Identificar a un niño con altas capacidades no es etiquetarlo, sino entender sus necesidades para poder ayudarle

Existe la creencia de que evaluar las altas capacidades es 'etiquetar' al niño, de ahí que muchos padres que sospechan de esta condición en sus hijos decidan no evaluarlos.

Buena culpa de esta asociación la tienen los prejuicios y falsos mitos asociados a las altas capacidades, que nos llevan a creer que identificar el potencial de un niño es colgarle la etiqueta de "sabelotodo", con las consecuencias que esto puede acarrearle.

Pero en ningún caso deberíamos ver la identificación de las altas capacidades como una etiqueta, sino como la mejor forma de entender las necesidades del niño para poder ayudarlo.

"No quiero colgar a mi hijo ninguna etiqueta"

Sabemos lo tremendamente perjudicial que es para el desarrollo de los niños crecer con una etiqueta asociada a su persona. Por eso hay padres que aún sospechando que sus hijos pueden tener altas capacidades, se niegan a identificarlos, pues consideran que sería igual que etiquetarlos.

Y es que muchos temen que tras la valoración oficial, la etiqueta de "altas capacidades" transforme por completo a sus hijos, e incluso comiencen a ver en ellos detalles que antes no veían. Sin embargo, hay que saber que estos miedos tan típicos son fruto de los prejuicios que a menudo se asocian a esta condición.

También es frecuente no querer identificar las altas capacidades para proteger al niño, en un intento de evitar que sea etiquetado en el colegio como el "listillo", que los compañeros se burlen de él o que los profesores le miren con cierta suspicacia.

Sin embargo, lamentablemente son muchos los niños con altas capacidades que no han sido identificados que sufren en el colegio, se aburren en clase y se sienten incomprendidos por parte de sus compañeros. Es decir, ya están siendo etiquetados pese a no conocerse su condición de altas capacidades.

Se da además otra circunstancia sobre la que merece la pena reflexionar, y es que ningún padre se opondría a evaluar a sus hijos si sospecharan de cualquier otra condición. Al revés; todos estaríamos de acuerdo en que cuanto antes se identificara esa condición o problema, sería mejor para el niño.

De este modo, si sospecháramos que nuestro hijo no ve bien, querríamos llevarle cuando antes a un oftalmólogo para que le revisara la vista. En ningún caso se nos pasaría por la cabeza no hacerlo por miedo a que otros le colgaran la etiqueta de "gafotas".

Lo mismo sucede con cualquier otra condición que pudiera afectar a su aprendizaje, como un TDAH, una dislexia o un problema de discalculia, por poner solo algunos ejemplos.

Altas capacidades: la importancia de ver más allá de la "etiqueta"

Si tuviéramos una educación personalizada, en la que se atendieran siempre las necesidades de los alumnos de una forma individual, quizá no sería necesario ningún tipo de evaluación; ni de altas capacidades ni de ninguna otra condición, pues ya se estaría dando respuesta al alumno de una forma totalmente personal.

Pero salvo casos muy excepcionales, la educación en España no está planteada para atender las necesidades específicas de cada uno de los alumnos que integran el aula, por lo que la evaluación no solo es necesaria, sino imprescindible para saber cómo ayudar a ese niño a desarrollar todo su potencial.

El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte menciona justamente este concepto en su apartado sobre altas capacidades intelectuales:

Si no contamos con una evaluación de altas capacidades es posible que tengamos dificultades para identificar los puntos fuertes y débiles de ese niño, así como sus necesidades específicas para poder ayudarle.

Porque no nos olvidemos de que la Ley contempla las altas capacidades como una necesidad de apoyo educativo, pero para poder exigir las medidas que legalmente corresponden a este perfil del alumnado, es necesario contar con una evaluación.

Pero aún hay más. Y es que el niño con altas capacidades merece saber cómo es,  por qué siente o piensa como lo hace, y por qué a veces tiene la sensación de "no encajar". Conocer sus altas capacidades le ayudará aceptarse y a enfrentarse a las situaciones desde el autoconocimiento.

Resumiendo, deberíamos dejar de ver las altas capacidades como un cartel o una etiqueta que simplemente califica al niño, y empezar a verlo como una oportunidad de conocer mejor su perfil para poder entenderle, atenderle y educarle de la mejor forma posible.

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