Ophelia es una niña británica de tres años, cuyo cociente intelectual (CI) supera al de genios como Albert Einstein o Stephen Hawkings. Sus padres se dieron cuenta de que su hija tenía un gran potencial cuando tenía tan sólo ocho meses, pero no fue hasta que comenzó la guardería cuando un psicólogo especializado en niños superdotados se lo confirmó.
La pequeña cuenta con un CI de 171, y según podemos leer en La Vanguardia, es capaz de recordar sucesos que le ocurrieron antes de cumplir su primer año. Ante esta noticia hemos querido conocer más detalles sobre el cociente intelectual y los niños superdotados: ¿cómo se obtiene y qué importancia tiene?
¿Cómo se mide el cociente intelectual?
Existen varios test para valorar la inteligencia de las personas, y el resultado de estas pruebas nos dará el cociente intelectual, que es la relación que existe entre la edad mental de la persona y su edad cronológica.
Según podemos ver en la web de Asociación AESI, la mayoría de la población tiene un CI de entre 85 y 115. A medida que nos alejamos de estos extremos, el número de personas va reduciéndose, y a partir de 130 sólo encontramos a un dos por ciento de la población.
Según leemos en el "Informe Nacional sobre la educación de los superdotados 2017", la definición de superdotado tiene relación directa con el cociente intelectual, y aunque no hay un consenso general, se tiende a identificar a los superdotados con un CI de 130 o superior.
En nuestro país, el Ministerio de Educación estima que en torno al tres por ciento de los niños tiene un cociente intelectual superior a la media, aunque sólo uno de cada 38 ha sido valorado por parte de profesionales cualificados.
Por tanto, un niño con una capacidad natural por encima de la media que no obtenga los estímulos ambientales necesarios (a través de la familia, la escuela, el entorno...) no terminará de desarrollar todo su potencial, pudiendo incluso llegar al fracaso escolar si sus necesidades no son correctamente atendidas.
Pero el CI no lo es todo
Pero la mente humana es demasiado compleja como para reducirla a una cifra de CI. De hecho, la propia OMS advierte de que este dato no puede ser utilizado en exclusiva para determinar la inteligencia de las personas.
Gracias a Howard Gardner, hoy sabemos que la inteligencia es múltiple, y que existen diferentes potenciales, capacidades y destrezas que no están cuantificadas en los tradicionales test para medir el CI. De este modo, hablaríamos de inteligencia lingüística, musical, lógico-matemática, visual-espacial, corporal-kinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista.
La importancia de las emociones
Por otro lado, y según nos explican desde la Asociación Española de Superdotación y Altas Capacidades (AESAC), la inteligencia no se puede entender sin la parte emocional, de ahí la importancia de apoyar psicológicamente a los niños superdotados.
Olga Carmona, psicóloga especializada en altas capacidades y superdotación, lo explicaba de este modo en un artículo de El País:
"Un superdotado que no es gestionado adecuadamente desde lo emocional está abocado a fracasar en lo cognitivo. El riesgo es sensiblemente más alto que en la población normal, porque son más vulnerables emocionalmente"
No es sólo cuestión de inteligencia
En el anteriormente citado, "Informe Nacional sobre la educación de los superdotados", se explica que la inteligencia es una capacidad mental muy general que, entre otras cosas, implica habilidad para razonar, planificar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia. Cuando hablamos de superdotados, estamos hablando de niños con una inteligencia extraordinaria que se puede detectar desde edades muy tempranas.
Y es que un niño superdotado no sólo tiene una inteligencia muy superior a la media, sino una personalidad, creatividad, sensibilidad y temperamento que se desarrollan de forma diferente al resto de niños de su edad. Si estas necesidades específicas, tanto emocionales como educativas, no son identificadas ni atendidas correctamente, el niño puede presentar desequilibrios emocionales, estrés, tristeza e incluso depresión.
Es decir -y en resumidas palabras-, tener un CI por encima de la media no es siempre garantía de éxito académico ni emocional si no se trabaja correctamente, ni se obtienen los apoyos adecuados.
¿Qué hacer si creo que mi hijo es superdotado?
Por regla general son los padres los primeros en detectar que el desarrollo de su hijo es diferente al de otros niños de su edad, algo que posteriormente suelen llegar a confirmar los profesores cuando el niño comienza el colegio.
Ya hemos hablado en alguna ocasión de las características que presentan los niños superdotados, por eso, ante cualquier sospecha es fundamental ponerse cuanto antes en manos de profesionales especializados que hagan un diagnóstico completo y ofrezcan a los padres y educadores una serie de pautas para entender y apoyar al niño en sus comportamientos, su forma de pensar, de actuar, de ver la vida...
Además, es importante hablar de la sobredotación con naturalidad y no ocultarlo. Tratarlo como un tema tabú o no actuar para "que el niño se normalice con el tiempo" es, según los expertos, un error que podría conducir al fracaso escolar y a serios problemas emocionales.
Si te encuentras en esta situación y estás buscando apoyo y orientación te recomendamos consultar con la Asociación Española de Superdotados y con talento (AEST), la Asociación Española de Superdotación y Altas Capacidades (AESAC), o la Asociación para el Apoyo Emocional a la Sobredotación Infanto-Juvenil (AAESI).
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