En España, casi un millón de niños -un 12% del total de los alumnos escolarizados-, tiene algún tipo de necesidad educativa especial. Es un 2% más que el año anterior, según datos oficiales del Ministerio de Educación del curso 2022-2023. De ellos, el 27,2% recibió apoyo por necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad o trastornos graves, mientras que el 72,8% restante lo recibió por otras necesidades específicas.
Las necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE) abarcan desde las discapacidades físicas o intelectuales (definidas como Necesidades Educativas Especiales, NEE) a las dificultades de aprendizaje como la dislexia o el trastorno por déficit de atención, pasando por trastornos del desarrollo como los del espectro autista, las altas capacidades u otras circunstancias (como la incorporación tardía al sistema educativo).
El primer paso para recibir este tipo de apoyo es contar con el diagnóstico de un especialista para que estos alumnos puedan recibir un educación personalizada acorde a sus circunstancias.
La mayoría de los alumnos con necesidades especiales son niños
Un dato curioso que enseguida llama la atención es que la mayoría del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo son hombres. Concretamente, un 61,6% son niños, y un 38,4% son niñas.
La gran mayoría (un 79,3%) se concentra en las enseñanzas básicas (Educación Primaria y la ESO) y solo el 4,3% en educación especial específica.
Las discapacidades más frecuentes en el alumnado con necesidades educativas especiales son, por orden:
- Trastornos del espectro autista (TEA), un 29,7%
- Discapacidad intelectual, un 26,1%
- Trastornos graves de conducta, un 13,5%.
- Discapacidad motora, un 5,9%
- Discapacidad auditiva, un 3,5%
- Discapacidad visual, un 1,5%
- Pluridiscapacidad, un 4,5%
Del total de alumnado con necesidades educativas especiales, el 84,2% está escolarizado en centros educativos ordinarios y el 15,8% en centros y unidades de Educación Especial.
¿Hay menos niñas con necesidades educativas especiales o no se detectan?
Esa es la pregunta del millón. Los datos muestran que, en comparación con las niñas, los niños representan casi el doble de los alumnos escolarizados con necesidades educativas especiales. Este porcentaje se eleva en el alumnado con necesidades educativas especiales asociadas a algún tipo de discapacidad o trastorno grave (70,1%), reduciéndose algo entre quienes presentan otras necesidades específicas (58,4%).
¿Por qué tanta diferencia entre niños y niñas?
David Rey Bretal, profesor interino en el Área de Enfermería de la Universidad de Santiago de Compostela menciona en un artículo sobre el tema en The Conversation que "hay estudios que indican que pueden estar siendo infradiagnosticadas. Concretamente, se estima que entre un 20 y un 30 % de las niñas con trastorno del espectro autista (TEA) pueden pasar desapercibidas. Y en el caso del trastorno por déficit de atención las niñas tienden a ser menos tratadas en comparación a los niños".
Y detalla tres razones para esta disparidad en la detección de trastornos o dificultades de aprendizaje entre niños y niñas:
- Diferencias en la presentación de los síntomas: La manera en la que se hacen evidentes los trastornos o necesidades puede ser distinta entre niños y niñas. El trastorno por déficit de atención e hiperactividad presenta menos casos de hiperactividad en las niñas. En el caso del trastorno del espectro autista, la capacidad de imitación es superior en las niñas: esto les permite copiar comportamientos socialmente aceptados como expresiones faciales o gestos incluso si no comprenden su significado; también mantener el contacto visual de forma superficial o seguir las reglas no verbales de la comunicación (como asentir) cuando realmente no lo entienden. Un buen evaluador debería saber identificar que son comportamiento enmascarados, pero no siempre es así.
- Un desarrollo más tardío de las capacidades motoras en las niñas puede hacer que se tarde más en detectar un problema. Las niñas tardan más que los niños en desarrollar la motricidad gruesa como correr o saltar, lo que puede no llamar la atención en un inicio, cuando podría ser una patología del desarrollo.
- Las habilidades denominadas de “camuflaje social”: en el caso de trastornos como el del espectro autista, o la dislexia, estas habilidades dificultan la detección, pues las niñas pueden tener más capacidad de disimular, aprenderse de memoria palabras para predecir la lectura o compensar a medida que crecen esas dificultades.
Al no ser diagnosticadas, las niñas lo tienen más difícil a la hora de enfrentarse a desafíos académicos y sociales, algo que afecta además a su autoestima por dar siempre la sensación de no estar a la altura.
Esto también las hace más propensas a sufrir problemas de salud mental, como ansiedad o depresión, por lo que es importante estar pendientes de signos de alerta.
En definitiva, la ausencia de detección acaba limitando las capacidades educativas de las niñas, así como sus oportunidades futuras. Por ello, el experto cree necesario involucrar a toda la comunidad educativa (educadores, sanitarios, terapeutas y familiares) para brindar una atención integral y coordinada.