El chantaje emocional es una forma de violencia psicológica muy arraigada en la sociedad, especialmente en la crianza. A todos se nos han escapado alguna vez frases chantajistas con los niños, y aunque no siempre nos damos cuenta de ello, es necesario hacer un ejercicio de reflexión y reconocer aquellos mensajes dañinos que debemos evitar si queremos educar con respeto y amor.
Hoy analizamos qué implica comunicarnos con nuestros hijos mediante chantajes, cómo reconocer este tipo de frases en nuestras conversaciones y qué podemos hacer para no caer en ellas.
¿Qué es el chantaje emocional?
Los adultos usamos el chantaje con los niños con mucha frecuencia e incluso es más que probable que también lo utilizaran con nosotros siendo niños. Pero aunque algunas frases pueda parecer inocentes (o al menos no lleguemos a ver la gravedad que implican), el chantaje es una forma más de violencia emocional, en la que forzamos la voluntad del niño mediante amenazas (algunas con un trasfondo psicológico muy fuerte).
Frases que implican chantaje emocional
Son muchas las frases que podemos poner como ejemplo y que llevan implícitas una importante carga emocional que llegan a afectar al niño negativamente. A veces somos conscientes de ellas al pronunciarlas, pero otras veces simplemente nos salen solas y no caemos en la cuenta de las consecuencias que tienen.
Ahí van algunos ejemplos:
El chantaje emocional en Navidad ("¿has sido bueno?", "los Reyes Magos y Papá Noel lo ven todo", "si te portas mal, no te traerán regalos"...) Comenzamos con uno de los chantajes más típicos en la infancia: amenazar al niño con que estos personajes mágicos a los que adora no le regalarán si no hace lo que nosotros queremos que haga.
Amenazar al niño con que alguien importante para él va a dejar de quererle ("si haces esto, papá o mamá no te van a querer", "como le cuente al abuelo lo que has hecho, ya no te va a querer", "yo solo quiero a los niños que se portan bien"...) Los niños necesitan saber que sus padres les aman de manera incondicional y que van a permanecer a su lado hagan lo que hagan. Amenazar a un niño con retirarle nuestro amor si hace algo que a nosotros no nos gusta es cruel y puede dejar una profunda huella en su autoestima.
Asustar al niño con avisar a la policía ("¿quieres que avise a la policía para que te meta en la cárcel por portarte mal?", "la policía vendrá a llevarse a los niños malos"...) Este tipo de chantaje otorga a la figura del policía connotaciones negativas que asustan al niño, lo que además puede provocar gravísimas consecuencias.
Asustar al niño con llevarle al médico ("como no te pongas el abrigo vas a enfermar y te van a tener que poner una inyección", "le voy a contar a tu pediatra lo mal que te portas, para que te pinche en el culo"...) Entre otras cosas, este tipo de chantajes pueden acabar haciendo que el niño coja miedo de ir al pediatra.
El momento de la comida está repleto de frases chantajistas y actuaciones ("si no comes, te vas a poner muy malito", "si te comes todo, iremos después al parque", "la abuelita se va a disgustar cuando se entere de que no has comido lo que te ha preparado"...) que pueden dañar al niño y convertir el momento en un auténtico calvario para toda la familia. Empleamos estas frases con la finalidad de que el niño coma, pero no nos damos cuenta de la falta de respeto que suponen.
Otro tipo de chantajes habituales: "Si te portas mal, te quedas sin ir al cine el sábado", "si no haces tus deberes, se lo diré al profesor para que te castigue", "si te portas mal, llamaré al hombre del saco"...
Cómo perjudica el chantaje emocional a los niños
Las consecuencia más directas en el comportamiento del niño derivadas de un chantaje emocional son el daño a su autoestima y confianza, además de provocarle humillación, sentimiento de culpa, inseguridad y vergüenza.
Por otro lado, el chantaje provoca que el niño actúe desde el miedo y la sumisión, pues con nuestras palabras le estamos obligando a obedecernos de forma sumisa e inmediata, lo que tiene fatales consecuencias a corto y largo plazo. Y es que el niño que modifica su comportamiento o hace algo por miedo a las consecuencias no está aprendiendo ni actuando en base a un aprendizaje interiorizado, por lo que a largo plazo no sabrá tomar decisiones, asumir responsabilidades o actuar con juicio propio.
Por último, comunicarnos de forma habitual con chantajes hace que nuestro hijo aprenda inconscientemente que es legítimo manipular a otros a través del lenguaje de la amenaza y el miedo psicológico, por lo que en un futuro actuará de la misma forma, viéndose afectada su relación con los demás.
¿Qué hacer para dejar de usar el chantaje emocional con los niños?
Si te has visto reflejado en algún momento en alguna de las frases mencionadas, no te culpes. Todos hemos caído en ello alguna vez, pero es bueno hacer autocrítica, reflexionar y luchar por cambiar nuestra comunicación con los niños para hacerla más positiva y respetuosa.
Cuando hablamos de educación y crianza es normal perder los nervios en un momento dado. Educar a un niño puede llegar a ser agotador y requiere de toda nuestra paciencia y amor. Por eso, si sientes que estás a punto de estallar mi consejo es que te pares, respires profundamente y evites decir algo de lo que después te puedas arrepentir.
Analiza cómo puedes dirigirte a tu hijo para que tu mensaje sea constructivo, educativo, positivo y respetuoso. Recuerda, además, que los niños necesitan equivocarse para aprender, pero el buen aprendizaje no se consigue bajo amenazas, coacciones o castigos, sino con acompañamiento, aliento y aprendiendo a asumir las consecuencias.