Si algo atemoriza a un padre primerizo aparte del hecho de qué hacer con ese nuevo paquetito que te han dado para casa, es la etapa que va desde los dos años aproximadamente hasta los...bueno, aquí dicen los expertos que hasta los tres o cuatro años y según mi madre yo aún sigo en ella.
La mala fama de esta etapa viene más por cómo la pintan aquellos que la están pasando o la han pasado recientemente que por lo que es en si, que no es que sea coser y cantar o que dicha fama esté infundada, sino que como todo en la vida tendemos a ver lo malo por encima de las cosas buenas que tiene esta etapa. Porque realmente si hay cosas buenas en los terribles dos.
En esta etapa, vamos a decir, que el cerebro de tu hijo evoluciona de una manera increíble, así cual pokemon podemos decir que el hasta ahora bebé, evoluciona a niño, tu precioso y muy tirano niño o niña.
Los países de la lengua de Shakespeare tienen un nombre específico para esta fase de desarrollo, "toddler" y supongo que será para ir avisando a los demás de lo que les va a venir encima. Aquí, por ejemplo, en la reserva de un hotel decimos algo así: pues iremos dos adultos y dos niños pequeños y sólo si pedimos cunas pueden hacerse una idea de lo que les viene encima, a pesar que la frase "niños pequeños" es algo que dispara las alarmas en cualquier hotel. Pero en Inglaterra dirían algo así como: iremos dos adultos y dos toddlers. Acto seguido ya te desvían la llamada al departamento de fauna salvaje.
Los árboles no nos dejan ver el bosque
Solemos quedarnos con las cosas malas de esta época porque son realmente las que más llaman la atención y a su vez son esos comportamientos los que más nos llaman la atención porque están hechos específicamente para ello, para atraer nuestra atención hacia todo lo nuevo que saben hacer. Las rabietas, el NO a todas horas, el querer hacer cosas que les vienen siempre grandes, todo ello sólo tienen una finalidad, mirad lo que ahora soy capaz de hacer.
Han pasado de ser unos pequeños seres que se desplazaban a cuatro patas, o a dos con serios problemas, a ser capaces de correr y desplazarse a los sitios sin demasiados problemas. Esto trae un handicap y es saber dónde está el límite y un problema, que el límite no está en la cabeza de nuestros hijos sino en el exterior. Para un niño no hay nada dentro de él que le impida ir más allá de donde debe ir, abrir un cajón y esparcir su contenido por la casa, salir corriendo por el supermercado o quitarle los juguetes al bebé que tiene al lado en el parque, todo esto lo hace por una simple razón, porque ahora puede hacerlo y antes no.
El "yo solito", debo reconocerlo, es una de las peores cosas que te puede pasar si vas con prisa. No hay cosa que más desespere que justo cuando vas con el tiempo justo, tu hijo decida que el se viste zolito, que ya e mayó. Vas a llegar tarde y lo sabes. Pero esa misma situación, si le quitamos el contexto de falta de tiempo, de prisas que en muchos casos son por nuestra culpa, seguro que se nos cae la baba al ver a nuestro hijo intentando meter las dos piernas por la misma pernera del pantalón.
"Quiero", "es mío", "me duele".
Tras largos meses de no saber qué es lo que le pasa tu bebé, de intuir todo el día sus sentimientos, ya puede comunicarse. Vale que al principio le entienden sólo sus padres y a duras penas, pero poco a poco sus frases irán mejorando y será capaz de explicar qué es lo que le pasa.
Claro que antes se hacía entender, pero todo se limitaba a aquello que podía señalar y siempre a conceptos muy simple, sed, pis, daño, etc. Ahora, por ejemplo, podrá decirnos que le duele la cabeza o que quiere jugar a algo determinado, aunque no lo vea.
Esto también trae la lucha por las posesiones, el acto del "es mío" que ahora puede reforzar con el lenguaje. Todo esto lleva al siguiente nivel, la independencia.
La independencia
Todos los avances que les da este desarrollo llevan a un punto común que es su independencia. Ahora ya saben llegar a los sitios, cada día son capaces de hacer más cosas y son realmente buenos imitando el comportamiento de los mayores. Ante ellos se abre un mundo nuevo que explorar y conocer, un mundo maravilloso, el de su imaginación.
Poco a poco van siendo capaces de ir entrando en su mundo y abstraerse de lo que les rodea, pueden estar más tiempo solos y sin que interactuemos con ellos.
El aprendizaje
Uno no quiere un cerebro en plena ebullición sino es para llenarlo de cosas interesantes, y al igual que aprenden rápido cual es el pasillo de las patatas fritas en el supermercado, también son capaces de aprender otras muchas cosas como colores, números e incluso composiciones más complejas como algunos versos de una canción o muchas de las frases que decimos nosotros y que por desgracia no han aprendido dónde hay que usarlas. Parte de ese aprendizaje lo obtienen de interactuar con otros iguales a ellos mediante el juego.
Pase lo que pase, no puedes perderte esta etapa
Nadie va a decir que es una etapa fácil, las rabietas y los continuos enfrentamientos desgastan bastante, pero es una etapa de grandes y maravillosos cambios en que nuestro tierno bebé se va a ir convirtiendo en un niño grande capaz de interactuar con nosotros, de reirse a nuestro lado, de mostrarnos su cariño y como no, su carácter, ¿pero eso es lo que queremos no, que tenga su carácter?
¿Qué tal fueron o están siendo vuestros terribles dos años? ¿Tan malos como los pintan?
Foto | ThinkStock
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