Las últimas semanas de embarazo son una etapa muy especial y diferente a lo vivido hasta el momento. El peso del bebé y el que la madre ha ido ganando a lo largo de los meses, así como el volumen de la tripa y la inminente llegada del parto provoca la aparición de nuevas molestias y la intensificación de otras que ya se tenían.
A la vez, las mujeres experimentan sensaciones encontradas relacionadas con el próximo nacimiento de su bebé. Por un lado, unas profundas ganas de conocer su carita y tenerlo en brazos, pero por otro la nostalgia de saber que esta maravillosa etapa está llegando a su fin.
Te contamos todos los acontecimientos que se suceden en la recta final del embarazo.
Cambios importantes para la madre
Al final del embarazo resulta más difícil controlar el aumento de peso. Por eso, es importante continuar alimentándose de forma equilibrada, reduciendo la cantidad de sal en las comidas, bebiendo mucho líquido, evitando las grasas y realizando ejercicio físico moderado.
En el tercer trimestre son especialmente frecuentes los calambres en las piernas y pies (sobre todo por las noches), el dolor de espalda y la ciática debido al peso de la barriga, y los edemas causados por la retención de líquidos. También hay mujeres que sufren el llamado síndrome del túnel carpiano, que provoca dolor y adormecimiento de las manos, así como pubalgia o calambres en el pubis.
Otras molestias muy frecuentes en esta etapa son las hemorroides, la acidez o reflujo, los gases y las digestiones pesadas. También pueden presentarse ronquidos o alteraciones respiratorias durante el sueño, así como el síndrome de piernas inquietas, una molesta condición que dificulta notablemente el correcto descanso.
Y precisamente el descanso nocturno es uno de los aspectos que más se altera en la recta final del embarazo. Esto no solo se debe a las molestias anteriormente mencionadas, sino a la dificultad de encontrar una postura que resulte cómoda, al aumento de la frecuencia urinaria, a los continuos movimientos del bebé y a la propia ansiedad que genera pensar en el parto. No en vano, en este tercer trimestre suelen aparecer sueños recurrentes sobre el momento del parto así como pesadillas.
En lo que respecta a los pechos, es probable que notes cambios significativos en esta última etapa, como una mayor hinchazón y pérdidas de calostro, pues tu cuerpo se está preparando para alimentar al bebé. También notarás cambios en tu barriga, debido al encajamiento del bebé, y probablemente experimentes pequeñas hemorragias vaginales como resultado de un trauma en el cérvix, que es cada vez más sensible a estas alturas de la gestación.
Emociones a flor de piel
Probablemente, en algún momento de tu embarazo hayas experimentado dudas, miedo o incertidumbre por esa nueva etapa de tu vida. Pero es sobre todo al final de la gestación cuando las preocupaciones se acrecientan y se vuelven más recurrentes.
Para la mayoría de las mujeres, los principales miedos en esta última etapa del embarazo están relacionados con el momento del parto, el bienestar y salud del bebé y nuestro papel como madres. Si ya tienes otro hijo es normal preguntarse si serás capaz de amar al nuevo bebé tanto como a tu primogénito, o si tendrás la capacidad de atender a todos tus hijos por igual.
Aunque vivir un embarazo con otro hijo -especialmente si este es muy pequeño- puede ser agotador física y emocionalmente, es recomendable que te tomes diariamente un tiempo de descanso y autocuidado, y que dediques un ratito a conectar con tu bebé. ¡A los dos os vendrá de maravilla!
También es normal sentir que vives en una montaña rusa de emociones, y por un lado desear que finalice el embarazo y puedas conocer a tu bebé, pero por otro lado que no termine nunca, pues ahí dentro tu bebé está protegido y tu vínculo con él es sumamente especial.
Los últimos controles de embarazo
El inicio del tercer trimestre comienza con una visita a la matrona o al ginecólogo, que valorarán tu estado general, te realizarán una exploración física y te solicitarán las pruebas complementarias que debes hacerte en esta última etapa:
- Analítica de sangre (que incluirá una prueba de coagulación de cara al parto) y análisis de orina.
- Ecografía entre la semana 32 y 36 de gestación, necesaria para valorar el estado del bebé (se toman medidas del diámetro cefálico, el diámetro abdominal y el largo del fémur para estimar su peso aproximado y comprobar que se desarrolla adecuadamente y no sufre crecimiento intrauterino retardado), así como el estado de la placenta y el líquido amniótico.
- Exudado vagino-rectal para descartar una infección por estreptococo del grupo B, que de no tratarse podría afectar al bebé en el momento de atravesar el canal de parto.
- Monitorización fetal antes del parto para controlar el bienestar del bebé al final del embarazo. Generalmente se hace a partir de la semana 37 o 38, y mide tanto el latido cardiaco del bebé, como la actividad uterina de la embarazada.
Si has llegado a la semana 40 y no te has puesto de parto, es posible que tu médico o matrona recomienden realizarte la maniobra de Hamilton o separación de las membranas. Esta maniobra ayudará a que el parto se desencadene de manera natural, aunque es importante que se te practique únicamente cuando las condiciones del cuello uterino sean favorables a la dilatación y siempre tras haberte informado previamente y obtener tu consentimiento.
También hay otras cosas que puedes hacer para ayudar a que el parto se desencadene de forma natural cuando ha cumplido el plazo, tales como técnicas de relajación, determinados ejercicios o mantener relaciones sexuales para liberar oxitocina y propiciar la aparición de contracciones.
Los grandes cambios que experimenta el bebé
En la última etapa del embarazo, el bebé sólo se ocupa de acumular grasa debajo de su delicada piel, engordando una media de 200-300 gramos a la semana. Así, al comiendo de la semana 35 pesa alrededor de 2,400 kilos y mide 47 cm, llegando a los 3,200 - 3,500 kilos y 52 cm en la semana 40. No obstante, estos pesos son aproximados y muy variables de un bebé a otro.
Hacia el final del tercer trimestre el bebé irá adoptando la posición para nacer, colocándose boca abajo en la mayoría de los casos. Si en tu último control ecográfico aún no se hubiera colocado, pide a tu médico o matrona que te den algunas recomendaciones para ayudarle a girarse, e infórmate también sobre la posibilidad de practicar la versión cefálica externa.
El sistema nervioso del bebé, así como otros órganos fundamentales como el hígado y el riñón han completado prácticamente su desarrollo. En las últimas semanas todos los órganos “practican” para funcionar por sí mismos fuera del útero; así, el bebé traga y digiere líquido amniótico, elimina más de medio litro de orina al día y perfecciona el instinto de succión chupándose el dedo.
El lanugo, la fina capa de vello que recubre al bebé, va disminuyendo poco a poco hasta casi desaparecer en el momento del parto, mientras que su piel está cubierta por una abundante cantidad de vérnix caseosa, una sustancia untuosa amarillenta cuya función es facilitar el paso del bebé por el canal de parto y proteger su piel frente infecciones bacterianas y hongos.
Debido al poco espacio que le queda al bebé dentro del útero, en la recta final del embarazo podrás sentir con más intensidad su movimientos, como patadas, codos, puños, estiramientos o incluso su hipo. Aunque a veces puede resultar un poco molesto, sin duda sentir a tu bebé dentro de ti es algo único, mágico e irrepetible.
Es importante conocer los patrones de movimiento de tu bebé (si es más activo durante la noche o durante el día, si se activa tras las comidas...), y si estos cambian de manera brusca o desaparecen debemos consultar de inmediato con el ginecólogo.
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