Hoy publicamos la primera parte de una extensa entrevista que hemos realizado a la psicóloga Cristina Silvente en la que vamos a tratar el conductismo y su relación con la crianza.
Cristina Silvente es Licenciada en Psicología, especializada en Psicología de la Salud y Medicina Preventiva, además de en Resolución de conflictos y Psicología de Emergencias. Ha formado parte del equipo del Servicio de Atención Psicológica de Emergencias y además es terapeuta. Su formación completa y experiencia podéis consultarla de forma completa en su página web. Además es autora de varios libros, entre ellos el recientemente publicado "Las voces olvidadas".
Después de publicar algunos artículos en Bebés y más hablando del conductismo y sus peligros en la aplicación como método de crianza, Cristina Silvente, a quien conocía ya virtualmente desde hace años, se puso en contacto conmigo y me estuvo ayudando a comprender mejor la magnitud del problema.
Por ese motivo le propuse esta entrevista, en la que le he pedido que comparta con nuestros lectores sus conocimientos sobre los métodos conductistas y las formas de apego que desarrollan los niños dependiendo de la crianza de sus padres.
¿Qué es el conductismo?
El conductismo es una rama de la Psicología, o una orientación teórica centrada en la conducta humana, en los precedentes y consecuencias de la conducta. En un principio se estudió en animales y luego se trasladó a las personas.
¿Tiene alguna utilidad en la educación infantil?
Sí, claro. Nos puede ayudar a entender que si los niños hacen algo que después tiene unas consecuencias positivas: disfrutan, se ríen mientras lo hacen, la gente les hace halagos, o sus padres se ponen contentos, por poner un ejemplo, en el futuro tendrán más probabilidades de hacerlo. Y, al revés, que si hacen algo y sus amigos ponen mala cara, o sus padres, o se hacen daño, seguramente en el futuro no lo querrán hacer. Si un día un perro les mordió, para ellos perro=dolor, por lo tanto, lo evitarán. El perro se convierte en un “estímulo condicionado”.
El conductismo se ha aplicado a muchos comportamientos relacionados con la salud, incluso con la respuesta inmunitaria, sabemos que hasta organismos unicelulares se condicionan.
¿Qué peligros tiene aplicar métodos conductistas a la crianza?
El peligro es el uso del conductismo, no el conductismo en sí. Es querer utilizarlo para dominar y no para entender o ayudar. Es fácil conseguir que un niños o una niña no se queje, si quejarse tendrá unas consecuencias negativas o no habrá respuesta. Pero eso no quiere decir que no tenga otras consecuencias.
El conductismo precisamente estudió qué era la indefensión aprendida, por ejemplo, que haga lo que haga el niño o la niña tendrá una consecuencia negativa o un castigo que no podrá evitar, provoca que no hagan nada y tengan un estado de tensión y ansiedad constante.
El tema ha sido quien lo ha aplicado o pretendido aplicar sin saber un poco más, sobretodo sin tener en cuenta el aspecto emocional inmediato de aplicar un castigo y las consecuencias a largo plazo del castigo y de la indefensión aprendida.
¿Puedes explicarnos qué es el apego inseguro?
Se le llama también apego inseguro-evitativo. Sería aquel apego establecido entre padres e hijos de manera que las reacciones emocionales del bebé despiertan temor o rechazo por parte de los padres, con conductas sobreprotectoras, intrusivas, controladoras. Los bebés perciben que el mundo es inseguro, y que sus reacciones emocionales no tienen acogida y son inapropiadas, molestas, o provocan miedo.
Las consecuencias a largo plazo serían pocas estrategias para poder afrontar situaciones de estrés, inseguridad, evitación del contacto afectivo, o, incluso, la inhibición emocional.
¿Y el apego desorganizado?
El apego desorganizado o ambivalente sería cuando los padres muestran comportamientos inconsistentes, de mucha atención en unos momentos, y de agresividad o indiferencia en otras, o mensajes contradictorios, decir una cosa, mientras se hace otra. Esto provoca que los niños y niñas vean a su madre o a sus padres inestablemente disponibles, dependientes del estado emocional de aquellos.
Esto crea mucha inseguridad, de manera que para llamar la atención de su figura de apego necesiten hacerlo con toda la intensidad: llorar, rabietas, conducta muy dependiente. O pueden llegar a mostrarse agresivos, o resistentes al afecto positivo.
¿Un apego inseguro, ambivalente o desorganizado es responsable o pone las bases de lo que será en el futuro un trastorno mental o un estado de malestar psicológico?
Por supuesto. De manera inmediata, un apego que no sea seguro está relacionado con baja autoestima, dificultades de aprendizaje, déficit de atención e hiperactividad. Puede haber dificultades para afrontar situaciones de estrés y para llevar vivencias afectivas.
El apego ambivalente se relaciona mucho con el Trastorno de Personalidad Límite, un trastorno muy presente en delincuentes, en personas que se autolesionan o se intentan suicidar, incluso en personas con trastornos de la alimentación.
¿Qué comportamientos pueden provocar desorganización?
Uno muy típico, dejarle llorar o no atender la necesidad afectiva de un niño o niña con distancia física, mientras se le dice que se le quiere, o pegarle y decirle que se le quiere, o abusar sexualmente mientras se le dice que se le quiere.
No se trata de un comportamiento por parte de los padres o cuidadores de un solo día, sino de algo que se repite en el tiempo. Un niño al que se le está haciendo daño afectivamente puede no entender el afecto positivo, o puede no fiarse nunca de las personas, puede sentir emociones contradictorias que no puede entender o que le provocan, a su vez, comportamientos contradictorios.
¿Qué puede ayudar a crear resiliencia en los bebés?
Precisamente todo lo contrario de lo que hemos hablado. Contacto físico continuo, atenderle cuando llora SIEMPRE, no minusvalorar sus reacciones, mostrarles que son valiosos e importantes con el cuerpo y no solo con palabras: con la mirada, con el tacto, mecerle, hablarle.
¿Qué es el apego seguro y que comportamientos ayudan a crearlo?
En un apego seguro, los niños son capaces de utilizar a sus padres como fuente de seguridad, como “campo base” donde volver en caso de necesidad, donde encontrar comprensión y cobijo. Es saber que los padres están disponibles SIEMPRE y de la misma manera. Son contactos placenteros.
Los comportamientos positivos un poco ya los he explicado: cogerles en brazos, cantarles, mirarles de forma amorosa, reír/sonreír, escucharles, besarles.
Los primeros 3-4 años de vida son fundamentales para el desarrollo emocional del niño.
Le agradecemos enormemente esta entrevista para Bebés y más a la psicóloga Cristina Silvente esta entrevista, y, en su segunda parte, seguiremos profundizando en la psique infantil y en la forma en la que los padres podemos cuidarla o dañarla con nuestra crianza.
Más información | Página de Cristina Silvente En Bebés y más | El conductismo en la crianza no es Ciencia, "Las voces olvidadas", un nuevo libro sobre las pérdidas gestacionales, II Congreso Ob Stare