El aprendizaje basado en proyectos es la forma más completa que tiene el niño de trabajar, y en donde el aprendizaje cooperativo forma parte esencial. El aprendizaje cooperativo es un método de trabajo que supone un cambio en el paradigma educativo tradicional, ya que convierte al alumno en protagonista de su propio aprendizaje.
Cada vez más colegios están incluyendo esta metodología de enseñanza, adaptada a los tiempos que corren y a la sociedad en la que los niños tendrán que desenvolverse el día de mañana. Te contamos en qué consiste el aprendizaje cooperativo y qué beneficios aporta a los alumnos.
¿Qué es el aprendizaje cooperativo?
Según el informe PISA, "Collaborative problem solving", publicado hace un año, sólo un cuatro por ciento de los alumnos españoles sabe trabajar en equipo, un dato realmente preocupante a la hora de preparar a los niños para la vida y el futuro laboral.
Por ello, cada vez más padres desean suplir las carencias que presenta el sistema educativo tradicional, buscando colegios donde el aprendizaje cooperativo forme parte de la enseñanza. Y por suerte, cada vez hay más opciones.
El aprendizaje cooperativo es una metodología activa que consiste en trabajar en pequeños grupos de forma coordinada, para resolver tareas académicas y profundizar en lo aprendido. De este modo, el alumno mantiene la atención continuada en el tema que está desarrollando, y aprende a interactuar con sus compañeros de equipo en busca del bien común del grupo; gestionando conflictos, desarrollando su inteligencia social y mejorando sus relaciones con el resto de compañeros.
Trabajando en grupo, el niño aprende a desarrollar habilidades sociales, y aceptar la forma de ser y de trabajar del resto de compañeros, al igual que le ocurrirá en un futuro en su entorno laboral. Cada alumno debe adquirir un rol dentro del equipo y trabajar por el bien común, y no para alcanzar unos logros individuales, que es como está planteado el sistema educativo tradicional.
Beneficios que aporta este tipo de aprendizaje
El niño deja de ser un sujeto pasivo sentado en una silla y recibiendo la lección impartida por el profesor. Ahora se convierte en una persona activa e involucrada en su propio aprendizaje.
Al trabajar desde la motivación y el interés, se favorece la concentración y se asimila mejor lo aprendido.
Trabajando en equipo, el niño desarrolla habilidades tan importantes como la empatía, el respeto (turno de palabra, respeto a las opiniones contrarias, respeto hacia el trabajo ajeno...) y la escucha activa, aprendiendo de lo que aporta cada compañero.
El trabajo en equipo también le ayuda a controlar sus emociones, y a desarrollar el sentimiento de pertenencia a un grupo, lo que contribuye a mejorar el ambiente en el aula y a evitar rechazos entre compañeros.
El niño aprende que un trabajo individual bien hecho contribuye de forma positiva al bien común del grupo, por lo que es fundamental aunar los esfuerzos de todos los miembros del equipo, ser consciente de la importancia que tiene el trabajo y participación de cada miembro del grupo, y ayudar en todo lo que se pueda al resto de compañeros.
Con el trabajo en grupo, cada niño acaba adoptando un rol diferente al del resto de compañeros, en función de su personalidad y habilidades. Un equipo formado por varios alumnos con roles diferentes, permitirá un reparto equitativo del trabajo y un mayor éxito en el resultado final.
Se fomenta el pensamiento crítico del niño, es decir, la reflexión autónoma de un tema, la búsqueda de diferentes alternativas, el estudio y análisis de los errores, y la defensa final de una idea.
La figura del profesor en el aprendizaje cooperativo
Para establecer el trabajo cooperativo en el aula hay que tener en cuenta varios aspectos, siendo el primero y principal la formación y el interés del profesorado en la materia. Y es que todavía hay docentes educados en un sistema tradicional de la enseñanza, donde el maestro imparte una clase magistral y el alumno escucha, memoriza y repite.
Según leemos en este artículo de investigación de la Universidad de Oviedo, realizado por Javier Fernández-Río, en el caso del aprendizaje cooperativo, el profesor se convierte en un activador del aprendizaje. De este modo, pasa a ser un guía que acompaña a los alumnos durante el proceso, observando su forma de trabajar, planteando preguntas y alternativas, respondiendo las dudas de los alumnos y, finalmente, evaluando.
Además, el profesor es quien debe establecer los grupos de trabajo, buscando que sean heterogéneos y estén compensados. Así mismo, debe motivar a los alumnos y lograr que todos estén involucrados en su propio aprendizaje.
No cabe duda de que saber trabajar en equipo es una de las competencias que más valoran las empresas, por lo que fomentar esta habilidad desde niños resulta fundamental. Por ello, es importante que el sistema educativo, tal y como lo conocemos actualmente, vaya cambiando en pos de este tipo de enseñanza, en donde se valore la cooperación, el respeto, la creatividad y el fomento del pensamiento crítico y divergente.
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