Imagino que nada más leer el titular estaréis pensando que la respuesta a la pregunta es un "No, nadie tiene que gritar a mi hijo porque esté llorando". ¿Y si os dijera que a la mayoría de personas que ha visto el vídeo que veréis a continuación le parece que la respuesta es un "Sí, y muy bien hecho"?
Sucedió en una cafetería de Portland, en EE.UU., de nombre Marcy's Diner, cuando el pasado sábado fueron a desayunar una pareja y su hija. Al parecer, la tardanza en llegar la comida hizo que la niña empezara a llorar y probablemente tuviera una rabieta (ese momento en el que llora y llora y no atienden a razones). La situación se alargó unos minutos y la dueña de la cafetería decidió que no tenía por qué seguir oyéndola y consiguió que se callara gritándole. Vuelvo a hacer la pregunta: ¿Deben los desconocidos "educar" a nuestros hijos?
Después de lo sucedido, la madre, Tara Carson, dejó un escrito en la página de Facebook de la cafetería, como queja por lo sucedido:
Tuve la peor experiencia en este establecimiento. La dueña es una auténtica lunática y le gritó a la cara a mi hija de casi 2 años porque estaba llorando. ¿Quién en su sano juicio se comportaría así a menos que sea degenerado? Si tienes un problema con una niña que llora, entonces no eres la adecuada para atender un negocio. Si te molestó tanto, deberías haber hablado conmigo y no traumatizar a mi pequeña gritándole en su cara. El karma te puede morder tu...
Las dos versiones de los hechos, en vídeo
Y digo dos versiones porque es difícil saber qué sucedió en realidad, aunque probablemente la verdad esté en un intermedio entre lo que dice la una y la otra:
Pues bien, a partir de este vídeo, los posicionamientos son totalmente contrapuestos. Por un lado están las personas que se alinean con la dueña de la cafetería porque piensan que hay padres que podrían hacer mucho más para que sus hijos no molesten a los demás y por el otro están los que se ponen de parte de la madre, porque la niña tiene en realidad 21 meses y en esa edad es prácticamente imposible hacerle entender que en un sitio público hay que intentar... no llorar.
Ayer, en el Washington Post, la mamá explicó detalladamente los hechos. Según ella quisieron desayunar el sábado allí porque el marido lo había hecho en varias ocasiones tiempo atrás. Estaban pasando unos días allí y llovía, así que cuando les dijeron que lo que habían pedido tardaría una media hora lo dieron por bueno.
Había mucha gente dentro y cuando por fin encontraron una mesa se sentaron a esperar. Niña de 21 meses y esperar sentados son dos conceptos que no suelen casar bien, así que la impaciencia empezó a hacer mella en la niña que inició sus quejidos. No era llanto, ni rabieta, dice la madre, el restaurante era muy ruidoso, nadie parecía estar molesto y optaron por seguir esperando (comenta que si hubieran visto que molestaba, se habrían ido, pese a que llovía).
Cuando por fin llegó el desayuno la niña ya no quería ni comer. Seguía quejándose por estar ahí, así que los padres optaron por desayunar rápido e irse. No les dio tiempo a acabar, pues la dueña de la cafetería decidió que la niña tenía que callarse. Se acercó a la mesa y les dijo que se fueran si no se callaba.
Optaron por acabar e intentar que la niña se calmara y, ya desde la barra, puso las manos sobre el mostrador y gritó a la niña para que se callara.
El padre le pregunto "¿Hablas en serio? ¿Le estás gritando a una niña?". Y ella respondió con ironía: "Tan serio como un ataque al corazón".
Por su parte, la dueña explica que como pidieron tortitas (pancakes), tardarían en hacerlas pero que ellos optaron por esperar. Al ver que la niña se ponía nerviosa, que lloraba y que la madre no lograba tranquilizarla, ella les dijo que "o te vas con tu podrida hija o coges las súper importantes tortitas y te los llevas". Pero "nooo, tú solo te sentaste en la mesa y dejaste que tu hija siguiera gritando molestando a mis trabajadores y a mis clientes".
En el vídeo comenta que pidieron las tres tortitas para la niña. No tiene sentido, en todo caso sería una para cada uno. Y dice también que después de la espera y de llevárselas, la niña lloraba porque los padres no le dejaban que comiera (¿?).
¿En qué quedamos entonces?
Pues que no es lo mismo que una niña esté inquieta y molesta y se mueva, y llore un poco, y los padres intenten calmarla (que parece que es lo que sucedió, pues la misma dueña dice que al ver que la madre no lograba calmarla ella actuó) que llore y grite con una rabieta y que la gente de alrededor acabe por fijarse en ella esperando una reacción de los padres que no llega porque pasan de la niña.
Como no sabemos cuál es en realidad la versión más próxima a la realidad cuesta realizar un juicio. En cualquier caso, mi opinión es que no, nadie tiene que gritar a una niña de 21 meses que lleva más de media hora sentada en una mesa, porque en cualquier caso ella es solo la víctima de una situación desfavorable.
Quizás los padres deberían haberse ido viendo que se ponía nerviosa, quizás no molestaba tanto y por eso se quedaron. Lo que sí tengo claro es que si gritaba, si tanto molestaba como la dueña dice, bien podría haber hablado con los padres de un modo más civilizado. Un "os tengo que pedir que os vayáis, pues la niña está muy nerviosa y la gente se está empezando a molestar" puede considerarse grosero, pero al menos no te están diciendo que te lleves a tu hija podrida ni le están gritando.
"Educa a tus hijos en casa para que no tengan que educarlos los demás"
Dice esta frase que si en casa consigues que tus hijos se comporten te evitarás disgustos como este. Ahora bien, dudo que esa frase hable de una niña de 21 meses. Es demasiado pequeña para pensar en qué entorno puede y no puede hacer según qué.
Otra frase muy conocida dice que "para educar a un niño hace falta una tribu entera", que hace alusión a que en realidad no son los padres solos los que tienen que educar a los niños, sino todos los miembros de un poblado, de una tribu. Se entiende, eso sí, que dichos miembros están interesados en ayudar a todos los niños a comportarse en base a sus costumbres y que funcionarán según la premisa de ser capaces de entender a los niños.
No, la dueña de una cafetería que insulta a una niña pequeña y le grita no es un miembro válido de una tribu. Quizás los padres podrían haber hecho algo más si de verdad molestaba, pero la que acabó pagando el pato, como he dicho, es la pequeña, que solo estaba en el sitio inadecuado en el momento menos oportuno.
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