Como cualquier relación humana que se precie, es posible que a lo largo del curso surjan conflictos o confrontaciones con los profesores de nuestros hijos. Los motivos pueden ser diversos; desde que no nos convenza la forma que tiene de tratar un determinado tema, hasta que haya adoptado con nuestro hijo alguna actitud con la que no estemos de acuerdo.
Sea como sea, es importante hablarlo desde la calma y el respeto para tratar de encontrar una solución lo antes posible, pues de lo contrario el clima entre ambos podría comenzar a deteriorarse y acabar salpicando al niño.
Si te encuentras en esta situación, te explicamos qué puedes hacer -y qué debes evitar- para que este segundo trimestre marche sobre ruedas.
No critiques a los profesores delante de tus hijos
En primer lugar, es normal que como padres sintamos rabia y frustración si nuestro hijo nos cuenta cosas del colegio que no nos gustan o que le afectan directamente. Todos deseamos que nuestros niños vayan felices al colegio, por lo que cualquier aspecto que pueda empañar esa felicidad e ilusión por aprender nos afecta especialmente.
Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por esas emociones y criticar, insultar o hablar mal de los profesores (ni de nadie) delante de nuestros hijos. Al hacerlo no solo estaremos faltando al respeto a una persona y dando un ejemplo nefasto a nuestros hijos, sino poniendo al niño en contra de su profesor y fomentando una mala relación entre ambos.
Todos cometemos errores
Por otro lado, debemos entender que todos cometemos errores. Los cometemos los padres cuando educamos a nuestros hijos, y por supuesto también pueden cometerlos los profesores.
Y que es a veces, como humanos que son, los maestros también pueden llegar a sentirse sobrepasados o carecer de recursos para tratar un problema de manera respetuosa.
Esto lo vemos, por ejemplo, cuando se aplica el castigo colectivo para solucionar un asunto que afecta a toda la clase, cuando se manda a un niño al aula de los pequeños porque su comportamiento no se adecua a lo que el profesor espera, cuando se deja a un alumno sin recreo por una falta cometida... En definitiva, cuando se adoptan medidas poco o nada educativas para tratar de encauzar un problema ante la falta de otros recursos.
Esto no significa que estemos justificando el comportamiento del profesor, sino empatizando con la compleja situación con la que muchas veces tienen que lidiar (20 alumnos o más por aula, falta de recursos, estrés y ansiedad...) y que puede acabar desembocando en este tipo de prácticas.
Solicita una tutoría
Dicho lo anterior, lo más recomendable es solicitar lo antes posible una tutoría con el profesor de nuestro hijo, en donde expongamos de manera detallada y sosegada el problema que nos atañe.
Es aconsejable que previamente hablemos con nuestro hijo para que nos explique su visión de los hechos, aquello que le preocupa, lo que le sea que le haya molestado, cómo lo ha vivido él/ella... Cuanta más información tengamos (recordemos la importancia de utilizar preguntas abiertas y de curiosidad), más fácil será plantear el tema al profesor y buscar soluciones conjuntas.
Ni qué decir tiene que la tutoría no debe convertirse en un juicio acusatorio contra el profesor, por muy disgustados que estemos o por muy contrarios que seamos a la forma que haya tenido de actuar.
En este sentido, es fundamental mostrar nuestra empatía y nuestras ganas de ayudar aportando soluciones constructivas que contribuyan al bienestar de nuestro hijo, que faciliten la tarea del docente y que, por tanto, mejoren el clima de convivencia y las relaciones dentro del aula.
En definitiva, no se trataría de inmiscuirnos en el trabajo de los docentes ni decirles cómo deben hacer las cosas, pero como padres tampoco debemos callarnos si no estamos de acuerdo con algo, sino exponerlo de forma respetuosa y constructiva.
Al fin y al cabo, se trata de la educación y el bienestar de nuestros hijos, y familia y colegio deberían ir siempre de la mano.
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