Las señales de alarma de que el niño padece autismo pueden ser más o menos evidentes y hay que prestar atención:
El lenguaje aparece más tarde de lo normal y cuando aparece, es muy monótono, además suele repetir lo que oye. Tiene muchas confusiones al decir “tú" o “yo", el “si" o el “no", incluso se siente impedido mediante gestos.
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Tiene comportamientos rutinarios, balancea el cuerpo, hace giros de cabeza o movimientos rápidos de las manos delante de los ojos, alinea los objetos siempre de la misma manera, no le gusta cambiar de itinerario ni de comida, etc.
Tiende a estar solo y puede pasar largos periodos en la misma postura, no siente necesidad ni interés por los otros niños ni juega con ellos. Sus juguetes los agita y los golpea, no juega con ellos.
No muestra agrado cuando es acariciado, no sigue a los padres con la mirada, ni mira a los ojos a nadie, ni a lo que se le señala, no se gira cuando se le llama ni hace gestos como decir adiós.
El autismo no tiene cura, pero se pueden conseguir mejorías importantes que le permitirán hacer una vida escolar, social y laboral aceptable. Es muy importante la colaboración con los padres de los familiares y educadores y llevarle a un centro especializado desde su diagnóstico.
Es necesario estar en contacto con alguna asociación, además de compartir con otras familias el mismo problema, te informarán de todos los tratamientos y avances científicos que se puedan realizar.
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