Continuando con nuestra serie de entrevistas a psicólogos infantiles, hoy hablamos con la psicóloga Lucía Pastrana, ella es experta en el ayudar a los hijos a través de los padres y hoy le hemos preguntado si sabemos actuar ante un caso de acoso en la escuela.
Finalizamos con ella nuestro pequeño viaje a través de los agentes de el acoso escolar, en las que hemos hablado de víctimas y acosadores, hoy nos toca a nosotros, los padres.
Dices que tu trabajo parte de la creencia de que cuidar a las madres y a los padres es la mejor manera de cuidar a los niños. ¿Somos la mejor herramienta para tratar los problemas de nuestros hijos o quizás estorbamos más que ayudamos?
A priori los padres son las personas idóneas para ayudar a sus hijos. Para los niños sus padres son tan vitales como el sol y la lluvia. No es necesario que los padres sean perfectos, basta con que sean suficientemente buenos.
Los terapeutas infantiles queremos y cuidamos tanto a los niños como a los padres. Es importante recordar que hacen lo que pueden y nuestro trabajo es apoyarlos para darles confianza y fuerza ante las situaciones que no saben manejar.
Tus padres te enseñan quién eres, si eres valioso y si eres digno de ser amado. Te ayudan a confiar en ti y en tus capacidades. Te muestran cómo relacionarte contigo mismo, con los demás y con el mundo.
El problema es que a los padres no siempre les han enseñado esas cosas. Todos tenemos algún “tendón de Aquiles”. Lo importante es poder asumir eso y pedir ayuda para poder dar la mejor versión de nosotros a nuestros hijos.
¿Qué es más fácil, cambiar la actitud de un niño o la de sus padres?
El cambio va a la par. Como los padres son los adultos comienzo a trabajar con ellos. Sin embargo, me gusta hacerles ver que la relación con sus hijos es bidireccional: la conducta de sus hijos les provoca respuestas y su conducta provoca respuestas en sus hijos. Y al mismo tiempo ambos están dentro de una situación que también les influye. Para poder cambiar algo es importante poder ver la situación de manera global y entender qué es exactamente lo que está pasando.
Cuando yo era pequeño y me metía en algún lio y me castigaban, mis padres siempre decían eso "algo habrás hecho", ahora mucho profesores se quejan de que los padres llegamos a las reuniones diciendo "mi hijo no ha podido ser". ¿Es peligrosa esa actitud proteccionista?
Desde luego. A veces los padres confunden el proteger a sus hijos con sobreprotegerlos y tener una actitud suspicaz ante los profesores.
Yo creo que sin menospreciar nunca lo que te dice tu hijo, la actitud más adulta es la de hablar del tema con el profesor en cuestión para, en primer lugar, informarte de lo ocurrido.
¿Es difícil para los padres reconocer que su hijo tiene un problema, bien porque estén abusando de él como si es él el que abusa de sus compañeros?
Sí. Con frecuencia bromeo con los padres diciéndoles que la culpabilidad parece que te la dan en el hospital junto con el bebé. Es tan grande la responsabilidad que tenemos con respecto a nuestros hijos, que resulta muy duro pensar que les hemos fallado de tal manera que quizá les estén haciendo daño o que estén haciendo daño a otros.
¿Crees que, en general, estamos preparados para enfrentarnos a este tipo de problemas?
No. Cada vez estamos más concienciados de que ser padres es una tarea que requiere formación y cierto trabajo personal. Hoy en día muchos padres buscan información, hacen cursos, acuden a charlas, en definitiva tratan de mejorar su capacidad parental.
Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para que tengamos menos reparo a la hora de pedir ayuda a un profesional si la situación nos desborda.
Es imposible tener respuesta y fuerza para todo. Es más útil saber ver cuándo necesitamos ayuda y pedirla cuanto antes, que desgastarnos intentando hacerlo solos porque eso es lo que se supone que debemos hacer.
¿Qué pautas deberíamos seguir una vez que creamos que nuestros hijos tienen un problema?
Si sospechamos que nuestro hijo tiene un problema lo que debemos hacer es facilitarle que nos cuente lo que le está pasando y cómo se siente.
Es importante no hacerle responsable de lo sucedido ni culpabilizarlo por no saber cómo manejar esa situación.
Tenemos que mostrarle que no está solo ante esa situación y que te comprometes a buscar junto con él, la mejor solución.
Y por supuesto, debemos ponerlo en conocimiento del centro para que investiguen y tomen las medidas oportunas.
¿Cómo deberíamos actuar en los casos confirmados?
Debemos pedir una cita con su tutor para informarle de la situación y si el problema no se soluciona, pedir una cita con el tutor, el orientador y la dirección del centro para que te expliquen qué es lo que han hecho y qué es lo que van a hacer.
Si no lo solucionan, entonces debemos acudir a otras instituciones que estén por encima.
¿Es contraproducente obligar a nuestro hijo a seguir yendo al centro donde se abusa de él (aunque nos aseguren que estará protegido)?
Es importante darle recursos a nuestro hijo para pueda hacer frente a los acosadores y para que busque ayuda de los profesores si lo necesita.
Cuando digo que se tiene que enfrentar a ellos, no me refiero a ponerse a su misma altura, pero sí dar respuestas asertivas de desaprobación ante su conducta y su intención de no permitir que continúen.
Para que pueda actuar así va a necesitar nuestro apoyo, el de los profesores y el de un profesional que le respalde y le ayude a reparar su autoestima y su confianza.
¿Qué actitudes o roles, no se muy bien como llamarlo, de los padres pueden influir para hacer que un hijo se sienta indefenso ante un abusador o bien que se comporte mal con sus compañeros?
Es cierto que determinadas características de los niños (timidez, pocos amigos…) correlacionan con un mayor índice de acoso escolar, pero no debemos entrar en esa trampa. La víctima no es nunca la causa. Las consecuencias del propio acoso se pueden confundir con esas mismas características. La sensación de indefensión es una de esas consecuencias.
Ahora bien, si nuestro hijo está en esa situación y de alguna manera nos pide ayuda, y no le no damos importancia, lo calificamos como “cosa de niños”, “esto siempre ha pasado y no era para tanto”, “mi hijo no se sabe defender”, es probable que aumente su sensación de indefensión y que deje de pedirnos ayuda.
Con respecto a los abusadores es necesario que reflexionemos qué tipo de valores les estamos transmitiendo a nuestros hijos. No sólo a través de las normas que les imponemos sino también a través del ejemplo que les damos y cómo les tratamos. Si utilizamos “un azote a tiempo”, gritos, castigos, no le permitimos negociar, establecemos el respeto desde el niño al adulto pero no al contrario, o actuamos con una total indiferencia ante lo que hace y no somos su guía sobre lo que está bien o mal, aumentarán las posibilidades de que nuestro hijo abuse de los cree que están en inferioridad de condiciones.
Si yo no dejo que mi hijo pegue a los demás o que se pelee, ¿estoy provocando que no sepa defenderse ante un abusador y viceversa?
No basta darles el mensaje de que la violencia no es la respuesta más adecuada si no les damos herramientas para enfrentarse a personas que sí la utilizan.
El que puedan mostrarse asertivos y seguros, que puedan defenderse si es necesario y sobre todo que puedan recurrir a los adultos para pedir ayuda, será la mejor protección que les podemos ofrecer en esas circunstancias.
Me da la sensación que ahora los niños están excesivamente preocupados por su imagen, por lo que opinen de ellos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Vivimos en una sociedad donde la imagen es esencial. Nuestros niños están inmersos en ella. Sus mensajes calan en ellos como en los adultos y al mismo tiempo, los adultos confirmamos esos valores casi sin darnos cuenta con nuestro ejemplo.
¿Cómo podemos hacer para que nuestro hijo se sienta lo suficientemente seguro de si mismo para que sea capaz de enfrentarse a los problemas propios de su edad?
La confianza en uno mismo se cimienta en los primeros años de vida y se sigue construyendo en los años posteriores.
A lo largo de estos primeros tres años se crea en nuestro cerebro una representación del modo en el que nos hemos relacionado con nuestros cuidadores principales, un modelo interno de trabajo. Este modelo es la base de cómo nos vincularemos con el resto de las personas en el futuro. Formará las gafas con las que interpretaremos a los demás y el tipo de respuesta que tenemos que dar en cada ocasión.
Trabajar y cuidar esta relación es la mejor manera para asegurarnos que nuestros hijos tendrán la suficiente confianza en sí mismos y en nosotros como para afrontar los problemas que les vayan surgiendo.
¿Y si el colegio se niega a tomar medidas? ¿Qué hago?
Puedes acudir a la comisaria de tu zona para hablar con la sección de acoso escolar y que estos hablen con la dirección del centro. También tenemos la posibilidad de contactar con el Inspector de Educación, el Ministerio de Educación y por último, denunciar al colegio.
¿Qué podemos hacer si nuestro hijo te llega con frases del tipo "no quiero seguir viviendo", "ojalá nunca hubiera nacido","la culpa es vuestra"?
Primero tranquilizarnos porque esas frases son demoledoras para los padres. En segundo lugar, no minimizar su importancia y con el niño o adolescente sobre el tema, permitiéndole que se desahogue y que exprese lo que le está pasando.
Y por último, pedir ayuda a un profesional para ayuden a nuestro hijo y para que nos ayuden a nosotros en esa situación tan dura.
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