Vivimos en una época en la que vemos más que nunca palabras de carácter positivo como: inclusión, empatía, apoyo, sensibilidad y aceptación. Personalmente me da mucho gusto que luchemos día con día por lograr un mundo mejor y que procuremos educar a nuestros hijos para ser adultos sensibles e inteligentes emocionalmente.
Pero aún hay mucho por hacer, y de esto nos hemos dado cuenta tras conocer la terrible y vergonzosa conversación que tuvo un grupo de madres al celebrar que habían cambiado de clase a un niño con Asperger.
¿Qué es el síndrome de Asperger?
En Bebés y más hemos hablado anteriormente sobre el Síndrome de Asperger, que se engloba dentro del Trastorno del Espectro Autista, pero que tiene ciertas características que le distinguen del autismo clásico.
Este síndrome es un trastorno neurobiológico del desarrollo poco conocido que se presenta en al menos un tres por ciento de los niños. Se presenta con mayor frecuencia en los varones y se caracteriza por una alteración grave de la interacción social, por lo que quienes lo padecen suelen presentar problemas al relacionarse con otras personas.
Debido a las características de este síndrome, es común que a los niños que lo padecen se les considere que tienen algún problema de conducta o de personalidad, incluso muchos pueden ser diagnosticados de manera equivocada con trastornos del aprendizaje o Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Desafortunadamente, aunque hoy en día hablemos mucho de inclusión y tengamos un Día Internacional del Síndrome de Asperger, también es común que a estos niños se les vea como problemáticos o rebeldes, cuando simplemente son niños distintos, que deben ser comprendidos y apoyados.
La desagradable "celebración"
Rosaura Gómez es tía de un niño que padece Asperger y que asiste al cuarto grado de primaria en el colegio San Antonio de Padua en Argentina. Recientemente ella publicó en un grupo cerrado de Facebook un mensaje que acompañó con capturas de pantalla de un grupo de WhatsApp, y en el que denunciaba una situación que ocurrió con las otras madres de la clase a la que asistía su sobrino.
Ella cuenta que las madres de los compañeros de clase de su sobrino, decidieron no llevar a sus hijos a la escuela hasta que hubieran expulsado al niño del colegio. Increíblemente, la protesta que hicieron las madres, fue atendida por el colegio, quien optó por cambiar al niño de grupo, que si bien fue una medida menor a expulsarlo, no deja de ser una acción reprobable.
Lo peor de todo, aún más que saber lo que hizo el colegio de cambiar al niño de grupo, ha sido la reacción de las madres, quienes celebraron el cambio del grupo del niño en cuestión.
Las reacciones de las madres causaron indignación en redes sociales, donde fueron duramente criticadas y atacadas por su manera de actuar y de pensar. Entre los comentarios que se pueden leer en la publicación de la noticia en Facebook destacan la ausencia de empatía del grupo de madres y el mal ejemplo que le están dando a sus hijos al reaccionar de esta manera.
Aunque no conocemos el contexto ni toda la historia que hubo dentro del salón de clases, por más complejo y difícil que haya sido todo, ésta no es la manera de actuar. Uno no se organiza y actúa contra quien es diferente, pues la intención de ese grupo de mujeres era lograr que el niño fuera expulsado del colegio. Yo les pregunto a esas madres: ¿y si fuera tu hijo?
Para mí fue verdaderamente desagradable leer los comentarios de las madres, porque una de las principales responsabilidades que tenemos como padres es educar a nuestros hijos en valores. La educación académica es la principal labor de los colegios, pero la educación que nos hace humanos y personas de bien, es la que se recibe en casa.
Lo que pienso al leer esta ridícula y vergonzosa celebración, es en cómo habrá sido el trato de los otros compañeros teniendo a esas madres, quienes seguramente se quejaron del niño frente a sus hijos. ¿Cómo pretendemos acabar con el bullying si actuamos de esta manera?
Apoyar a quien es distinto, no aislarle
En un mundo donde vemos a diario noticias tristes y trágicas, la inclusión y sensibilidad deben ser fundamentales en casa. Debemos educar a nuestros hijos para ser empáticos, no para discriminar ni aislar a quien es distinto a ellos.
Creo que una mejor manera de actuar hubiera sido ser gentiles y ayudar a buscar la manera en la que que todos pudieran estar tranquilos. Nada les costaba a las madres apoyar a la familia del niño y trabajar con la escuela, quizás pidiendo que al maestro se le capacitara para atender al niño como le corresponde sin descuidar al grupo, buscando la inclusión. Ya nos decía Plena Inclusión Madrid Día Internacional de Concienciación sobre el Autismo de este año: tendamos la mano a las personas con trastornos del espectro autista (TEA).
Lo único que me ha dejado esto son más ganas de seguir luchando por un mundo más inclusivo y educar a nuestros hijos para que el día de mañana sean personas empáticas y sensibles.
Foto | iStock
Vía | La Vanguardia
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