El líquido amniótico es un elemento fundamental en el embarazo. Es un líquido ligeramente amarillento que comienza a rellenar el saco amniótico dos semanas después de la fecundación y rodea al bebé durante su desarrollo dentro del útero materno.
Contiene proteínas, carbohidratos, lípidos y fosfolípidos, urea y electrolitos, todos los cuales ayudan al desarrollo del feto. Además, contiene células fetales, gracias a lo cual se pueden diagnosticar posibles malformaciones.
¿Cómo se produce el líquido amniótico?
Durante el primer trimestre, el líquido amniótico lo produce la madre. Es un ultrafiltrado del plasma materno que pasa de su sistema circulatorio al saco amniótico.
A partir del segundo trimestre, el bebé empieza a tragar ese líquido y produce orina. Esto lo hace varias veces al día, por tanto un 90% del líquido amniótico está compuesto por orina fetal.
¿Cuál es la cantidad normal de líquido amniótico en el embarazo?
La cantidad de líquido va aumentando a medida que avanza el embarazo alcanzando su máximo volumen de entre 800 mililitros y 1 litro alrededor de las 32-36 semanas de gestación. A partir de ese momento, el líquido comienza a disminuir ligeramente hasta el momento del nacimiento. Aproximadamente 600 mililitros rodean al bebé a término a las 40 semanas.
El bebé controla el volumen del líquido compensando la velocidad de producción (orinando) con la velocidad de eliminación (tragándolo).
Cuando se produce un desequilibrio entre la cantidad de líquido amniótico que se produce y elimina, surge una anomalía, o bien por exceso (polihidramnios) como por déficit (oligohidramnios).
¿Cómo se mide la cantidad de líquido amniótico?
Hacia el final del embarazo se controla mediante ecografía la cantidad de líquido amniótico presente.
Hay dos maneras de medir el líquido: índice del líquido amniótico (ILA o AFI, por sus siglas en inglés), y bolsillo vertical máximo (BVM o MPV, por sus siglas en inglés).
El ILA controla qué profundidad tiene el líquido amniótico en cuatro áreas del útero. Esas cantidades se suman. Si su índice AFI es de menos de 5 centímetros, tiene oligohidramnios. Si es de más de 24 centímetros, tiene polihidramnios.
El BVM mide el área más profunda del útero para verificar el nivel del líquido amniótico. Si su bolsillo vertical máximo es de menos de 2 centímetros, tiene oligohidramnios. Si es de más de 8 centímetros, tiene polihidramnios.
Polihidramnios: exceso de líquido amniótico en el embarazo
La embarazada puede sentir algunos síntomas debido al aumento de liquido dentro del útero como dificultad para respirar, dolor de espalda, malestares abdominales, e hinchazón excesiva de pies y piernas. Algunas no sienten ninguna señal en absoluto, por eso son tan importantes los controles prenatales.
Las causas de este exceso de líquido pueden ser variadas. Entre las más comunes encontramos la diabetes materna, embarazo múltiple, anomalías genéticas, malformaciones o infecciones fetales, incompatibilidad Rh y síndrome de transfusión fetal.
Una polihidramnia leve suele resolverse por sí misma hacia el final del embarazo, si no es así, o es severa, el médico buscará la causa que la provoca para solucionar el exceso de liquido. Posiblemente te realicen una ecografía de alta resolución y te sugieran una amniocentesis para descartar posibles defectos congénitos.
Te harán controles estrictos durante el resto del embarazo para ir vigilando el desarrollo del bebé.
Tener un exceso de liquido amniótico aumenta el riesgo de parto prematuro, rotura prematura de membranas, desprendimiento de placenta, prolapso del cordón umbilical, muerte fetal o hemorragia postparto.
Oligohidramnios: poca cantidad de líquido amniótico en el embarazo
Tener menos cantidad de líquido amniótico que la necesaria también es una complicación. Las señales más habituales son las pérdidas de líquido amniótico, un tamaño del útero demasiado pequeño para la edad gestacional o una disminución de los movimientos fetales.
La oligohidramnios puede estar causada por diabetes o preeclampsia de la madre, rotura prematura de bolsa que esté provocando una pérdida, problemas en el funcionamiento de la placenta, embarazo múltiple o anomalías fetales.
Si sucede durante la primera mitad del embarazo, se lo relaciona con mayor riesgo de aborto, parto prematuro, y defectos de nacimiento. Hacia el final del embarazo, las consecuencias que puede traer es que el bebé no crezca adecuadamente así como problemas durante el parto como compresión del cordón umbilical. El médico controlará rigurosamente el crecimiento del bebé y te pedirá que controles sus movimientos dentro del vientre.
En el caso de que la madre presente una enfermedad o se detecte riesgo para el bebé o la madre, el médico valorará adelantar el parto.
Fotos | genue.luben y Daquella maneraen Flickr CC
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