El esfuerzo es un valor que debemos inculcar a nuestros hijos desde que son pequeños, pues ninguno nacemos con capacidad de esfuerzo, trabajo o sacrificio. Sobreprotegerlos y darles todo lo que piden para evitarles problemas o sufrimientos, les hará crecer pensando que las cosas se consiguen fácilmente y sin necesidad de esforzarse. Pero nada más lejos de la realidad.
La capacidad de esfuerzo y sacrificio debe desarrollarse día a día, convirtiendo conductas en hábitos y tratando siempre de superarse un poco más. Los padres podemos ayudar a nuestros hijos a que entiendan el valor del esfuerzo, no sólo dando ejemplo con nuestras acciones, sino poniendo en práctica una serie de claves que a continuación os presentamos.
1) Buscar una motivación
Lo primero que tenemos que procurar es que el niño vea y entienda los motivos por los que merece la pena esforzarse, ya que si no existe un motivo claro será más difícil para él llevar a cabo un trabajo basado en el esfuerzo.
Existen motivos intrínsecos, que son aquellos que nos animan a hacer algo por el propio placer e interés de hacerlo. Por ejemplo, estudiar para ampliar conocimientos, para saciar nuestra curiosidad, para superarnos a nosotros mismos, para disfrutar de lo aprendido...
Y también existen motivos extrínsecos, que son los que hacen referencia a la recompensa que obtendremos por llevar a cabo una determinada tarea (aunque no tiene que ser necesariamente una recompensa material)
A la hora de esforzarse para lograr algo, los niños muy pequeños se suelen mover más por motivos extrínsecos, pero es importante que los padres inculquemos el valor de hacer las cosas por vocación, fomentando su autoestima, responsabilidad y mostrando nuestro orgullo por el trabajo realizado.
2) Marcarse metas realistas
La motivación está muy bien y es necesaria a la hora de alcanzar una meta, pero es importante que ésta sea realista y no exigir al niño cosas que estén por encima de sus posibilidades, ya que lo único que conseguiremos en ese caso es frustración.
Podemos motivarles para que ellos mismos se pongan metas de cualquier índole y animarles a luchar por alcanzarlas. Porque si se sienten comprometidos con ella y se ven capaces de abordarla será mucho más fácil que se esfuercen en conseguir resultados.
Además, los padres debemos permanecer a su lado, firmes y respetuosos a la vez. Porque una exigencia justa y positiva generará a su vez una mayor implicación y esfuerzo, mientras que un nivel alto de exigencia y miedo a eventuales consecuencias negativas seguramente tendrá el efecto contrario.
Con el tiempo esta exigencia externa se acabará convirtiendo en autoexigencia y ya no necesitarán de nadie que les anime a esforzarse siempre un poco más, lo que les hará sentirse más seguros de sí mismos, capaces e independientes.
3) Valorar la constancia y el trabajo
A la hora de llevar a cabo una tarea que requiera esfuerzo, es importante que los niños se involucren en ella de principio a fin, y que entiendan que toda actividad requiere de una planificación, un trabajo y una constancia.
Así pues, y al hilo del punto anterior, podemos proponer al niño pequeños retos o actividades que además de ser fáciles de conseguir, supongan para él una constancia y un esfuerzo prolongado en el tiempo, como por ejemplo hacer una colección de cromos.
Nuestro hijo debe entender que completará la colección si se involucra para conseguir los cromos: llevando una lista actualizada de aquéllos que le faltan, moviéndose para intentar cambiar los repetidos con otros amigos, siendo responsable de cuidar el material...
4) No hacer las cosas por ellos
Por otro lado, es importante que nuestros hijos sepan que estamos a su lado para ayudarles cuando lo necesiten, pero sin hacer el trabajo por ellos ni allanarles el camino para evitarles dificultades.
Nadie nace sabiendo y los niños necesitan un guía que les acompañe durante su aprendizaje, que les motive y les ayude cuando haga falta. Pero no podemos (ni debemos) hacer las cosas por ellos.
Tenemos que comenzar a darles responsabilidades acordes a su edad que les obliguen a esforzarse (por ejemplo, poner la mesa, recoger los juguetes, ordenar su habitación...). Esto fortalecerá la seguridad y confianza en sí mismos, y fomentará su independencia y autoestima.
Pero además de nuestro papel como guías debemos fomentar el pensamiento crítico de nuestros hijos y la toma de sus propias decisiones. De este modo irán creciendo fuertes y confiados, y antes de lo que imaginemos serán capaces de realizar las cosas por sí mismos.
5) No rendirse ante las adversidades
En la mayoría de las ocasiones las cosas no se consiguen fácilmente: hay que luchar por ellas, esforzarse y no rendirse ante las adversidades. En este sentido, el fracaso no debe ser nunca un impedimento para abandonar la tarea, y mucho menos el miedo a fracasar.
Quizá en nuestro afán por evitar que nuestros hijos sufran, podemos cometer el error de sobreprotegerles o allanarles el camino para que no se topen con dificultades. Pero hacer esto no sólo no les beneficia, sino que les puede perjudicar en un futuro ya que crecerán creyendo que en la vida las cosas son fáciles de alcanzar.
Por eso, lo que los padres debemos hacer cuando a nuestros hijos se les presenten obstáculos, es enseñarles a luchar por superarlos, a no rendirse ante ellos y a aprender que el sufrimiento y la frustración forman parte de la vida. Gestionar correctamente estos sentimientos les hará crecer y madurar emocionalmente, y efrentarse a las adversidades con decisión y voluntad.
6) Haz que se sienta orgulloso por su trabajo
Si el trabajo ha sido realizado con esfuerzo, es importante que se lo reconozcamos, le alentemos a seguir esforzándose y le mostremos lo orgulloso que debe estar de los logros conseguidos.
Un niño que es alentado por sus padres, y que además le hacen ser consciente del esfuerzo que ha hecho y el trabajo que ha realizado, es un niño motivado para seguir esforzándose en un futuro.
7) Ser su mejor modelo
Como siempre decimos, no hay mejor enseñanza para un niño que el ejemplo de sus padres, pues nuestros comportamientos y forma de proceder en el día a día, acabarán siendo imitados de forma inconsciente por nuestro hijos.
¿Pero qué podemos hacer nosotros para mostrarles el valor del esfuerzo?:
No apelar a la suerte o al destino cuando queremos conseguir algo, sino a nuestro esfuerzo y constancia.
Igualmente, es importante hacer entender a nuestros hijos que ciertos mensajes publicitarios como "¡Aprende inglés en tres meses y sin esfuerzo!" no son reales, y que las cosas no se consiguen así. Desgraciadamente, vivimos en la cultura de la inmediatez en donde el esfuerzo, la disciplina o el sacrificio tienen a infravalorarse. Por eso, nuestros mensajes deben ser muy claros en este sentido.
No dejar las tareas a medio hacer ni abandonarlas ante la primera dificultad.
No posponer continuamente las cosas que tenemos que hacer, o poner excusas para no afrontarlas.
Dedicar tiempo y esfuerzo a realizar nuestras tareas, y no hacerlas de cualquier forma o en el menor tiempo posible con el objetivo de acabar cuanto antes.
Empatizar con el trabajo de los demás, y dar valor al esfuerzo y dedicación de otras personas.
No ceder a sus caprichos, y enseñarles la importancia de valorar el dinero y lo que cuesta ganarlo.
Ser responsables de nuestros actos y de las consecuencias que estos puedan tener.
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