El líquido amniótico es el líquido que rodea el bebé dentro del útero durante el embarazo, y está contenido dentro del saco o bolsa amniótica. Es un elemento vital para su desarrollo, puesto que le protege de lesiones, de pérdida de calor y contiene los nutrientes esenciales que necesita para su correcto crecimiento.
La rotura de las membranas que forman la bolsa amniótica (amniorrexis) supone la pérdida del líquido amniótico que rodea al feto, y puede darse en cualquier momento del embarazo.
En la mayoría de los casos, esta rotura sucede de forma espontánea a partir de la semana 37 de gestación, siendo una de las señales de que el parto se acerca. Sin embargo, en un 10% de las ocasiones la rotura de membranas se produce de manera prematura, predisponiendo a un parto pretérmino.
Causas de la rotura prematura de membranas
Las causas implicadas en la rotura prematura de la bolsa pueden ser variadas, y en algunas ocasiones incluso desconocidas, pero entre las más probables están:
- Infección en el útero
- Hemorragia vaginal
- Antecedentes de parto prematuro
- Infecciones de transmisión sexual
- Distención muy exagerada de la bolsa (cuando hay un exceso de liquido o ante embarazos múltiples)
- Factores externos como el tabaquismo
Riesgo de parto prematuro y otros riesgos
El principal riesgo de la rotura prematura de la bolsa es el parto pretérmino, de ahí la importancia de realizar un estrecho seguimiento médico a madre y bebé, para retrasar al máximo, y en la medida de lo posible, este acontecimiento.
Pero según los expertos, una rotura prematura de membranas también conlleva otros riesgos importantes:
- Aumenta el riesgo de infección grave de los tejidos de la placenta (corioamnionitis), que puede resultar muy peligrosa para la madre y el bebé.
- Aumenta el riesgo de desprendimiento de placenta, de compresión del cordón umbilical, de cesárea y de infección posparto.
¿Qué se hace ante una rotura prematura de la bolsa?
Ante la rotura prematura de la bolsa los médicos valorarán la mejor estrategia a seguir dependendiendo de las circunstancias concretas de la paciente, si existe alguna situación que pueda comprometer su bienestar o el del bebé, y la edad gestacional.
En la mayoría de los casos, se suele optar por un "manejo expectante". Es decir, ir viendo cómo se desarrollan los acontecimientos, bajo un riguroso control consistente en:
- Reposo hospitalario
- Monitorización frecuente del bebé para comprobar el bienestar fetal
- Antibióticos administrados a la madre para evitar el riesgo de infecciones.
- Y en caso de embarazos por debajo de las 32 semanas, se administran también corticoides para acelerar la madurez de los pulmones del bebé.
María José Remesal, matrona del Hospital Universitario Virgen de Valme de Sevilla, nos explica que cuando la rotura de membranas ocurre antes de la semana 36, el embarazo podría seguir evolucionando bajo una estrecha vigilancia médica que incluya cultivos, analíticas y registros periódicos que ayuden a detectar precozmente cualquier problema. De este modo se podría llegar a la semana 34-35, en donde se evaluaría la madurez del bebé y se valoraría inducir el parto.
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