Una de las señales que nos advierten de que el parto está próximo, es lo que se conoce popularmente como "romper aguas". Habitualmente sucede de forma espontánea a partir de la semana 37 de gestación, pero en el 10 por ciento de los casos puede ocurrir antes. Esta complicación se llama rotura prematura de la bolsa amniótica.
El principal riesgo es el parto pretérmino, sobre todo si se produce antes de que el bebé esté bien formado, por lo que se intenta retrasar al máximo el momento para evitar un gran prematuro.
Eso fue lo que le ocurrió a Lauren Middleton, de Leeds, West Yorkshire (Reino Unido) que acudió a urgencias del Hospital St. James de Leeds (reino Unido), de madrugada en la semana 26 de embarazo porque había perdido líquido amniótico.
Pero los médicos tomaron la decisión de posponer el nacimiento para que el bebé siguiese creciendo, porque comprobaron que era demasiado pronto. Lo llamativo de este caso es que lograron retrasar el parto hasta la semana 35 de embarazo, diez semanas después de que su madre hubiera roto aguas. Los dos ya están en casa.
Un embarazo de alto riesgo
Comenta la madre en el diario británico Daily Mail:
“Estaba tan sorprendida, que realmente no pensé que hubiera roto aguas. Me asusté mucho cuando me enteré porque aún llevaba poco tiempo de embarazo y mi bebé era muy pequeño”.
La joven madre de 24 años tampoco tuvo que quedarse ingresada en el hospital, una vez que los médicos decidieron seguir adelante con el embarazo. De hecho, después de pasar tres días ingresada fue enviada a casa, aunque tuvo que acudir a controles dos veces por semana.
Lauren agradece a las enfermeras y médicos del centro hospitalario su atención porque “estuve entrando y saliendo del hospital constantemente y, aunque tener tantos chequeos no es normal, sabía que eran vitales para el bebé":
“Supe de inmediato que mi bebé corría peligro. Fue una situación increíblemente estresante porque estaba preocupada por la salud del bebé todo el tiempo”.
Las pruebas realizadas a las 34 semanas mostraron que la madre estaba sana y que el líquido amniótico se había regenerado.
Los médicos decidieron prolongar el embarazo hasta las 37 semanas, lo que se considera un embarazo a término, pero solo una semana después, en la semana 35, la madre comenzó a tener contracciones en su casa y fue ingresada de urgencia. 21 horas después nacía Archie, que pesó 2,900 kilos.
Una hora después, el recién nacido ingresó en cuidados intensivos neonatales después de luchar por respirar. Le diagnosticaron neumonía y luego sepsis.
Afortunadamente, la rápida actuación de los médicos consiguió estabilizar al recién nacido. Tras administrarle un tratamiento con antibióticos, el pequeño ha podido salir del hospital.
Archie ya está en casa, donde le esperaba su hermana mayor, Ruby, de tres años, que estaba deseando conocerle, según explica su madre.
Lauren ha publicado muchas fotos del recién nacido en su cuenta de Facebook, como esta donde posan juntos.
La opinión experta
"Provocar o no el parto tras la rotura de la bolsa amniótica depende de muchos factores, entre ellos y el más importante, la edad gestacional del bebé. Si se encuentra entre la semana 22 y 25 de embarazo y es posible médicamente hablando, se procura mantenerlo en el útero materno mediante tratamiento antibiótico, analíticas maternas frecuentes, control periódico del bienestar fetal y reposo de la madre".
Según el experto de la clínica Bmum, "el protocolo habla de prolongar el embarazo hasta la semana 32 y, siempre que es posible, hasta la 34 para evitar que el bebé presente problemas de maduración asociados a grandes prematuros, como pulmones o intestino".
También nos ha confirmado que es posible, como ocurrió en el caso de Lorena, que con el reposo adecuado "se regenere el líquido amniótico lo suficiente para permitir el correcto desarrollo del bebé".
Qué es la rotura prematura de las membranas
Se conoce así a la rotura prematura de las membranas que forman la bolsa amniótica en mujeres embarazadas de menos de 37 semanas.
La afección afecta entre el 6% y el 19% de los embarazos a término y se produce en el 2% de todos los embarazos. Se asocia con el 40% de los partos prematuros y una alta mortalidad infantil.
La rotura supone la pérdida del líquido amniótico que rodea al bebé dentro del útero, un elemento vital para su desarrollo, puesto que le protege de lesiones, de pérdida de calor y contiene los nutrientes esenciales que necesita para su correcto crecimiento.
Cuando se produce, la mayoría de las mujeres entran en trabajo de parto espontáneo dentro de las 24 horas siguientes. De ahí que, de suceder antes del embarazo a término, se tengan que tomar medidas médicas excepcionales para preservar la salud del bebé y de su madre.
De producirse, la mujer debe acudir de inmediato a urgencias donde suele quedarse ingresada al menos 48 horas.
Los dos riesgos más importantes de esta complicación del embarazo, además del parto pretérmino:
Aumenta el riesgo de infección grave de los tejidos de la placenta (corioamnionitis), que puede resultar muy peligrosa para la madre y el bebé.
Crece la posibilidad de desprendimiento de placenta, de compresión del cordón umbilical, de cesárea y de infección posparto.
No se conocen las causas que pueden provocarla, aunque se habla de:
Infección en el útero
Antecedentes de parto prematuro
Infecciones de transmisión sexual
Distención muy exagerada de la bolsa (cuando hay un exceso de líquido o ante embarazos múltiples)
Factores externos como el tabaquismo
Vía | Daily Mail
Fotos | iStock
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