¿Cuándo empiezan a distinguir los niños la fantasía de la realidad?

Los niños, a medida que crecen, van adentrándose poco a poco en el mundo de los adultos, y con ello, en el mundo de la "realidad" objetiva.

Porque hasta entonces, su realidad puede ser otra; nos referimos a la gran capacidad que tienen los niños para fantasear y crear mundos paralelos.

Seguramente, cuando ves películas con tus hijos, sobre todo si son pequeños, o si les explicas cuentos, aún no son capaces de distinguir la realidad de la fantasía o la invención.

Esto tiene que ver con su madurez y su momento evolutivo, y sobre todo, con su gran capacidad de imaginar. Pero, ¿cuándo empiezan a distinguir los niños la fantasía de la realidad? ¿Cómo acompañarles en esta transición? ¡Te ayudamos!

"La imaginación es el lápiz con el que el niño pinta sus mejores aventuras"
-Anónimo-

¿Cuándo empiezan a distinguir los niños la fantasía de la realidad?

Según los psicoterapeutas Gabriela González y Luis Carlos Flores, creadores del Método Paternidad Efectiva y fundadores de Niños de Ahora, los niños pequeños, especialmente antes de los siete años, viven un mundo entre la realidad y la fantasía.

Esto hace que puedan ver películas donde todo les parezca real, aunque lógicamente haya trozos de fantasía; es decir, que no puedan distinguir realidad de ficción.

Investigaciones: distinguir lo real de lo imaginado

Por otro lado, la profesora Jacqueline Woolley del Departamento de Psicología de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, se ha encargado de estudiar el pensamiento de los niños y su capacidad para distinguir entre la fantasía y la realidad.

Jacqueline encontró que, a la edad de dos años y medio, los niños entienden las categorías de lo que es real y lo que no lo es, y que con el paso del tiempo, utilizan señales para adaptar cosas como unicornios, fantasmas y Santa Claus a lo que es real y a lo que no lo es.

Sin embargo, una cosa es que distingan las categorías y la otra es que puedan identificar cuándo las cosas son reales y cuándo no.

Según la investigadora, hacia los 12 años los niños pueden tener ya una buena capacidad para diferenciar la fantasía de la realidad, y hacerlo igual que lo harían los adultos.

¿Por qué no diferencian realidad de fantasía?

Los niños no diferencian realidad de fantasía, cuando aún son pequeños, porque madurativamente aún no están preparados para ello. Es decir, su funcionamiento cerebral aún no se lo permite; y es algo natural, que forma parte de su desarrollo psicológico.

La profesora e investigadora mencionada, Jacqueline Woolley, agrega en relación a ello que el hecho de que el lóbulo frontal del cerebro no se desarrolle completamente hasta los 25 años de edad, podría explicar en parte por qué los niños "tardan" en distinguir realidad de ficción.

Lóbulo frontal: anticipación y distinción de la realidad

El lóbulo frontal es la parte del cerebro encargada de llevar a cabo las funciones ejecutivas, y estas incluyen el control de impulsos y la planificación (que nos ayuda a anticipar todos los aspectos diferentes de un resultado).

Así, según afirma, los niños tendrían una incapacidad de tener en cuenta las potenciales consecuencias de las cosas y la realidad, al mismo tiempo que tienen en cuenta consecuencias potenciales dentro de su mundo fantasioso.

De esta forma, mientras que un adulto puede lograr pensar sobre las consecuencias de ambos mundos al mismo tiempo (realidad y fantasía), los niños aún no estarían, cognitivamente, preparados para ello.

¿Cómo entrar en el mundo de la fantasía infantil?

Puede resultar positivo para los más pequeños que les acompañemos en su mundo fantasioso, para que, progresivamente, puedan ir entrando en el mundo de la realidad y distinguir ambos mundos.

¿Cómo podemos hacerlo? Os ofrecemos algunas pautas para ello:

Participa en sus juegos

Es importante que participemos en los juegos de nuestros hijos, y que nos adentremos con ellos en sus mundo mágicos y fantasiosos.

Ponte a su altura, o en el suelo

Si realmente quieres acompañar a tu hijo en sus juegos y conectar con él, ponte a su altura cuando habléis, o en el suelo si está jugando en él.

Reproduce las escenas de fantasía

Los niños creen en el mundo fantasioso que ellos mismos crean a través del juego y de otros elementos.

Por ello, te animamos a acompañarle reproduciendo las escenas que se invente o que intente interpretar, por ejemplo a través del juego simbólico.

Promueve la libertad en sus juegos

Anima a tu hijo a crear, explorar, inventar... No le limites ni intentes dirigir sus juegos. Eso le ayudará a estimular la creatividad y a ser el protagonista de su propia historia. Además, le ayudará a sentirse más cercano a ti, con mayor confianza.

Déjate llevar por la lógica de sus juegos

El mundo de los juegos y la imaginación no conoce límites cuando somos pequeños; por ello, si quieres estimular a tu hijo y acompañarle en su mundo mágico, déjate llevar por la lógica de sus juegos.

Aunque sea una lógica que se aleje de la realidad de los adultos, ten en cuenta que esta forma parte de su proceso evolutivo y que es importante respetar su ritmo.

Tres clave para ayudarle a distinguir fantasía y realidad

Si bien es cierto que la imaginación, la fantasía y el pensamiento mágico son ingredientes propios de la infancia, que benefician a los niños, a veces la confusión entre realidad y ficción puede causar inconvenientes.

Por otro lado, a medida que el niño se hace mayor, es importante que aprenda, progresivamente, a distinguir realidad y fantasía. Por ello, como padres y madres podemos acompañarlos. En estos casos, algunas ideas que nos pueden ayudar son:

  • Háblale de situaciones reales: puedes aprovechar algún momento en el que esté jugando, sobre todo si es en su mundo fantasioso, para hacerlo. Por ejemplo, puedes preguntarle cómo están sus amigos, cómo va el cole...
  • No le regañes si tiene amigos imaginarios o si inventa situaciones ficticias; así, es importante hacer reflexionar a los niños sobre aquello que existe y aquello que no, pero respetando también su ritmo.
  • Anímale a dibujar, a plasmar su realidad: es una buena manera de vehicular toda esa fantasía, para después reflexionar sobre ella, a través del propio dibujo o creación.


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