Las juntas o reuniones de familia son una de las muchas herramientas con las que cuenta la Disciplina Positiva para ayudarnos en la educación de nuestros hijos, afianzar nuestros vínculos y conseguir la armonía y el bienestar familiar que todos deseamos.
Hoy vamos a explicarte en qué consisten exactamente y qué beneficios aportan, tanto a los niños como a los adultos, y te damos algunas claves para poder ponerlas en práctica.
¿Qué beneficios aportan las reuniones familiares?
Las reuniones familiares son un recurso educativo de gran efectividad, que tiene como objetivo resolver los problemas o conflictos de manera democrática, generando ideas entre todos los miembros de la familia y buscando soluciones conjuntas.
Entre los muchos beneficios que aporta, destacan:
Los niños aprenden y desarrollan habilidades o competencias sociales, como la empatía, la tolerancia, saber escuchar, respetar el turno de palabra, pedir perdón y agradecer, debatir con respeto, resolución de conflictos...
Se fomenta la autoestima en los niños, puesto que sienten que sus opiniones e ideas son escuchadas, respetadas y valoradas. Es decir, se sienten parte de la familia y sienten que su colaboración es importante y valiosa.
Se resuelven los conflictos familiares o de convivencia de manera respetuosa, sin imposiciones ni autoritarismos, ya que las soluciones son propuestas de manera democrática.
Mejoran las relaciones familiares, aprendemos más los unos de los otros y compartimos responsabilidades. Todo ello repercutirá en el buen funcionamiento de nuestro hogar.
Se estrechan los lazos familiares, ya que es un tiempo que la familia dedica a estar junta y trabaja/dialoga por un bien común. En un futuro, estos momentos tan positivos entrarán a formar parte de los imborrables recuerdos de la infancia de nuestros hijos.
Qué temas tratar en una reunión familiar
Por lo general, las reuniones familiares tienen un carácter semanal, y los temas a tratar se irán anotando a lo largo de la semana en una agenda que destinaremos a tal fin.
Por ejemplo:
Conflictos que hayan surgido entre miembros de la familia (peleas entre hermanos, discusiones con los hijos, falta de acuerdos...)
Problemas que afecten al clima de la convivencia (por ejemplo, cómo conseguir que nuestros hijos adolescentes no lleguen tarden a casa, qué soluciones tomar para que todos los miembros de la familia se involucren en las tareas domésticas...)
Búsqueda de soluciones para mejorar la logística familiar (por ejemplo, cómo volver a la rutina de manera relajada tras las vacaciones de verano, cómo controlar el tiempo de pantalla, cómo preparar un menú familiar...)
Búsqueda de ideas para planes en familia (por ejemplo, qué hacer en nuestras próximas vacaciones, cómo organizarnos durante un Puente festivo, cómo organizar un evento familiar...)
En definitiva, cualquier tema que para vuestra familia sea importante y queráis debatir con respeto, encontrando una solución consensuada entre todos los miembros (lógicamente, cada uno intervendrá en función de sus capacidades y su edad).
Cómo hacer una reunión familiar
Lo primero que debemos hacer es fijar por adelantado el día y la hora de nuestra reunión. Este dato debe ser consensuado y establecido por todos los miembros de la familia que vayan a participar, y es importante que no lo estemos cambiando constantemente pues es una forma de demostrar nuestro compromiso fiel y nuestra constancia.
En cualquier caso, también podremos llevar a cabo reuniones extraordinarias fuera de la fecha fijada, si en algún momento surgiera la necesidad de tratar de manera urgente un tema que afecte a la familia y que no pueda esperar.
En función de los temas a tratar, las reuniones tendrán una mayor o menor duración, aunque se recomienda que no superen los 30 minutos, para lograr mantener la atención y la motivación de los niños.
Las juntas familiares deben tener la siguiente estructura:
- Agradecimientos: cada uno de nosotros (adultos y niños) comenzará agradeciendo al resto de miembros lo que han hecho por nosotros y por la familia durante la última semana. De esta forma estaremos poniendo en valor el trabajo y la actitud de los demás, y enfocándonos en destacar los aspectos positivos de otras personas. Por su parte, quien recibe el agradecimiento se sentirá fortalecido en su autoestima y animado a seguir trabajando por el bien común.
Por ejemplo: "Pedro, te agradezco que me ayudaras a cuidar de tus hermanos el otro día en el parque"; "Mamá, te agradezco que nos hicieras ese bizocho tan rico para merendar"...
Expondremos el tema o temas a tratar y haremos una lluvia de ideas. Todas las ideas (sin excepción) serán anotadas en un papel, y tras desechar aquellas imposibles de llevar a cabo, someteremos a votación el resto y elegiremos la que consideremos más útil.
Una vez que hayamos tomado la decisión por consenso, debemos mostrar nuestro compromiso de llevarla a cabo y fijaremos un tiempo para revisar si nos ha funcionado. En este sentido, pasado ese tiempo nuestra reunión comenzará preguntando si las soluciones que se propusieron con anterioridad han ayudado a resolver el problema en cuestión.
Por ejemplo, hemos elegido entre todos cómo gestionar el tiempo de pantallas, y establecemos volver a revisar el tema en una semana, para ver si estamos llevando a cabo las soluciones acordadas. Pasada esa semana, comenzaremos nuestra junta interesándonos por este tema y evaluando la eficacia de las soluciones propuestas.
- Concluiremos con una actividad divertida en familia, con el fin de aportar un clima cooperativo y relajado entre todos los miembros, y de conectar con nuestros hijos. Por ejemplo: podemos bailar todos juntos, cantar una canción, hacer una guerra de cosquillas, ver una película, echar una partida a un juego de mesa, leer un cuento...
Qué NO hacer en una reunión familiar
Jamás obligaremos a nadie a participar. Las juntas familiares deben ser respetuosas y voluntarias, por lo que si algún miembro de la familia no desea unirse, debe ser respetado en su decisión.
No participaremos en una junta de familia si estamos molestos o enfadados con alguno de los temas que se va a tratar, pues ya hemos comentado en varias ocasiones que actuar "en caliente" no es positivo ni ayuda a encontrar soluciones respetuosas.
Es por ello, que si no logramos calmarnos antes de comenzar, es preferible posponer el tema a la reunión de la semana siguiente, pero siempre mostrando la seguridad y confianza de que no vamos a abandonar el problema en cuestión y de que queremos encontrar la mejor solución posible.
Cualquier opinión expresada en la junta de familia deben ser respetada. Esto significa que por extraña que nos parezca alguna de las ideas propuestas, jamás criticaremos, juzgaremos, nos reiremos o ridiculizaremos a la persona, ni con palabras ni gestos (y en este sentido, mucho ojo con esos gestos delatores, como una media sonrisa sarcástica, un arqueamiento de cejas, abrir los ojos de par en par...)
Ni qué decir tiene que las reuniones familiares no deben ser objeto de discusiones, acusaciones o agresiones. Si alguno de los temas propuestos generara este tipo de reacciones, se debe posponer a la siguiente reunión.
Las juntas de familia tampoco son un listado de órdenes, ni un sermón a los hijos sobre lo que deben o no deben hacer.
La celebración de estas reuniones requiere de un entorno confortable y libre de distracciones (sin televisión, música, móviles, juguetes...), para fomentar la atención, implicación y participación de todos los miembros.
- A la hora de elegir el día y la hora para las juntas familiares tendremos en cuenta las necesidades de los participantes (sueño, cansancio, hambre...) Es decir, debemos encontrar el momento que mejor nos venga a todos los miembros de la familia.
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