Quién podría pensar que un ser tan pequeño y con tan poca experiencia vital tuviese las cosas tan claras. Sus gustos se definen ya muy pronto y se convierte en un cliente de lo más exigente para probar, desde tu nuevo menú de papillas hasta el nuevo juguete regalo de los abuelos consentidores.
Hoy pongo en sus manitas un nuevo juguete de Fisher-Price y durante unos días contemplo qué ocurre, qué hace con él y que no hace. ¿Pasará la prueba del algodón bebecil?