Cuando asistir a la escuela se convierte en un duro y peligroso viaje diario: seis historias de superación que te emocionarán
El derecho de todos los niños a recibir una educación gratuita y de calidad está recogido en la Conveción de Derechos del Niño aprobada por la Asamblea de Naciones Unidas. Sin embargo, según datos de Unicef, 61 millones de niños de la etapa de Primaria y 60 millones de la etapa de Secundaria no pueden ir al colegio.
La pobreza, la explotación laboral, la discriminación social, las catástrofes naturales o la distancia interfieren en la escolarización de millones de niños en todo el mundo, complicando un fácil acceso a la educación e incluso en ocasiones, impidiéndolo. Pero a pesar de las dificultades, asistir al colegio es el sueño de muchos niños que, con sus historias, nos ofrecen a diario grandes lecciones de superación, lucha y compromiso.
Las historias que os compartimos a continuación nos han emocionado por la implicación y valentía de sus pequeños protagonistas. Niños a los que no frenan las inclemencias meteorológicas, los kilómetros de distancia ni las condiciones particulares de sus vidas. Niños que, pese a todo, luchan cada día por asistir al colegio para labrarse un futuro mejor.
Cuidando de su hermano en clase
En estos días ha trascendido en redes sociales la historia de Justin, un niño de siete años de Filipinas que acude al colegio con su hermano de un año, del que debe ocuparse.
En su país, son muchos los niños que no pueden ir a la escuela porque tienen que quedarse en sus casas cuidando de sus hermanos pequeños mientras sus padres trabajan. Pero Justin no quiere pasar por lo mismo.
Él desea ir a clase y aprender, y como su abuela debe trabajar en una granja y no hay nadie que pueda ocuparse de su hermanito, Justin decide llevarle consigo y tomar apuntes mientras le sostiene en sus rodillas.
Ni el hielo ni la nieve le frenan
Otra de las historias que se ha vuelto viral en las últimas semanas es la de Wang Fuman, un niño que vive en una zona rural de China y que debe recorrer diariamente 4,5 kilómetros a nueve grados bajo cero.
El pequeño de ocho años, llega cada día con la piel de las mejillas cortadas por el frío, las manos agrietadas y congeladas, y una capa de hielo sobre su cabeza. A pesar de todo, y de la crudeza de las fotografías tomadas por su profesor, el niño nunca falta a la escuela.
Un largo camino a pie, en autobús y en tren
Karina vive en un pueblecito de Rusia y hoy por fin, con 14 años de edad, sabe lo que es ir a la escuela de forma cómoda y rápida, gracias a un tren que la recoge en su pequeña localidad y la deja en su colegio.
Pero este gesto tan habitual para muchos niños ha tardado diez años en llegar al pequeño pueblo donde reside Karina, que desde que tenía cuatro añitos ha invertido más de tres horas al día en ir a la escuela.
Su abuela la acompañaba en este trayecto en el que se iban sumando otros niños vecinos de la localidad. Primero debían caminar más de un kilómetro diario, después tomar un autobús y a continuación un tren de larga distancia que les dejaba en la escuela. Un día tras otro, ida y vuelta, durante más de una década.
Por suerte, ahora Karina y otros niños vecinos no se toparán con tantas dificultades para ejercer su derecho a aprender.
Escalando peligrosas montañas
Hace unos años conocimos la impactante historia de un grupo de niños y sus padres de una pequeña aldea de montaña ubicada en la provincia china de Sichuan, que deben caminar diariamente 4km para llegar a la escuela.
Pero desgraciadamente no pueden hacerlo por un camino correctamente asfaltado y sin peligro, y a diario, cargando con sus mochilas y sin perder la sonrisa, transitan por peligrosos y abruptos senderos, escalan montañas y salvan desniveles del terreno con rudimentarias escaleras fabricadas en ratán.
Cuatro horas de caminata bajo el sol o la lluvia
Un grupo de niños de Hornaditas, una pequeña aldea Argentina, tienen muy complicado asistir al colegio cada mañana. Diariamente deben caminar 8 km por un sendero de tierra en donde el polvo del camino, el sol abrasador o el frío y la luvia son sus compañeros de viaje.
Cuando sus padres les ven alejarsem su corazón se hace un nudo y desde hace más de un año reclaman al gobierno local que la escuela construya un albergue donde los pequeños puedan alojarse de lunes a jueves, para evitarles el camino de vuelta diario y todos los peligros que conlleva.
Cruzando un río a nado
Y durante diez años, en la provincia argentina de Misiones, los niños han tenido serias dificultades para llegar al colegio, pues a sus 2km de caminata diaria se sumaba también el tener que cruzar a nado un río.
En época de lluvias el caudal crecía y sólo los niños más mayores se atrevían a pasarlo por las dificultades y peligros que conllevaba. Además, llegaban al colegio embarrados y los pequeños debían cambiarse de ropa y lavarse antes de comenzar sus clases.
Por suerte, hace poco más de un año que las autoridades decidieron construir un puente que los pequeños recibieron con gran alegría pues ahora su camino al colegio es más llevadero.
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