así lo explica Almudena Palacios, profesora de primaria, antropóloga y Educadora de Familias en Disciplina Positiva, creadora de Viviendo Montessori.
Señala que lo más importante para optar por no cambiarle tumbado (por lo general también muy complicado cuando se está fuera de casa), es que el niño o la niña se sostenga de pie y sepa mantener el equilibrio, algo que ocurre aproximadamente a partir de los 12 meses, aunque puede ser un poco antes o un poco después. "La observación de nuestro hijo será lo que nos diga cuándo ha llegado el momento, más que la idea de que haya llegado a una edad determinada", asegura la experta.
Rutinas que favorecen el momento 'cambio de pañal', paso a paso
Almudena Palacios habla de la importancia de establecer un vínculo previo con el niño o la niña:
"Cuando cambiamos el pañal, estamos acompañándolo en una actividad que tiene que ver directamente con su intimidad, como es la limpieza de sus partes más íntimas. ¿Te imaginas a ti siendo cambiado por una persona que no te conoce y además te trata de manera brusca o como si fueras un muñeco? Seguramente nos enfadaríamos y con razón, si se diera el caso".
Para lograrlo, estaría bien disponer de un lugar adecuado para este momento, pues la creación de rutinas favorece la confianza del niño. Así lo asegura Almudena, que recomienda tener en el baño una pequeña alfombra, una silla a su medida y los utensilios necesarios preparados y siempre a mano. Además, aconseja aprovechar el bidé como fuente de agua limpia, que como tamaño es ideal para el niño.
Encontrado el lugar, indica la experta que lo primero que tenemos que hacer es establecer contacto visual con nuestro hijo y ponernos a su altura, se lo comunicamos con las palabras justas y con un mensaje positivo, "vamos a cambiar el pañal", evitando frases innecesarias y mensajes negativos.
Entonces, vamos verbalizando los pasos poco a poco, e intentando que el pequeño preste atención a cada paso: "Queremos que sea consciente de lo que estamos haciendo, algo importante sobre todo las primeras veces, aunque luego ya no será necesario", aclara el alma mater de Viviendo Montessori. Añade que, a partir de ahí, solo queda limpiar al niño y ponerle el pañal, mientras permanece todo el rato de pie.
¿Por qué es adecuado para nuestro hijo?
Al permanecer de pie, participa más en el proceso y resulta más fácil evitar que se ponga nervioso.
"Es consciente de todo lo que ocurre a su alrededor, lo que le ayuda a estar más receptivo y colaborativo. Esto hará que participe en la acción y nos facilite la tarea".
Además, explica Almudena, se convierte en una nueva etapa de transición que le ayudará a pasar del pañal al orinal y del orinal al váter.
Y es que cambiar el pañal de pie permite al niño tener más autonomía: podrá subirse y bajarse los pantalones solito e incluso limpiarse, lo que conseguirá que el momento del cambio del pañal sea menos aburrido para él.
Añade que el mensaje que le transmitimos es: “yo te ayudo y tú participas porque al final lo harás solo”.
Relación de esta práctica con la filosofía Montessori
Según la filosofía Montessori, la educación se presenta como una ayuda al desarrollo del niño, que tiene como objetivo la conquista del entorno. Para lograrlo, va cumpliendo los retos que se le presentan en cada etapa, como son: desplazamiento, lenguaje, mente matemática, etc...
De esta forma, el adulto se presenta como una ayuda para que el pequeño vaya consiguiendo cada vez más grados de independencia y autonomía.
El respeto a la naturaleza del niño/a y a sus ritmos de desarrollo y aprendizaje hará que su desarrollo se lleve a cabo de una manera más sana y natural en un ambiente preparado.
Así nos lo explica Almudena Palacios, experta en este método, que recuerda una frase de la Doctora Montessori, referida a la importancia que tiene la educación para nuestro futuro: “El niño es el padre del hombre”.
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