La familia real británica anunció ayer el tercer embarazo de Kate Middleton y el príncipe Guillermo, explicando en el comunicado oficial que al igual que en sus dos anteriores embarazos, la duquesa de Cambridge sufre hiperémesis gravídica, una afección del embarazo que le impide continuar con su agenda habitual.
Aunque la mayoría de las embarazadas sufren náuseas y vómitos en el embarazo, especialmente durante el primer trimestre, la hiperémesis gravídica afecta a menos del dos por ciento de las embarazadas. Se caracteriza por náuseas y vómitos intensos y persistentes que requiere de atención médica pues puede llevar a la deshidratación de la madre. De hecho, en su primer embarazo, Middleton debió ser hospitalizada.
Qué es la hiperémesis gravídica
Las náuseas y los vómitos son una de las molestias más habituales durante los primeros meses de gestación. Incluso hay quienes se enteran que que están embarazadas por los malestares matutinos que sufren. Suelen remitir a partir del segundo trimestre, aunque en algunas mujeres pueden durar hasta el día del parto.
Las náuseas intensas y persistentes durante el embarazo a menudo conducen a la pérdida de peso (de hasta el 5% del volumen corporal). A veces los mareos se acompañan de desmayos, la presión arterial puede ser baja y el pulso puede estar alto.
No existe una causa específica que produzca un exceso de vómitos, y suele ser atribuído a los elevados niveles de la hormona gonadotropina coriónica humana (HCG) que experimenta el organismo de la embarazada en las primeras semanas.
Síntomas de la hiperémesis gravídica
Náuseas persistentes
Vómitos luego de comer o beber
Vómitos no relacionados con el consumo de alimentos
Pérdida de peso (más del 5% del peso de la mujer antes del embarazo)
Deshidratación
El exceso de vómitos durante el embarazo es uno de los motivos por los que debes acudir a urgencias. No supone ningún riesgo para el feto si es tratada adecuadamente, de otra manera puede provocar un desequilibrio en los líquidos y electrolitos, y deficiencias de nutrición.
Una mala nutrición de la madre puede afectar al crecimiento fetal así como producir deficiencia de tiamina y presentar daño al hígado e ictericia (color amarillento de la piel, los ojos y las membranas mucosas).
La afección puede suceder en cualquier embarazo, pero es más probable en embarazos gemelares o en embarazo molar. Las mujeres presentan un riesgo mayor de padecer hiperémesis si han tenido el problema en embarazos previos o si son propensas a los mareos por movimiento.
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